Ponerse en la piel del otro

No creo que sea exagerado afirmar que para enseñar una lengua extranjera es una condición sine qua non haber aprendido una previamente. Ponerse en el lugar del otro facilita las cosas y nos abre los ojos sobre las dificultades y problemas que nuestros estudiantes tendrán en su aprendizaje. Por esta razón, siempre que imparto un curso de pronunciación suelo empezar la sesión con un ejercicio que titulo ‘ponerse en la piel del otro’. Los alumnos se reúnen en grupos y uno de ellos –aquel que hable una lengua extranjera poco corriente- actúa como profesor. En esta situación, los futuros profesores de ELE se enfrentan con algunos de los problemas que los estudiantes van a sufrir en sus clases: me da vergüenza pronunciar, no entiendo nada de lo que me dice, esa lengua suena fatal, etc. El ejercicio, por otra parte, tiene también un segundo componente de reflexión, en este caso para el estudiante que actúa como profesor: ¿qué conocimientos necesito para enfrentarme con la clase de pronunciación de una forma objetiva y científica? Dicho de otra manera: ¿de qué manera resuelvo sus problemas de pronunciación? ¿por dónde empiezo? ¿cómo describo los problemas que tienen mis estudiantes? ¿sé suficiente fonética para hacer las cosas bien?

Repetir sin pensar

A continuación voy a explicar un ejercicio que podéis utilizar en vuestras clases de pronunciación para practicar la percepción y el léxico.

Tomemos una canción (adecuada al nivel) y hagamos que el estudiante la oiga para familiarizarse con la música y con la letra. Si es una canción que le guste, se facilitará el proceso; por lo tanto, no cuesta nada preguntar. Una vez oída, separemos cada uno de los versos o frases de la canción. Tomémoslos uno a uno y hagamos que el estudiante los repita de forma casi automática. Es decir, que el estudiante repita sin intentar reproducir el léxico de forma exacta. Si el estudiante necesita dos o más veces con cada  frase, se la pondremos las veces que necesite. Después de las audiciones, el estudiante -con casi toda seguridad- habrá reproducido grupos de sonidos bastante parecidos a los de la lengua meta. En el mejor de los casos el estudiante acabará oyendo y reproduciendo las palabras de forma exacta. El estudiante se sorprenderá de haber pronunciado cosas  que creía no haber oído. En otros, el estudiante oirá, pero no sabrá separar en palabras aquello que ha oído. Es decir, repetirá sin aislar los significados. En estos casos tenemos que ayudarle en la partición. Si somos nativos, aislaremos aquellas palabras o grupos de sonidos que le presenten dificultades y las volveremos a pronunciar. Si no somos nativos, intentaremos aislar estas mismas palabras o grupos de sonidos usando la canción misma haciéndoselas oír de nuevo. Si al final del proceso el problema de distinción continúa, le proporcionaremos las palabras directamente y su significado. Sólo en casos extremos les daremos la escritura de las palabras. Pasado un tiempo podemos volver a repetir el ejercicio utilizando la misma canción o eligiendo una nueva. Obviamente, la canción deja de ser útil para nuestros propósitos en el momento en el que el estudiante se la haya aprendido de memoria.

El objetivo principal del ejercicio es que el estudiante aprenda a oír y que adquiera confianza a través del oído. Debemos hacerle ver que en muchas ocasiones no es que no sea capaz de oír, sino que no sabe separar aquello que oye. No conoce las palabras o no conoce su verdadera pronunciación. Esto le hará comprender –y nos hará comprender a nosotros como profesores- que la enseñanza de la pronunciación y el léxico deben estar íntimamente relacionadas. A medida que aumentemos nuestro léxico, las particiones que hagamos de los sonidos serán más fáciles. Al mismo tiempo, a la vez que mejoremos la audición, nuestro léxico se incrementará, sea porque se refuerce lo aprendido, sea porque oigamos cosas que no conocíamos y les asignemos un significado (mediante el contexto o mediante la búsqueda de las palabras nuevas en el diccionario).

El método verbo-tonal

El Método Verbo-Tonal (MVT) de enseñanza y corrección de la pronunciación nace en Zagreb  en los años 50 de la mano de Petar Guberina, especialista en las patologías del lenguaje. Guberina elaboró un tratamiento para ayudar a niños con deficiencias auditivas y sus investigaciones clínicas le condujeron a la conclusión de que el elemento principal para percibir bien los sonidos no es el oído, sino el cerebro, por lo tanto, es éste el que hay que estimular. R. Renard, el verdadero difusor del MVT en el mundo de la lingüística, propuso más tarde que algunas ideas y técnicas de este método podían ser trasladadas con éxito a la enseñanza de segundas lenguas. Saber que los orígenes de dicho método son terapéuticos es un buen comienzo para entender sus aplicaciones. Es obvio que el estudiante de una lengua extranjera no es un enfermo, pero en muchos casos se comporta como si lo fuera. 

La primera de las ideas que nos ofrece el MVT tiene que ver con los problemas de audición o sordera fonológica: la persona que aprende una lengua extranjera es como si no oyera los contrastes fonéticos que no existen es su lengua materna. Por lo tanto, la enseñanza de la pronunciación de la L2 debería basarse en una reeducación de la percepción. El estudiante debe en primer lugar percibir y asimilar los sonidos de la lengua meta, y, una vez conseguido esto, podrá producirlos de forma correcta.

¿De qué manera podría materializarse las ideas del MTV en una clase de pronunciación? Según el MVT la pronunciación debería integrarse desde los comienzos del proceso de aprendizaje de una LE y de la forma más natural posible. Las actividades que llevemos a cabo en nuestra clase deberían tener en cuenta los siguientes factores:

a) Trabajar la dimensión lúdico-afectiva para crear un ambiente distendido y favorable al aprendizaje, en particular a la pronunciación.

b) Trabajar el entrenamiento perceptivo para que el aprendiz se vuelva consciente de esos contrastes fonéticos de la L2 que inicialmente no podía reconocer.

c) Trabajar la dimensión productiva. En esta fase el profesor podría proponer ejercicios diversos que tomen como punto de partida: la pronunciación matizada, la fonética combinatoria o el entorno melódico favorable. Es importante que los sonidos de la L2 se presenten integrados en estructuras lingüísticas completas, caracterizadas por un patrón rítmico y entonativo, y no de forma aislada.  

¡Hola blogueros!

Hola amigos de la pronunciación. Espero vuestros comentarios y sugerencias sobre la enseñanza y aprendizaje de la pronunciación. Contadme experiencias y cosas que os hayan sucedido y que puedan echar un poco de luz a esto de mejorar la pronunciación en una lengua extranjera. Saludos, pues, a todos. Xose Padilla