Al escuchar las noticias que relataban los náufragos de ciudades de riqueza sin límite ubicadas más al norte de la Nueva España, el Virrey de la Nueva España Antonio Mendoza organizó una primera expedición en busca de las siete ciudades de Cíbola dirigida por el fraile Marcos de Niza, que fue guiado por Estebanico. Esta primera empresa no tuvo éxito porque Estebanico fue asesinado en una aldea indígena, mientras que Marcos de Niza afirmó haber visto de lejos las siete ciudades de oro, pero afirmó no haber podido acercarse porque temía por su propia vida. La segunda expedición fue dirigida por el castellano Francisco Vásquez de Coronado que partió de Compostela Nayarit en el 1540. Era jefe de 300 españoles además de unos 300 empleados indígenas. En julio del mismo año, uno de sus lugartenientes, Tristán de Luna y Arellano, tomó poder de algunas aldeas llamadas Zuni, en el actual Nuevo México. Estos pueblos fueron reconocidos como las siete ciudades de Cíbola pero no fueron encontradas particulares riquezas o yacimientos. Coronado se dirigió hacia el norte con la meta de encontrar la ciudad de Quivira pero también esta aldea, cuyo nombre fue cambiado luego por el de Wichita, se encontró privada de riquezas. La cuarta empresa que exploró los actuales Estados Unidos meridionales fue aquella conducida por Hernando de Soto, el gobernador de Cuba. De Soto partió en el 1539 al frente de nueve naves, con seiscientos hombres bien armados y equipados. Rápidamente los españoles se enfrentaron con enormes dificultades ambientales, y muchos de ellos murieron de malaria cerebral.Cuando llegó a Alabama, De Soto asedió la aldea fortificada de Mabila, habitada por autóctonos Choctaw. El asedio causó más de mil muertos, pero al interior de la fortaleza no estaban las riquezas esperadas. De Soto murió en los meses siguientes tal vez a causa de una herida infectada. Sus peregrinaciones en búsqueda de enormes riquezas se tomaron como un desastre en el aspecto económico pero sus cronistas fueron los primeros en relatar detalladas descripciones de pueblos tribuales y de sus usos y costumbres. Lamentablemente esta búsqueda interminable de las siete ciudades de Cíbolay de un reino riquísimo, en donde los placeres materiales fueran satisfechos, causó el más grande genocidio involuntario de todos los tiempos. Los europeos, en efecto, transportaron varias bacterias y terribles virus, como por ejemplo el de la viruela. Este virus vivía principalmente en el interior del cuerpo de los animales transportados por los europeos (caballos, bovinos y cerdos). Cuando el virus tuvo contacto con los pueblos autóctonos fue una matanza: se estima, en efecto, que de las aproximadamente 25 millones de personas que habitaban en Norte América antes de la conquista europea (incluido México), unos 18 millones fueron diezmados por las enfermedades en los 50 años sucesivos.El norte del reino de la Nueva España, (correspondiente a los actuales Estados Unidos meridionales), volvió a ser poco interesante para los españoles y fue casi abandonado por aproximadamente un siglo.Cuando, en el 1672, los franceses se adentraron en el valle del Mississippi, al mando del explorador De la Salle, las grandes llanuras norteamericanas no estaban ya pobladas por numerosas tribus indígenas, sino que eran inmensas praderas casi deshabitadas.
Extraído de: http://www.yurileveratto.com/ Autor: YURI LEVERATTO