No me considero ni mucho menos un entendido en la materia pero sí que he venido siguiendo los movimientos en el mundillo de los medios de los últimos años. Pedir que en España exista un medio del todo imparcial y no politizado parece ya un ejercicio de imaginación excesivamente arduo en el que ya solo nos entretiene creer en una definitiva evolución de la televisión pública. Contar aquí con algo semejante a la BBC británica resulta por tanto una quimera y más en un país en el que somos tan suspicaces a la hora de encontrar politizadas las noticias como, por el contrario, tan abierta y personalmente apolíticos. Hay quien opina que en realidad esto no es malo, que la contraposición de informaciones tendenciosas acaba por resultar o formar en el espectador una opinión propia, personalmente permítanme que lo dude y más en un mundo en el que tan acostumbrados estamos a la noticia, más que masticada, digerida y excretada.
Hace unos años el gobierno socialista abrió la manga para la entrada de dos nuevas televisiones privadas, La Sexta y Cuatro y pocos años más tarde y con la llegada de la TDT el dial se poblaba en sus franjas altas de emisiones de marcado corte conservador (incluso un poquito más). De aquellas grandes televisiones destacaba su, en principio, cercanía ideológica. La primera de tendencia izquierdista y con la inversión en productoras con marcado fin deportivo y medios complementarios (Diario Público); y la segunda perteneciente a un grupo bien conocido, Prisa. Durante su corto periodo de vida se han batido en duelo recíproco y global en el campo de batalla de la televisión. Las dos decidieron apostar por una televisión de “calidad” asociando el término casi exclusivamente a la no emisión de programas del corazón o sensacionalistas. Si Cuatro parecía renunciar a aquella premisa con la difusión de programas como Channel nº 4 o matinales como Las Mañanas y se marcaba tantos en la retransmisión de grandes eventos deportivos (Eurocopa 08) con un equipo contrastado en las ondas de la emisora del grupo (SER) y programas de producción propia de cierto éxito (Callejeros); La sexta respondía con la compra (o los litigios por esta) de los derechos del futbol, baloncesto o programas de humor como Se lo que Hicisteis (a partir de la crítica a programas del corazón) el Intermedio o Buenafuente, con más éxito de crítica que de público.
Tras la muerte del fundador Jesús de Polanco en 2007 los designios de la cadena del punto blanco parecen haber navegado a la deriva en las revueltas aguas de los medios españoles. Hace cosa de un año empezaron a escucharse los primeros rumores de fusión. Aunque la tendencia natural en lo que a líneas editoriales se refiere nos hubiese hecho pensar en una fusión entre las dos novatas, las cadenas veteranas veían en aquellas un suculento pastel al que se hacía difícil resistirse. Durante meses las uniones y rupturas “sentimentales” se sucedieron a ritmo vertiginoso pero la guinda del pastel la puso el anuncio de que Cuatro había comprado los derechos para la emisión de un mundial al que España parece acudir, de una vez por todas, como favorito real. Telecinco, más popularmente conocida como la televisión de Berlusconi, no pudo resistirse y, más que fusionarse, su exceso de pasión le llevo a absorber a Cuatro en el beso que sellaba el enlace.
Seguro que a lo largo del relato he omitido datos e informaciones probablemente muy jugosas e interesante pero ya avisaba de mi corto recorrido en este campo. Por ello ahora simplemente recogeré los hechos que a vuelapluma recuerdo haber observado desde que se juraran aquellos votos nupciales. Con esta sucesión no pretendo indicar que cada hecho sea consecuencia del anterior sino que simplemente queden aquí recogidos.
El periodista y director de informativos Iñaki Gabilondo, con una más que dilatada trayectoria en el grupo y que había abandonado las ondas de la Ser para capitanear el nuevo proyecto de noticias Cuatro (que a su vez había degenerado en un revuelto de difícil distinción entre noticias y opinión), anunciaba su despedida y retiro a las más tranquilas aguas de CNN+ (también del grupo). Cuatro anunciaba la venta de los derechos del mundial mediante “subasta” a Telecinco (oh! Sorpresa). El director de contenidos (Daniel Anido) y el director de informativos (Rodolfo Irago) de la cadena SER eran condenados por la emisión de parte del contenido del sumario sobre el caso Gürtel. Paco González director de Carrusel Deportivo, programa líder de la radio deportiva y de larga tradición y reconocimiento en las ondas de la radio nacional, era suspendido indefinidamente de empleo y sueldo (algo que acabará más que probablemente con su despido) por unas “diferencias” con la dirección de la emisora. Por su parte el locutor y presentador de deportes Cuatro, Manolo Lama, se hacia el Harakiri televisivo en una conexión en directo carente de toda sensibilidad y en busca de una risa fácil demostrando que si bien era un meritorio narrador de partidos también nos encontrábamos ante un pésimo periodista. La disculpa de Lama llegó rápida pero tras haber levantado una polvareda que no ha hecho más que recordarnos aquello en lo que se había convertido su espacio de deportes, en un pseudo-informativo de tintes sensacionalistas donde sólo se salvaban algunos videos rescatados de la producción de Canal+.
¿Cuál será el próximo paso?, ¿en qué derivará aquella andanza del grupo en la televisión?, ¿hacia dónde navega Prisa? Sólo el tiempo nos dará respuesta pero lo cierto es que la misma “casa” que se erigía garante de la imparcialidad ha censurado los comentarios de sus oyentes en Carrusel, la que mostraba sin pudor su actuación entre el 11 y el 14 M pide hoy a sus colaboradores que eviten el tema González. En las aguas de la información la nave de la empresa líder zozobra sin rumbo haciendo peligrar aquello en lo que algunos ven el equilibrio necesario entre informadores.