En el mina se instauraron relaciones cordiales con las tribus costeras de los fantis que traían el oro recogido en el interior del país por sus parientes los achantis. A cambio recibían sal, tejidos, herramientas y pacotilla. Al principio las cosas estuvieron a punto de ir mal. Cuando Diego d´Azambuja se instaló en el Mina, fue recibido ceremoniosamente por el soberano local, el Caramansa. Pero cuando los obreros portugueses encargados de construir la fortaleza quisieron, para realizar su obra, hacer adoquines de las rocas sagradas de los indígenas, éstos se enfadaron y los obreros se vieron obligados a buscar refugio en los barcos. Largas conversaciones y fuertes indemnizaciones fueron necesarias para arreglar este asunto. Se instituyó un comercio regular, que rápidamente se fundamentó sobre la trata de esclavos. Más lejos, los contactos con reino del Benin son episódicos y sin provenir. Un soberano del Benin, que había oído hablar de los blancos pero que no los había visto todavía, se dirige a rey Portugal João II para rogarle que le envíe sacerdotes. Pretendía asegurarse así un poderoso aliado y ganar para su causa a un nuevo Díos. El rey de Portugal envió algunos hombres a Benin; pero el lugar es malsano, muchos murieron y no fueron reemplazados.
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La implantación en el Congo(Época de Juan I)
En 1482 Diego Cao, en nombre de rey de Portugal, plantó en la desembocadura del río Zaire(el Congo) mojones de piedra, los padraos, grabados con inscripciones que proclamaban la toma de posesión. Al año siguiente remonta el río. Se entera de la existencia de un pueblo, de un soberano y de una organización política de los que hasta entonces ninguna otra fuente habían hecho mención: el Manicongo.
En una escala ve acudir muchos hombres muy negros y con los cabellos encrespados; se entera de que tienen un rey muy poderoso que se encuentra a varios jornandas de camino hacia el interior de país. Envía a este monarca dos de sus compañeros como embajadores pero parte sin esperar su regreso. En su segundo viaje visita el corte de Manicongo. Éste estaba sobre un estrado muy rico, con el torso desnudo, con una capucha hecha de hojas de palmera sobre la cabeza, con una cola de caballo adornada en plata le caía sobre la espalda, con la cintura ceñida por un paño de damasco que nuestro rey le había enviado, y con un brazalete de marfil en el brazo izquierdo.
En 1489, el Manicongo Nzinga Nkuwu, del que acabamos de ver dispensado buena acogida a Diego Cao, envía una embajada a Lisboa. Como consecuencia de esta misión comienza una cooperación concreta entre los dos soberanos. El rey de Portugal concede inmediatamente al rey de Congo una asistencia técnica y cultural; le envía albañiles, carpinteros y misioneros. El rey de Portugal insiste la necesidad de convertirse al cristiano que tenían sus amigos africanos. Nzinga Nkuwu se convirtió; una primera iglesia fue construída en su capital, Mbanza en 1490; los súbditos de Manicongo fueron bautizados en Mbanza. El soberano presta a los misioneros todo su apoyo para edificar iglesia y abriri escuelas. El mismo adopta al nombre de Juan I. A patir de él, todos los soberanos de Congo serán conocidos y pasarán a la Historia con su nombre cristiano.
La asimilación no se produce sin dificultades. Por una parte, los súbditos, bautizos en serie más que convertidos en su fuero interno a las creencias evangélicas, no supieron apreciar la largueza de miras de los sobranos portugueses, que otorgaban automáticamente la nacionalidad portuguesa y la igualdad racial a todo africano converso. Por otra parte, un cierto número de grandes no apreciaban ciertas disposiciones de la moral cristiana, sobre todo la monogamia impuesta por los misioneros. Además, un primo de rey, Nzinga Mpangu, sublevó a los descontentos; el soberano Juan I, atemorizado, abjuró de la religión cristiana. Sin embargo, murió algún tiempo después, en 1507.
La implantación en el Congo(Época de Alfonso I)
El descendiente directo, Nzinga Bemba, había sido bautizado en 1491 con el nombre de Alfonso; eliminó a Nzinga Mpangu y a sus partidarios, y tomó el poder bajo el nombre de Alfonso I. fue un soberano ilustrado y activo, que puso en marcha un programa de cristianización y de europeización destinado a consolidar su dinastía. La dinastía bantú cristiana durará hasta el siglo XVII.
Alfonso I da a su capital Mbanza el nombre de San Salvador; se construyen en ella una decena de iglesias, convirtiéndose en un hogar misionero. Llegará un momento en que varios millares de europeos residan en San Salvador. Quiere abrir una gran escuela destinada a la formación de los hijos de los jefes, donde se instruiría una nueva élite; pero los misioneros pelean entre sí y Alfonso debe renunciar a su gran proyecto. Entonces envía a los hijos de la aristocracia congolesa a hacer sus estudios en Portugal, donde son bien acogidos. Manuel I de Portugal envía en 1512 una misión de cinco navíos que lleva al Congo artesanos, planta de vivero y animales domésticos. Simón da Silva, jefe de la expedición, recibe el encargo de construir para Alfonso I un palacio de piedra con varias plantas, enseñarle a comportarse en la mesa, organizarle una corte, hacerle llevar una existencia digna de un rey muy cristiano. Crea títulos de nobleza, atribuyendo a los señores negros títulos como marqués de Pembe, conde de Sogno, duque de Bata o gran duque de Bemba. Se crea una especie de administración a la portuguesa, al menos en lo que concierne a los títulos y funciones. El hijo de Alfonso, Enrique, que ha estudiado durante largo tiempo en Portugal, va a Roma, donde es nombrado obispo de Utica por el Santo Padre; vuelve a su país en 1521 y muere allí en 1530.
La dificultad de la experiencia es doble: por un lado, no basta que los africanos adopten algunos signos externos de la civilización europea y de cristianismo para haber asimilado su contenido; por otra parte y sobre todo, los portugueses no aportan una asistencia técnica totalmente desinteresada. Quieren también hacer negocio. La orden de la misión de Simón da Silva tiene una contrapartida: se pide al rey del Congo que provea de marfil y esclavos; se espere de él que favorezca la actividad de los negros que viene a proveerse en su territorio. Sin duda, la esclavitud es normalmente porticada en el reino del Congo; cuando los soberanos instalan las misiones cristianas, les entregan no solamente tierras, sino también esclavos para trabajarlas. Pero lo que da al problema un nuevo aspecto es que la demanda de los negreros portugueses hace pasar la esclavitud de la limitada escala familiar a la escala comercial, que no conoce límites.
Alfonso I, que muere alrededor de 1541, pasa a la posterioridad; realizó un inmenso esfuerzo; luchó en varios frentes; debió aceptar a la vez el apoyo de los portugueses, pensando ser útil así a su pueblo, y defenderlo de la mejor forma posible contra las empresas de los portugueses traficantes de esclavos, desencadenados ante la perspectiva de hacer fortuna muy rápidamente, vendiendo en las Antillas siquiera unos centenares de negros, tan imperiosas eran las necesidades de las plantaciones españolas de Cuba, La Española y Nueva Granada.
La implantación en el Congo(Diego I, Alvaro I, Alvaro II)
Después de la muerte de Alfonso I, dos soberanos congoleses, Pedro I y Francisco I, sólo reinan poco tiempo. Su sucesor, Diego I Nkungi Mpudi a Nzinga pide al soberano de Portugal que le envíe nuevos misioneros; es preciso decir que muchos de los que se enviaban morían rápidamente por las fiebres. En 1547 llega un grupo de jesuitas que realizan conversiones masivas. Pero muy pronto entran en conflicto con Diego I, que los expulsa.
Los portugueses de San Salvador parece ser que animaron a Diego a lanzar contra su vecino meridional y más o menos vasallo, el Ngola del Ndongo, una compaña que se desarrolla mal; es el Ngola quien, después de haber rechazado a las tropas del rey de Congo, invade y devasta las provincias del Sur. En el transcurso de esta expedición
aparecen las bravas hordas de los jaggas.
Uno de los sucesores, Alvaro que sube al trono en 1568, ve su reino invadido por los jaggas hasta el punto de que debe abandonar su capital, San Salvador, que es devastada, y se refugia en una isla del río Congo. Pide auxilio a Sebastian de Portugal que le envía, en 1570, una tropa de 600 hombres con la que rechaza a los jaggas. Después de una tentativa infructuosa para reconquistar al Ngola del Ndongo los territorios del Sur, debe renunciar a ello y reconocer la nueva frontera sobre el río Dende. Sin embargo, el rey de Congo conserva la poseción de la pequeña isla de Loanda, un poco más al Sur, donde se pescan cauris y donde los negreros europeos instalan un mercado de esclavos.
Los portuguese se aprovechan de la rivalidad entre el rey de Congo y el Ngola de Ndongo; en 1575 envían a este último a Paulo Díaz de Novais con siete buques, 700 soldados, algunos padres capuchinos, y un título que le confiere la propiedad de las tierras de las que pueda posesionarse. Es así como se sientan las bases del futuro Angola portugués. El objetivo real de esta misión es organizar el mercado de esclavos. Su política, la de los mercaderes y la de los gobernantes, en la medida en que apoyan a los mercaderes, va a consistir en favorecer las querellas entre las tribus y naciones africanas rivales, aprovisionándolas en fusiles que se pagan con cautivos que envían a Nuevo Mundo.
Alvaro II, el hijo de Alvaro I, le sucede a finales de siglo XVI. También él envía una embajada al soberano de Portugal, que a la sazón en Felipe II, rey de España; uno de sus objetivos es propocionar esclavos a las plantaciones españolas del Nuevo Mundo. Alvaro II pide el envío de nuevos misioneros, que le es concedido. Obtiene que la Santa Sede que sea creado un Obispado en San Salvador, siendo el obispo un portugués. No obstante, a pesar de estas manifestaciones de celo crisriano, los portugueses le consideran un aliado poco seguro. Incluso es posible que tanto la pedición de misioneros como la de creación de un obispado africano, tuviera por objeto, en la mente de Alvaro II, contrarrestar la actividad de los negreros y pedir apoyo de la Santa Sede contra ellos. Este apoyo fue efectivamente pedido; pero fue
otorgado débilmente y sin eficacia. Los portugueses y los jesuitas prefieren emplear su esfuerzo en Angola, cuyo gobierno parece más manejable: allí transfieren el centro de su acción, tanto misional como comercial y esclavista.
la implantación en Monomotapa
No obstante, el reino de Monomotapa sufre una doble presión: por un lado, los portugueses; por otro, los cangamirés.
Este nombre de Cangamira designa una dinastía que reinaba sobre el pueblo de los barotses(o rotses o lozis). Primitivamente vasalla del Monomotapa, esta dinastía se emancipa hacia fines del siglo XVI. Por otra parte, los cangamirés están instalados en Zimbabué, la fortaleza que los monomotapas abandonaron hacia mediados del soglo XV para trasladar su morada más al norte, sobre la vertiente de la mesa que da al valle del Zambeze. Son, sin duda, los cangamirés los que levantaron, sobre antoguos cimientos, las impresionantes murallas de las que se piensa que, al menos en su actual configuración, no datan más allá del siglo XVII. Los cangamirés habían hecho construir, por otra parte, recintos fortificados en muchos otros lugares, lo que hace suponer que establecían su autoridad por la fuerza.
Se dedican a hacer incursiones en el reino de Monomotapa, penetrando por el Oeste, mientras que los portugueses penetran por el este. Para defenderse de ellos, el Monomotapa Gasab Lusere acepta, en 1607, la ayuda militar de los portugueses; cede al rey de Portugal todas las minas de oro, de cobre, de plomo y de hierro de su territorio, comprometiéndose dicho rey a ayudarle a mantener su autoridad y a poner a su disposición las fuerzas necesarias para reducir a sus enemigos.
Este tratado no satiface a los portugueses que, en 1628, organizan una columna de 250 guerreros seguidos por 30.000 cafres, sus vasallos. Esta columna destruye los dos ejércitos del Monomotapa. La mayor parte de los señores del país son asesinados. Los portugueses imponen al Monomotapa un tratado que le coloca completamente bajo su dominación. Principalmente, debe aceptar el proselitismo misionero, autorizar la construcción de iglesias y eliminar en el espacio de un año a todos los moros, es decir, a los mercaderes árabes. Por último, debe otorgar a los visitantes portugueses el derecho de sentarse en su presencia.
El Monomotapa no es más que un fantoche portugués in autoridad, sin prestigio. Por otra parte, Gasa Lusere es reemplezado por un soberano que ha aceptado hacerse cristiano, al menos nominalmente. Los señores no le obedecen ya. Aparece la anarquía.
Lospotugueses habían pensado aprovecharse de esta anarquía para adquirir en propiedad absoluta las concesiones auríferas y explorarlas por su cuenta. Pero cada vez hay menos oro, pues los mineros africanos, a los que se les despoja de su oro a medida que lo recogen, se van a otra parte. A menudo, entierran las minas. Esto se convertirá en una práctica metódica: habiéndose apercibido de que las explotaciones mineras despiertan la avaricia de los portugueses, los africanos las cierran y borran sus huellas; se deja que el territorio rebobre su aspecto salvaje; se reproduce el desierto.
Si alguien tiene la pretensión de trazar un balance de la colonización portuguesa, digamos que al lado de todos los elementos negativos que hemos numerado, es preciso inscribir en su activo que los portugueses han introducido el cultivo de la caña de azúcar en Santo Tomé, que han traído de América del sur la mandioca, el maíz y la patata dulce. Estos son alimentos muy apreciados en las regiones ecuatoriales húmedas, que se extenderán y que permitirán una alimentación mejor, y por consiuiente, una ulterior expansión demográfica.