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2. Estructura y organizacion interna

Cargos militares y administrativos

Como toda unidad militar, el Tercio tenía una serie de rangos y cargos que facilitaban su organización:

-El maestre de campo

Era un capitán designado por el rey al cargo su compañía y de todo el Tercio. Podemos decir que era el mayor rango dentro del Tercio y por ello, era el único que contaba con una guardia personal de 8 alabarderos. Su función era el mano, impartir justicia, administración y asegurarse de que el aprovisionamiento de las tropas fuera el correcto.

Para lograr este distinguido cargo, era necesario haber cumplido una larga carrera militar, habiendo logrado en ella fama y reconocimiento, llegando su nombre a oidos del rey. En principio, solían ponerlos al cargo de una unidad formada por tropas extrangeras, y cuando demostraba su valía, se le daba un tercio de españoles.

Muchos tercios tenían el nombre de sus lugares de origen, pero había un número considerable de ellos que adoptaban el nombre y apelllidos de sus mestres de campo, como puede ser el Tercio Lope de Figeroa.

El sargento mayor

Era el ayudante principal del maestre de campo, el segundo al mando. No tenía una compañía propia como el maestre, pero sí tenía potestad sobre el resto de capitanes. Se encargaba de transmitir las órdenes del maestre, esablecer la formación del Tercio en el campo de batalla, el lugar de alojamiento de la tropa,… por lo que era un trabajo de gran responsabilidad. Por ello, contaban con un ayudante que solía ser el alférez de su antigua unidad.

Los tambores y pífanos

En principio eran 3, y constituían la segunda preocupación de un alférez después de la bandera, ya que eran los encargados de transmitir las órdenes del capitán en el combate utilizando sus  instrumentos, ya que era imposible llevarlas a viva voz en medio de la batalla. Además, con su música, subían la moral de los hombres. Había diversos toques, siendo los más básicos el de marchar, parar, retirada,…

El furriel mayor

Era el encargado de alojar a los soldados, de los almacenes y las pagas, así como también de la logística. Cada compañía contaba, además, con un furriel secundario encargado de llevar a cabo las órdenes del mayor. Cada furriel llevaba las cuentas de la compañía, la lista de soldados, así como preveía las armas y munición que necesitarían los soldados.

Para poder aspirar a este cargo, era necesario saber leer, escribir y tener conocimientos mínimos sobre matemáticas.

– El capitán

Era designado por el rey para mandar una compañía. Debía informar de cualquier inicidencia a sus superiores, pero no tenía la capacidad para castigar a sus soldados, y en caso de herirlos, no debía atacar ningún miembro de estos que fuera útil para la guerra. Tenía la potestad para dar licencia a un soldado y permitirle ir de una compañía a otra, pero jamás para abandonar el Tercio, pues era algo que únicamente podía autorizar el maestre de campo o el rey.

Solían tener un paje de rodela, que se encargaba de protegerlo con ella, por lo que normalmente salían mal parado de los combates.

– El alférez

Era el segundo del capitán, su brazo derecho. Un oficial de confianza, puesto que podía encargarse de dirigir la compañía en ausencia del capitán si este así lo requería. En las marchas, contaba con otro ayudante llamado sotaalférez o abanderado, que llevaba la bandera cuando no hubiese combate.

Su propósito era llevar y defender la bandera de la compañía en el combate, llegando en algunos casos a perder ambos brazos con tal de evitar que la bandera callera al suelo. Si esta llegaba al suelo, significaba que la compañía había perdido el combate, por lo que incluso llegaban a sujetarla con la boca, algo complicado, ya que pesaba 5 kg. La bandera siempre debía llevarse de forma vertical, nunca al hombro, pues si caía lo más mínimo, bajaría la moral.

– El sargento

Cada compañía tenía uno, y se encargaba de transmitir las órdenes de los capitanes a los soldados, de que las tropas estuvieran bien preparadas para combatir y que fueran ordenadas. Era el oficial con más especialidad en el cuidado de la disciplina y en la ejecución de cuanto se ordenara. En los servicios nocturnos, se encargaba establecer las guardias y supervisarlas. Podía castigar a los soldados con una alabarda especial que solo llevaban los sargentos, siempre y cuando no los incapacitara para el combate.

El empleo de sargento fue creado tras la Guerra de Granada, a finales del siglo XV, a petición de los capitanes. El soldado elegido para sargento, normalmente un cabo, debía ser apto, hábil, razonable y valeroso. Un joven recluta no podía ser sargento, pues era preferible que tuviese algunos años de antigüedad como cabo. Lo que no era un factor excluyente, ya que también podía ascender un soldado raso, pero siempre con experiencia.

En lo referente a la disciplina, no admitía réplicas de los soldados en cuanto a lo que concerniese al servicio del Rey. Debía mostrarse firme ante los cabos, estudiaba siempre las órdenes que recibía y las que daba. Fuera cual fuese la situación, ejecutaría las órdenes de sus mandos, y si recibía instrucciones de varios mandos sobre un mismo aspecto, acataría las del que tuviera mayor graduación.

– El cabo

Era un soldado veterano que tenía bajo su mando a 25 hombres. Se encargaban de alojar a los soldados en camaraderías, grupos más reducidos. Debían adiestrar a los soldados, asegurarse de que se cumplieran las órdenes del capitán y mantener el orden. De producirse algún desorden, no tenía poder para castigar a los soldados, por lo que debía limitarse a informar al capitán.

Debía vigilar especialmente las buenas relaciones entre los soldados que tenía bajo su mando. Para ello, se preocupaba por instalarlos en alojamientos por grupos con caracteres afines, para que no se produjeran enfrentamientos. Eran frecuentes las visitas a los alojamientos. Además, se ocupaba muy especialmente de los enfermos, transmitiendo al capitán las peticiones de hospitalización o convalecencia, aportando su opinión.

Aunque tenía un alojamiento separado de su cuerpo de guardia, debía ser soltero para estar el mayor tiempo posible con sus hombres. Su escuadra era su familia. Para cumplir mejor su función, debía llevar una vida honesta y de buenas costumbres, evitando el chismorreo o el bandolerismo con sus oficiales. De cumplir bien con las funciones de mando en su pequeña unidad, el cabo podía ascender en la escala de mando.

Además de los combatientes, el Tercio contaba también con otros miembros:

El cuerpo sanitario

No existía un cuerpo sanitario como puede haber en la actualidad. Cada compañía contaba con un solo médico profesional y un cirujano. Los camilleros solían ser los mozos que acompañaban a los soldados al combate o los propios soldados que cargaban con sus compañeros.

– Capellán

Cada compañía contaba con uno, y su función era dar fe a los soldados, enseñar el evangelio, ofrecer la santa misa y dar la extremaunción a los heridos de muerte. Era un trabajo arduo, ya que debían moverse por todo el campo de batalla para dar la extremaunción, y solían ser objeto del odio de los enemigos contrarios a la iglesia (protestantes u otomanos).

En 1587 es la orden de los jesuitas la que asume esta función, pero con la ordenanza de 1632 se crea el puesto de capellán mayor, encargado de elegir a los capellanes de las compaías, así como también ejercía de capellán en la compañía del maestre de campo.

– El cuerpo judicial

Estaba formado por un oidor, escribano, dos alguaciles, el carcelero y el verdugo. Se encargaban de llevar a término los procesos judiciales internos del Tercio, como si fuera un tribunal militar. También se encargaban de los testamentos de los soldados.

Un apunte que al menos a mi me ha resultado curioso, es la existencia de un cuerpo de Policía Militar, mandado por el barrahel. Se encargaba del orden en la tropa, la higiene en los campamentos, seguridad de los edificios y de evitar que los soldados se dispersaran durante las marchas.