primeros gestos

El primer gesto significativo de Joanna fue la sonrisa. Al principio los bebés juegan a sonreír. La sonrisa, aunque muy temprana (a veces nada más nacer), no es significativa. Es una especie de gesto reflejo. Cuando sus ojos empiezan a ver, la sonrisa va cambiando su función. Al principio, como digo, es sólo un juego. Luego los bebés se dan cuenta que su sonrisa despierta simpatía y la utilizan para llamar la atención. “Si sonrío, me hacen caso, por lo tanto, sonreír es una estrategia comunicativa eficaz”, parecen decir. A partir de entonces, la sonrisa forma parte de sus vidas. La gente les sonríe y ellos sonríen. Lo que era una especie de gesto reflejo se convierte en una forma de comunicar. Joanneta sonríe mucho. La gente, por lo tanto, afirma: “Joanna es mu simpática”. Joanneta, por su parte, debe pensar: “además de llorar, tengo una segunda estrategia para que no me coman los leones”. El segundo gesto que me ha llamado la atención es el de abrir los brazos mientas está tumbada y pegar patadas con los dos pies al mismo tiempo. Este gesto significa, obviamente, ‘cógeme’. Comienza con el mero movimiento y si la cosa no va como ella quiere, lo acompaña con un llanto final. Este gesto es sólo para los más allegados, es decir, no lo hace con cualquiera. Sólo con su madre y conmigo.

Input bilingüe y primeros sonidos (3 meses)

Joanneta tiene un input bilingüe. Su madre y yo le hablamos en catalán (en su variedad valenciana), sus abuelos maternos también. Sus abuelos paternos, en castellano. En ocasiones su madre y yo le hablamos en inglés. Dicho esto, comienzo la descripción de sus primeros sonidos. Como todos los bebés, Joanneta empezó con el llanto como forma de comunicación básica. A partir de los tres meses Joanna comenzó a alternar los llantos y gritos diversos con sonidos que ya parecían tener una apariencia fonética. Lo primero que tengo registrado es algo parecido a lo siguiente: [‘bej] y [e:’wa]. A parte de lo anterior debo notificar que esa época Joanneta no podía mantener todavía erguida su cabeza. Su emisión de sonidos era una especie de juego en el que la diversión principal no era comunicar nada, sino oírse a sí misma y ejercitar sus cuerdas vocales. Cuando necesitaba realmente comunicarse tenía un arma infalible -que obviamente todavía utiliza- el llanto y la sonrisa. Llorar significaba: hazme caso ya; sonreír: mímame.

Fonética infantil

Muchas personas piensan que los bebés son aburridos. No hablan, no interactúan y no paran de llorar. Esta creencia –como muchas otras relacionadas con los bebés- es errónea. Los bebés no son aburridos, somos nosotros los aburridos. No sabemos interpretar sus mensajes y sobre todo no sabemos ver todo lo que nos ofrecen. Un bebé es un sistema comunicativo en formación. Es como si el Universo hubiese estallado en su famoso Big Bang y se mostrase ante nosotros para estudiarlo. Es cierto que los bebés no hablan –al menos al principio-, pero sí se comunican utilizando para ello todo tipo de mensajes. Los bebés -igual que los adultos- tienen tres mecanismos comunicativos: (a) el fonético, (b) el kinésico y (c) el paralingüístico. El mecanismo fonético es el relacionado con los sonidos. Al principio los bebés no usan más que el llanto. Pero al poco tiempo este llanto se trasforma en sonidos más o menos articulados que devienen en fonemas, sílabas y holofrases. El mecanismo kinésico es el relacionado con los gestos, posturas, movimientos, etc. Algunos los llaman lenguaje no verbal. Los niños se mueven, palpan, pero sobre todo miran. Mi hija Joanna (a la que llamamos cariñosamente Joanneta o Xiki) no ha parado de mirar desde el primer día que nació. Los bebés al principio miran pero no ven. De hecho tienen una especie de telilla que cubre sus ojos que les impide ver. Pero a los tres meses más o menos la cosa cambia. Los bebés abren los ojos y empiezan a descubrir el mundo. Sus ojos y su cerebro son nuevos y una miríada de mensajes empiezan a estimular su retina. Joanneta, que tiene unos preciosos ojos azul agrisado, ha mirado siempre tan fijamente que la gente nos paraba por la calle y le decía: “¿tú qué miras, descarada?”. Tal es su gusto por mirar que parecía que el mundo no le cupiese en los ojos. El mecanismo paralingüístico está relacionado con la entonación o, dicho de forma más precisa y genérica, con el componente lingüístico suprasegmental. Cuando enseño a los futuros profesores de ELE (español como lengua extranjera) qué deben hacer en sus clases de pronunciación para extranjeros, les digo que el Método Verbo-tonal (MVT) propone que lo primero que un estudiante de una LE debe hacer es aprender a entonar. Y justifico este consejo diciendo que los niños que aprenden su lengua materna lo hacen así. Este consejo es en parte cierto y en parte falso. Los bebés no empiezan entonando, empiezan llorando, y pronuncian primero sonidos aislados que estructuras melódicas, pero lo que sí es probablemente cierto –aunque no hay pruebas empíricas que lo certifiquen- es que los bebés empiezan su proceso de adquisición del lenguaje reaccionando a estímulos entonativos. Los padres, los abuelos y las visitas en general producen cientos de frases en las que el mensaje paralingüístico es más importante que los sonidos en sí, y sobre todo que el contenido trasmitido. Cuando tengo que explicar en la asignatura de Pragmática, la diferencia entre comunicar referencialmente y comunicar pragmáticamente siempre pongo el ejemplo de la visita al bebé de una madre que acaba de dar a luz. La frase “tu bebé es más feo que picio” es gramaticalmente correcta, y, en la mayor parte de los casos, bastante descriptiva, ahora bien, ¿hay alguien capaz de pronunciarla delante del bebé y su madre? No. A nadie se le ocurriría decir semejante blasfemia. En su lugar, utilizará frases como: “¡Qué niña tan guapa!” “¡Qué ricura de niño!” o simplemente “¡¡¡Es que me lo comería!!!”. Que traducidas al lenguaje descriptivo significa: “Me alegro de que todo haya salido bien y comparto tu alegría”. En todos estos casos, lo importante es el contenido paralingüístico. Así, en los primeros meses de vida el bebé no oirá otra cosa que frases del tipo: “Pichurrín, chiquitina, bombón, la nenita de su abuela, pero qué cosa más bonita, etc., etc.” Todas ellas son frases vacías de contenido referencial, pero llenas de contenido pragmático. Con ellas todo el entorno del bebé expresa su alegría y su amor hacia el recién nacido. Por lo tanto, sí es cierto que las primeras reacciones del bebé son ante mensajes paralingüísticos. De hecho, hay una manera especial de hablar a los bebés, y esta manera está relacionada directamente con el lenguaje no verbal, incluyendo ahora en él lo kinésico y lo paralingüístico. Se ha comprobado que sin tener ningún tipo de conocimiento previo sobre una determinada lengua, cualquiera es capaz de diferenciar cuando una madre habla a su bebé y cuando está misma madre habla a una persona diferente. Ya hable en suajili, en catalán, en japonés o en hebreo, una madre (un padre, una abuela o un familiar cercano en general) las inflexiones melódicas de la madre, sus gestos y todo su sistema comunicativo global no dejarán dudas de que esto es así. Algo parecido ocurre con los gestos. Detengámonos alguna vez y miremos la cara de los padres y abuelos.
Los bebés son, pues, interesantes. Yo diría que muy interesantes. Voy a iniciar, por tanto, una especie de diario de la evolución comunicativa de mi bebé. Mi Joanna, la de los ojos azules de mar profunda. Voy a llevar a describir la evolución de su sistema comunicativo, intentando recoger datos que pertenezcan cada uno de sistemas que he mencionado (fonético, kinésico y paralingüístico). He grabado sonidos emitidos por Joanna desde su nacimiento, y, como aficionado a la fonética, será éste el sistema al que prestaré más atención. Pero como afirma el MVT, y yo estoy de acuerdo con él, todos los sistemas están interrelacionados. No pronunciamos los sonidos aislados del movimiento de nuestro cuerpo. Hablamos con sonidos, pero también con los gestos de nuestra cara y de nuestras manos, por lo tanto, analizar sólo la fonética sería falsear la realidad. La comunicación, en la mayor parte de los casos, es tono y lenguaje no verbal.

¿Es posible compatibilizar el MVT y el Enfoque comunicativo?

Si pensamos en el EC como un enfoque centrado en el significado y el MVT como un método centrado en la forma (pues busca principalmente solucionar problemas de pronunciación concretos), ¿es posible hacer compatibles ambos métodos? ¿es posible crear actividades comunicativas que tengan detrás las propuestas del MVT?

Ponerse en la piel del otro

No creo que sea exagerado afirmar que para enseñar una lengua extranjera es una condición sine qua non haber aprendido una previamente. Ponerse en el lugar del otro facilita las cosas y nos abre los ojos sobre las dificultades y problemas que nuestros estudiantes tendrán en su aprendizaje. Por esta razón, siempre que imparto un curso de pronunciación suelo empezar la sesión con un ejercicio que titulo ‘ponerse en la piel del otro’. Los alumnos se reúnen en grupos y uno de ellos –aquel que hable una lengua extranjera poco corriente- actúa como profesor. En esta situación, los futuros profesores de ELE se enfrentan con algunos de los problemas que los estudiantes van a sufrir en sus clases: me da vergüenza pronunciar, no entiendo nada de lo que me dice, esa lengua suena fatal, etc. El ejercicio, por otra parte, tiene también un segundo componente de reflexión, en este caso para el estudiante que actúa como profesor: ¿qué conocimientos necesito para enfrentarme con la clase de pronunciación de una forma objetiva y científica? Dicho de otra manera: ¿de qué manera resuelvo sus problemas de pronunciación? ¿por dónde empiezo? ¿cómo describo los problemas que tienen mis estudiantes? ¿sé suficiente fonética para hacer las cosas bien?

Repetir sin pensar

A continuación voy a explicar un ejercicio que podéis utilizar en vuestras clases de pronunciación para practicar la percepción y el léxico.

Tomemos una canción (adecuada al nivel) y hagamos que el estudiante la oiga para familiarizarse con la música y con la letra. Si es una canción que le guste, se facilitará el proceso; por lo tanto, no cuesta nada preguntar. Una vez oída, separemos cada uno de los versos o frases de la canción. Tomémoslos uno a uno y hagamos que el estudiante los repita de forma casi automática. Es decir, que el estudiante repita sin intentar reproducir el léxico de forma exacta. Si el estudiante necesita dos o más veces con cada  frase, se la pondremos las veces que necesite. Después de las audiciones, el estudiante -con casi toda seguridad- habrá reproducido grupos de sonidos bastante parecidos a los de la lengua meta. En el mejor de los casos el estudiante acabará oyendo y reproduciendo las palabras de forma exacta. El estudiante se sorprenderá de haber pronunciado cosas  que creía no haber oído. En otros, el estudiante oirá, pero no sabrá separar en palabras aquello que ha oído. Es decir, repetirá sin aislar los significados. En estos casos tenemos que ayudarle en la partición. Si somos nativos, aislaremos aquellas palabras o grupos de sonidos que le presenten dificultades y las volveremos a pronunciar. Si no somos nativos, intentaremos aislar estas mismas palabras o grupos de sonidos usando la canción misma haciéndoselas oír de nuevo. Si al final del proceso el problema de distinción continúa, le proporcionaremos las palabras directamente y su significado. Sólo en casos extremos les daremos la escritura de las palabras. Pasado un tiempo podemos volver a repetir el ejercicio utilizando la misma canción o eligiendo una nueva. Obviamente, la canción deja de ser útil para nuestros propósitos en el momento en el que el estudiante se la haya aprendido de memoria.

El objetivo principal del ejercicio es que el estudiante aprenda a oír y que adquiera confianza a través del oído. Debemos hacerle ver que en muchas ocasiones no es que no sea capaz de oír, sino que no sabe separar aquello que oye. No conoce las palabras o no conoce su verdadera pronunciación. Esto le hará comprender –y nos hará comprender a nosotros como profesores- que la enseñanza de la pronunciación y el léxico deben estar íntimamente relacionadas. A medida que aumentemos nuestro léxico, las particiones que hagamos de los sonidos serán más fáciles. Al mismo tiempo, a la vez que mejoremos la audición, nuestro léxico se incrementará, sea porque se refuerce lo aprendido, sea porque oigamos cosas que no conocíamos y les asignemos un significado (mediante el contexto o mediante la búsqueda de las palabras nuevas en el diccionario).

El método verbo-tonal

El Método Verbo-Tonal (MVT) de enseñanza y corrección de la pronunciación nace en Zagreb  en los años 50 de la mano de Petar Guberina, especialista en las patologías del lenguaje. Guberina elaboró un tratamiento para ayudar a niños con deficiencias auditivas y sus investigaciones clínicas le condujeron a la conclusión de que el elemento principal para percibir bien los sonidos no es el oído, sino el cerebro, por lo tanto, es éste el que hay que estimular. R. Renard, el verdadero difusor del MVT en el mundo de la lingüística, propuso más tarde que algunas ideas y técnicas de este método podían ser trasladadas con éxito a la enseñanza de segundas lenguas. Saber que los orígenes de dicho método son terapéuticos es un buen comienzo para entender sus aplicaciones. Es obvio que el estudiante de una lengua extranjera no es un enfermo, pero en muchos casos se comporta como si lo fuera. 

La primera de las ideas que nos ofrece el MVT tiene que ver con los problemas de audición o sordera fonológica: la persona que aprende una lengua extranjera es como si no oyera los contrastes fonéticos que no existen es su lengua materna. Por lo tanto, la enseñanza de la pronunciación de la L2 debería basarse en una reeducación de la percepción. El estudiante debe en primer lugar percibir y asimilar los sonidos de la lengua meta, y, una vez conseguido esto, podrá producirlos de forma correcta.

¿De qué manera podría materializarse las ideas del MTV en una clase de pronunciación? Según el MVT la pronunciación debería integrarse desde los comienzos del proceso de aprendizaje de una LE y de la forma más natural posible. Las actividades que llevemos a cabo en nuestra clase deberían tener en cuenta los siguientes factores:

a) Trabajar la dimensión lúdico-afectiva para crear un ambiente distendido y favorable al aprendizaje, en particular a la pronunciación.

b) Trabajar el entrenamiento perceptivo para que el aprendiz se vuelva consciente de esos contrastes fonéticos de la L2 que inicialmente no podía reconocer.

c) Trabajar la dimensión productiva. En esta fase el profesor podría proponer ejercicios diversos que tomen como punto de partida: la pronunciación matizada, la fonética combinatoria o el entorno melódico favorable. Es importante que los sonidos de la L2 se presenten integrados en estructuras lingüísticas completas, caracterizadas por un patrón rítmico y entonativo, y no de forma aislada.