Exámenes de múltiples alternativas

No sé cómo lo hago, pero siempre me lío con los exámenes de alternativas, todas me parecen iguales y dudo a menudo entre dos respuestas. Son 42 preguntas de 4 alternativas y tenemos 1 hora de tiempo. Me pongo a leer la primera pregunta y hasta que no la resuelvo no paso a la siguiente. Al final cambio mi decisión en muchas preguntas y me falta tiempo para responder todas.

Así actúa María José en sus exámenes en Biología.

¿A ti, te gustan los exámenes de tipo test o les temes?

Qué son los exámenes tipo test

En realidad, los exámenes de tipo test con alternativas son exámenes de tipo Verdadero o Falso (V-F) disfrazados. De modo que más que el contenido, se trata de destripar bien la estructura de las preguntas.

  • Cuantas más alternativas, más preguntas diferentes y revueltas tenemos que responder (cada alternativa es una pregunta de V-F)
  • Todo te suena, los conceptos y las ideas están replanteadas pero en diferentes formas
  • A menudo, las preguntas no sólo te fuerzan a reconocer las ideas sino ir más allá de la mera memorización y razonar, hacer analogías y resolver problemas nuevos

Tipos de preguntas

  • de reconocimiento: implican saber lo que se explica en clase y en las lecturas recomendadas. Se puede memorizar. Son las más fáciles de responder pero representan solamente un tercio de las preguntas que se suele hacer
  • de detalles: hilan fino hasta averiguar si conoces detalles de los conceptos y cómo se relacionan con ellos. Se puede memorizar pero conviene comprender bien las relaciones y usar mapas de conceptos o cuadros sinápticos.
  • de razonamiento: indagan tu conocimiento de la teoría y sus evidencias. Se ha de memorizar la teoría, comprender bien, y poder razonar conclusiones a partir de ella. Lee la pregunta dos veces rápidamente sin detenerte mucho. Suele haber dos partes: la primera que introduce el contexto, la segunda es la pregunta en sí misma. Lee la primera parte e intenta recordar lo que ya sabes de la teoría. Luego lee cada pregunta desde la introducción hasta el final de la alternativa y evalúa si es V ó F. Es el tipo de pregunta más difícil. Cada vez hay menos tests que no tengan preguntas de este tipo.

Cómo manejar un examen de tipo test

Inspira aire por la nariz, contando hasta 4, aguanta el aire (cuenta hasta 4), suelta el aire por la boca (cuenta hasta 4)

Ahora, divide el tiempo total del examen entre el número de preguntas para saber el tiempo medio para cada respuesta.

  1. En la primer lectura, rápida, contesta las que sabes con certeza, en las que estás muy segura/o, sin dudas. De esta manera, te sobrará tiempo de muchas preguntas porque no habrás empleado todo el tiempo promediado que le correspondía a la pregunta y lo podrás utilizar en la siguiente lectura. Márcalas con un (VºBº)
  2. Segunda lectura, preguntas dudosas entre pocas alternativas. En estos casos descartas algunas alternativas claramente y te queda la duda entre un par de alternativas. Tranquilidad, tienes el tiempo promedio de la pregunta más un tiempo extra de lo que te sobró de las preguntas que contestaste antes que estabas segura/o. Señala palabras clave. Intenta responder tú sin mirar el final de la pregunta. Márcalas con ?
  3. Tercera lectura, calcula cuántas preguntas has respondido y si alcanzas el mínimo exigido. Determina cuántas puedes contestar más de las dudosas sin arriesgar el aprobado. Dispones del tiempo restante menos el necesario para comprobar que has marcado bien las respuestas anteriores en la hoja de respuestas.
  4. En general: evita respuestas expresadas en términos extremos, absolutos. Elige respuestas inclusivas, integradoras. Descarta las respuestas incorrectas. Elige las respuestas más largas. Elige b ó c

En resumen

Los exámenes tipo test no son más fáciles que los de desarrollo. Implican muy buena comprensión de los contenidos y buena memorización de detalles, razonamiento de causas y consecuencias. Por otro lado, les puede ir bien a los que no les gusta redactar respuestas largas.

¿ Tienes algún ejemplo que quieras compartir?

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Artículo redactado por Domingo Martínez, Psicólogo del CAE