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3. Técnicas y táctica de combate

Los sitios en Flandes

La guerra de Flandes no fue una guerra cualquiera, pues se desarrolló en medio de una amplia red de plazas fuertes de gran tradición militar. El éxito del sitiador dependía en gran medida de la ciudad que se decidiera asediar. En ocasiones, se dividía el ejército en varios cuerpos, cada uno simuladamente dirigido hacia el asedio de otra plaza fuerte. Esto tranquilizaba a la que realmente iba a ser sitiada, cuyos preparativos para la defensa serían menos importantes.

El sitio ideal consistiría en asfixiar la plaza fuerte cerrándole las comunicaciones, edificando fortificaciones contra salidas o socorros, y al mismo tiempo, batirla antes del asalto con la esperanza de que se rindiera. Sin embargo, al ser muchas, las plazas solían apoyarse mutuamente, por lo que el sitiador se veía obligado a vivir en campamentos atrincherado. La táctica consistía en abrir brechas en la fortificación enemiga midiante artillería o minas, para poder así lanzar un asalto.

Antes de llegar a esto, había muchas dificultades, ya que pocas plazas se rendían al primer cañonazo.  Ante todo, se debía proteger el propio campamento, instalado en el máximo límite del alcance de las armas enemigas. También era necesario cuidarse de las pequeñas escaramuzas holandesas, que salían de las ciudades con la intención de “clavar los cañones”. Esto consistía en clavar un clavo en el orificio por el que se prendía la mecha, lo que inutilizaba la pieza de artillería. Debían asegurarse, además, de que había provisiones y agua suficientes en la zona, así como la libertad de sus comunicaciones e impedir o dificultar las del enemigo.

Era necesario disponer de una provisión de materiales y útiles, en previsión de que se produjeran combates durante el periodo que durara el asedio, que en ocasiones se contaba por meses. Luego se creaba una red de trincheras que permitiera circular sin peligro  entre los alojamientos y las baterías de ataque. Esta se instalaba frente al punto de la fortificación enemiga por el que se pensaba realizar el asalto. Normalmente, estas baterías contaban con cañones de gran calibre para derribar murallas, mientras que contaban con otros más pequeños para acabar con atalayas o parapetos.

Con frecuencia, los disparos de la batería se complementaban con zapadores y minas, que socavaban las defensas enemigas bajo tierra, resquebrajando las murallas. Con esto se lograba derribar sectores enteros de las murallas, dejando una gran brecha por la que era posible realizar el asalto.

Este asalto lo llevaban a cabo las mejores tropas, encabezadas por piqueros. Mientras tanto, el resto del campamento permanecía dispuesto para cualquier contraataque en caso de que el enemigo resistiera, con los mosquetes preparados tras los parapetos. Esta técnica era muy útil, ya que a pesar de la abnegación de los soldados, no siempre lograban atravesar la brecha y tenían que retirarse.