Herculano
La leyenda transmitida por Dionisio de Halicarnaso narra que Herculaneum, como así la denominaban los romanos, fue fundada por Hércules. La apacible existencia de Herculano se vio turbada en el 79 d.C., cuando la erupción del Vesubio la cubrió con una espesa capa de lava y barro, que se solidificó en una roca dura. Las condiciones de excavación son por tanto muy diferentes que las de Pompeya, sepultada por las cenizas. En el siglo XVIII quienes la exploraron se contentaron con excavar galerías como las de las minas, por las cuales se dejó al descubierto el decorado de los edificios sin preocuparse por la arquitectura. El despeje completo con conservación no se llevó a cabo hasta el siglo XIX. Posteriormente, las excavaciones continuaron durante cortos períodos, siendo interrumpidas únicamente por las dos grandes contiendas mundiales.
En el recorrido tan sólo se pueden visitar 4,5 hectáreas, siendo los lugares más destacados el teatro, la Villa de Los Papiros y la Basílica Noniana. No obstante, si se desea se puede realizar un recorrido virtual por las calles y casas de Herculano, así como de otros lugares arqueológicos de interés, a través del Museo Arqueológico Virtual de Herculano.
Pompeya
Cerca de la moderna Pompeya, nacida en torno al Santuario della Madonna del Rosario, meta de peregrinaje célebre en Italia, se encuentran las excavaciones de uno de los centros arqueológicos más extensos y majestuosos del mundo. Dado su increíble estado de conservación, las excavaciones constituyen una fotografía absolutamente fiel de una de las ciudades romanas de mayor renombre y opulencia, testimonio de la intensa vida cotidiana de la ciudad. Las pinturas en las paredes, los dibujos obscenos, los lugares de reposo en las termas, los “carteles electorales”…El que recorre las calles de Pompeya tiene verdaderamente la sensación de haber vuelto atrás en el tiempo o de que este se hubiese detenido.
Desde sus orígenes, aún inciertos, el destino de la ciudad estuvo vinculado a su estupenda posición ante el mar; su puerto era la escala comercial de las localidades de interior, a las que estaba conectada mediante el cercano río Sarno, entonces navegable, y el punto de partida para los viajes por el Mediterráneo.
El terremoto que en el año 62 d.C. estremeció Pompeya y afectó a algunos de sus edificios no fue más que un preludio de aquel aciago día del 79 d.C. en el que la erupción del Vesubio anegó la ciudad y a sus habitantes en una espantosa nube de ceniza. Cuando se descubrieron los restos de Pompeya, hacia 1750, parecía como si por obra de un hechizo toda forma de vida se hubiera congelado. Se desenterraron los cuerpos de las personas junto con sus casas, templos, obras de arte y enseres.
[Imagen: Foro de Pompeya. Fuente: Wikipedia]
Entre las obras más interesantes realizadas se encuentra el foro, que ocupó una antigua explanada en torno a la cual se erigieron el macellum (mercado), la Basílica y el templo de Júpiter, y, tras la rehabilitación correspondiente, se desenterró el templo de Apolo preexistente.
[Imagen: decoración erótica en el lupanar de Pompeya. Fuente: www.imperioromano.com]
Casi todos los clientes de la posada -llamada hospitium o caupona– eran gladiadores, pues la gente importante se alojaba en casas particulares. Tanto aquí como en los burdeles (lupanari) las pinturas e inscripciones retrababan este mundo y los servicios que ofrecían a sus clientes tanto las mujeres como los muchachos.
“Veinte pasos de ancho, 500 de largo, con las ruedas de los antiguos carros aún marcadas en el suelo, pavimentada como las calles de nuestro tiempo y bordeada, a la izquierda y derecha, de monumentos funerarios“. Así describía Alejando Dumas las Via dei Sepolcri, descubierta durante las primeras excavaciones y que arranca de la muralla del noroeste.
La ciudad está rodeada de una muralla, construida en el s. V a.C. y varias veces restaurada hasta el siglo I a.C, en forma de elipse. Comprende un núcleo osco antiguo, en torno al foro, cuyas calles de trazado irregular nunca fueron rectificadas por completo, y los barrios helenísticos, distribuidos en torno a dos calles de dirección Este-Oeste (calle de la Nola y calle de la Abundancia) que cortan perpendicularmente a tres calles principales en dirección norte-sur. El foro, plaza rectangular, alberga en su interior el templo de Júpiter, convertido por los romanos en Capitolio, y junto a él el templo de Apolo; a su alrededor se alinean los principales edificios públicos: basílica judicial, curia, mercado…Al sur de la basílica se encuentra el templo de Venus, protectora de la ciudad. Hacia el este se halla el llamado foro triangular, antiguo santuario suburbano con templo dórico; el teatro, el Odeón, el cuartel de los gladiadores y el templo de Isis estaban instalados en este sector. En la época imperial, Pompeya contaba con cuatro termas públicas, una de las más importantes era la de Stabies.
[Imagen: Via dei Sepolcri. Fuente: www.flickr.com]
Al ser residencia de recreo de propietarios acomodados, Pompeya no tenía grandes edificios. La casa típica constaba de dos partes: una alrededor del atrio, y otra, más íntima, alrededor del peristilo; en ciertos casos había un primer piso con balcón y galería. La riqueza de la decoración de las paredes a menudo contrastaba con las modestas dimensiones de las habitaciones.
Las pinturas murales de Pompeya
Las pinturas murales de Pompeya fueron clasificas en 1886 por A. Mau en cuatro estilos, clasificación que sigue siendo válida en la actualidad.
El primer estilo, nacido en Grecia, se limitaba a imitar revestimientos de materiales preciosos mediante estucos pintados.
El segundo estilo apareció con la conquista romana y se caracterizaba por la creación de un espacio imaginario con perspectivas que simulaban construcciones reales; el ejemplo más notable de este estilo se encuentra en la Casa del Laberinto y sobre todo en la Casa de los Misterios, cuyo nombre procede de un fresco todavía no bien comprendido que representaba una ceremonia dionisíaca.
El tercer estilo apareció hacia el año 15 a.C, como fruto de una reacción racionalista y clasicista sabiamente distribuida en torno a una pintura central inspirada libremente en la pintura griega (Casa de Jasón). Sin embargo, durante el reinado de Claudio, ya se advierte una tendencia romántica en las pinturas de las casas de religioso Amandus y de Lucrecio Fronto, la cual desembocaría, en época de Nerón, en el cuarto estilo, con mucho el mejor representado.
Reanudando las tendencias fantásticas del segundo, el cuarto estilo abre la pared en perspectiva a un mundo imaginario; a menudo, las construcciones ficticias se inspiran en escenas de teatro, y los grutescos acentúan la nota surrealista; no obstante, por contraste intencionado, el centro de las paredes está ocupado por copias exactas de las obras clásicas griegas.
Las casas más notables del cuarto estilo son las de los Vetti, de Apolo, de Pinarius Cereales y de Octavio Quartio (de época Flavia). Además de las pinturas de interior, existen las decoraciones de la fachada que evocan escenas de la vida cotidiana, a menudo cubiertas de programas electorales de los sufragios que se preparaban en el momento de la catástrofe.
[Imagen: pinturas murales en Casa dei Vetti. Fuente: selma-desdemijaima.blogspot.com]