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Opinión Varios

La Pena Capital

Si has podido conciliar el sueño, a las 4.00 horas serás despertado para entre las 4.30 y las 5.00 a.m. tomar tu últimaINYECCIÓN LETALcomida. En algunos Estados como deferencia se te dejará elegir el menú de tu última colación. En caso de pertenecer a alguna religión mayoritaria recibirás la visita de tu sacerdote, rabino, pastor o equivalente. Si eres culpable te arrepentirás seguramente como tu último acto de cinismo, si no lo eres, lo harás pensando en todos los porqués. Por qué te asignaron al último cabrón de abogado que acababa de salir de la Facultad, por qué habrías de conocer a quien no deberías o por qué no el hijo puta que te va a clavar una aguja no se la mete por el culo, aunque quizá también pienses en esto siendo culpable. Entre las 6.00 y 6.15 te traerán la ropa con las medidas justas que te tomaron hace apenas unos días. Al concluir te llevarán a la sala circular recorriendo el corto trayecto que tantas veces has imaginado desde que te trasladasen a esa celda de aislamiento. Un último vistazo a los que te rodean, al equipo de enfermeros, a los testigos sedientos de tu sangre que no se derramará sino que se verá corrompida por el sodio pentotal, al representante legal que te repetirá la sentencia que conoces de memoria, con suerte a tu familia y, cómo no, la camilla de la que no te levantarás. Si tienes un poco de suerte y el enfermero es habilidoso no te pasará lo que a aquel muchacho de Ohio. Mientras te acuestas, te atan e introducen la vía piensas en las personas que antes han ocupado ese mismo lugar, en todas las que han recibido la pena de muerte, en los que, como en aquella película de Eastwood, se salvaron en el último momento, en los que mueren en otros países y de otra forma. ¡Hay que joderse! todavía tienes suerte de no morir apedreado o ahorcado o frito o degollado. Luego notas como la presión en tu brazo aumenta mientras dejas de sentir poco a poco, desde tus extremidades hasta el pecho. Pero todavía tienes tiempo de notar como tus músculos se agarrotan con la segunda de las inyecciones. Justo después tus pulmones se contraen dejan de respirar y adiós.

lapidacionNo sé si verdaderamente es así pero en el mejor de los casos así me lo imagino. La pena de muerte sigue en vigor en gran número de países y lo que es mejor, en los que fue abolida todavía hoy se escuchan a partidarios que la reclaman enérgicamente. Nos gusta rebozarnos en la miseria de preguntar y azuzar a la gente que sufre, a los familiares de las víctimas poniéndoles un micrófono delante para preguntarles: Ud. ¿Qué haría con él? ¿Qué esperamos escuchar? ¿caridad cristiana? Por eso no impera el gobierno de las víctimas porque sería el peor de los caos.

Si no puedes devolver la vida no tienes el derecho de quitarla. Sé que muchos pensarán que igualmente se debería aplicar a los asesinos pero si nos planteamos eso comentemos el mismo crimen que ellos y lo primero que nos debe separar de los criminales es el raciocinio (la moral). Además de esa forma jugamos con la sutileza de donde colocar la frontera. Es decir, quiénes han de recibir la pena capital. En nuestra cultura occidental hay quien lo tiene claro, asesinos y violadores. Pero hemos de entender que nuestra cultura no es la única y que engordaríamos nuestro ego si pensáramos que es la mejor. Por lo tanto si para nosotros el mayor atentado es el que se produce contra la libertad sexual y contra la propia vida como no aceptar que en otros ámbitos sea igualmente grave la traición, la injuria o en otros lugares el adulterio, la ofensa a la religión o la disensión política. Es más, si aceptamos que en nuestra cultura uno de los mayores crímenes es el que se comete contra la vida ¿cómo imponemos como pena ese idéntico crimen? Volvemos a lo mismo.

Pero lo peor es que lo revestimos de legalidad. Creamos una enorme paranoia que consiste en un darnos los unos a los otros golpecitos en la espalda mientras nos decimos qué bien estamos, qué bien lo hacemos y cuánta razón tenemos. Luego cada uno lava su conciencia (el que la tenga) como quiere o como puede. Nos escondemos entre la masa tanto para defenderla como para criticarla; nos contentamos inventando nuevos y modernos sistemas teóricamente indoloros; nos excusamos justificándonos o simplemente no tenemos necesidad de nada de esto porque no encontramos nadie que cuestiones nuestros actos, no existe ni la conciencia ni la vergüenzpena-muerte-aia pública.

Pero como alguien decía hace bien  poco nosotros podemos. Nosotros podemos cambiar nuestra Historia y dejar atrás esta práctica atroz. Aunque quizá este no sea el mejor de los ejemplos pues esa parece ser labor demasiado grande para el flamante premio nobel de la paz.

Sé que estos juegos de moralidad son sencillos cuando las cosas se ven desde la perspectiva de la lejanía porque es muy fácil hablar o escribir pero qué haríamos, mejor dicho, ¿que escribiría yo si me matasen a una hija?