Barranco de Otonel
“¿Qué hay en el interior del ser humano que, desde el principio de los tiempos, le impulsa a abandonar el bienestar y la seguridad hasta ponerse en peligro, para buscar cosas nuevas y enfrentarse incluso a la muerte?”
(Søren A. Kierkegaard, 1813-1855, filósofo y teólogo danés)
Alberto y yo nos conocimos hace año y medio en un curso de barrancos. Desde entonces hemos mantenido el contacto de vez en cuando, el caso es no perder a los amigos.
El día 10 de octubre nos juntamos una mañana. Así pues, fuimos para Confrides coche
Una vez allí, hablamos y quedamos convencidos de que era el momento de terminar el curso aquel que empezamos y por circunstancias se quedó a medias. Barranco del Sord, es seco aunque tiene unos volados guays. La verdad ya lo había hecho con K2 y jugaba con ventaja. Eso si hay que complementarse en esto del barranquismo. Luego se sale a mitad del Abdet y a chapotear.
Esa misma tarde Alberto se compró la cámara acuática y estubimos pensando dónde dirigirnos al siguiente día.
De este modo, volvimos a quedar para el domingo 11 de octubre. El caso es que llegué a la gasolinera con tres planes distintos (llevaba croquis impresos a tuti plain). Hacer Verkolom y Enguidanos, necesitabamos más horas un finde entero. El de Castellet, en Benilloba y pasarnos por la concentración de barranquistas, un plan conservador. La tercera vía, la aventura nos vamos para Otonel, esta reseña la llevaba Alberto.
A Dos Aguas, que hay que darle color a la vida!!
“Sin duda alguna, viajar es algo más que ver paisajes; es un cambio que ocurre, de forma profunda y constante, en las ideas de la vida”.
(Miriam Beard, 1901-, escritora norteamericana)
Recordé por el camino mi infancia, aquellos veranos de tres meses en Siete Aguas. Largos e intensos no se acababan, descubriendo el mundo. Subiendo a los pinos piñoneros, a los que llegabamos en bici que estaban junto a la estación de FFCC. Jugando a cualquier cosa: fútbol, cartas, dómino, corriendo… Descubriendo todo lo bueno que tiene la vida. Cuando no me dejaban salir por la noche, me descolgaba por la ventana un piso y nos ibamos a la Glorieta a charlar.
Asar mazorcas de maiz, romper las almendras con piedras, aprender a matar conejos de corral y luego despedazarlos y comerlos con los amigos.
Tener aventuras para contar y sentirse pleno.
Una salida al Sot de Chera en bici Bh plegable!
Una carrera de 20 kms por el monte!
Cuando era niño me preguntaban que quería ser de mayor y yo decía quiero ser niño.
Gracias a la vida que me ha dado tanto. A mis padres.
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