Resiliencia en tiempos de pandemia

Desde hace algo más de un año, comprobamos cómo la pandemia azota sin descanso a países enteros de todo el mundo sin distinción de ningún tipo. Al trauma de perder a los seres queridos se le une el de sufrir secuelas físicas por el COVID-19, también las consecuencias sociales de la pérdida de empleo, la limitación en la movilidad, la imposibilidad de mantener el contacto social. Por tanto afecta física y psicológicamente a millones de personas en todo el mundo.árbol en pared vertical

Entre los ejemplos de colectivos a los que especialmente les afecta psicológicamente la pandemia se encuentran los profesionales en el ámbito de la salud física y mental que han vivido situaciones de tensión altísima, con jornadas de trabajo interminables, sin descanso, sin poder atisbar un horizonte al final de esta pesadilla. Otro colectivo especialmente sensible es el de los jóvenes estudiantes universitarios que se han visto privados de sus redes de apoyo sociales, e incluso de sus fuentes de ingresos, en uno de los momentos críticos de su desarrollo personal.

Sin embargo, ante esta realidad, algunos se atreven a decir: “vete al médico” peyorativamente (ver la entrada de AESPPU, La Salud Mental no es “vete al médico”), ignorando lo que todos los especialistas en salud mental ya saben desde hace tiempo: fomentar un clima de seguridad y de apoyo es fundamental para construir la autoestima de personas sanas y sociedades más igualitarias.

Según, Boris Cyrulnik (Wikipedia), docente en la Universidad de Toulon (Francia), especialista en el apego, en cómo un niño aprende a amar, a socializarse  (ver Resiliencia: el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional), la resiliencia es clave para favorecer las habilidades necesarias para afrontar situaciones traumáticas. Además, afirma que dotar estructuras de apoyo personales y sociales son fundamentales para superar situaciones como las que estamos viviendo actualmente.

Sus aportaciones sobre la Resiliencia son de calado internacional y la define  como la etapa nueva que se desarrolla tras un trauma. Y en esa etapa nueva influye el entorno antes del trauma y el entorno después del trauma. Pero para que las personas puedan desarrollar esa resiliencia, se les ha de transmitir seguridad. Idealmente ya desde la madre, durante la gestación, y en el entorno social, familiar en el que vive. Una madre que gesta en un entorno seguro y que cuida a su prole ofreciendo una seguridad afectiva a sus hijos, los prepara para su futuro. Así, una protección efectiva de los niños en la infancia, permite que cuando se socialicen en el colegio, vivan experiencias como una oportunidad de aprender y no como amenaza. Si por el contrario, los niños sufren en un entorno de violencia conyugal o precariedad social, tendrán un entorno truncado y los niños se desarrollarán inseguros y temerosos. Así, ante los traumas de la vida, reaccionarán con miedo, ansiedad y depresión, por ejemplo, antes que con curiosidad, determinación y fuerza.

A los futuros profesionales de la salud, el señor Cyrulnik les pregunta en sus clases: “¿Queréis ser médicos y psicólogos, pero qué más vais a ser? Ayudáis a los demás porque es vuestra vocación pero también sois personas y necesitáis personalizaros a través de otras experiencias, si os despersonalizáis, os vaciáis y no podréis ayudar a los demás porque estaréis vacíos”.

Es decir, para ayudar a los demás, es necesario también ayudarse a uno mismo, de lo contrario se corre el riesgo de despersonalizarse y no encontrar sentido a lo que se hace. En este sentido la persona cuidadora también necesita de otros para apoyarse, para sentirse segura.

Los servicios de apoyo psicológicos y psicopedagógicos universitarios aparecen entonces como algo bueno y necesario, para dar apoyo a estudiantes y a profesionales.

En la Universidad de Alicante contamos con el Centro de Apoyo al Estudiante y su equipo de psicólogos y sexólogo.

Y todo esto me hace rememorar una pregunta que una persona muy querida me hizo un día tras afrontar una gran pérdida: “¿Tú eres un héroe o un villano?” me dijo. En realidad, esta persona no había asimilado el trauma que le provocó la pérdida y seguía sufriendo al representar en mí su dolor, al responsabilizarme caracterizándome como héroe o villano.

Ahora sé que soy un Héroe, porque todos, tarde o temprano, asimilamos los traumas de la vida.

 

 

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