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Legado de Cervantes en Argel

El Instituto Cervantes es la institución pública creada por España en 1991 para la promoción y la enseñanza de la lengua española y para la difusión la cultura española e hispanoamericana. La sede central de la institución se encuentra en Madrid y en Alcalá de Henares (Madrid), ciudad de nacimiento del escritor Miguel de Cervantes.

El Instituto Cervantes está presente en cuatro continentes con más de 70 centros, 2 de ellos están situados en Argelia.

En Argel, lugar donde Miguel de Cervantes estuvo encarcelado, podemos localizar una sede del Instituto.

El Instituto Cervantes en Argel dispone de una amplia oferta académica: cursos presenciales y a distancia, generales, especiales y de formación de profesores, todos ellos adaptados a las necesidades de los alumnos argelinos e impartidos por docentes especialistas en la enseñanza del español como lengua extranjera. La calidad de la enseñanza y el empleo de la más avanzada tecnología son señas de identidad del Centro de Argel. Completamos nuestra oferta educativa con el Diploma de Español como Lengua Extranjera (DELE).

La biblioteca que el Instituto Cervantes de Argel pone a disposición del público en general el fondo más importante sobre lengua y cultura en español que se puede encontrar en Argel. Tres son los pilares que hacen única nuestra biblioteca: su importante colección de literatura, didáctica y lingüística, además de un nutrido fondo multimedia; la Colección Local formada por documentos referidos a las relaciones entre Argelia y España; y, finalmente, el fondo dedicado a Max Aub, escritor español especialmente vinculado a Argelia y que da nombre a nuestra biblioteca.

Las actividades culturales organizadas por el Instituto Cervantes de Argel, en colaboración con la Embajada de España en Argelia y con organismos argelinos, conforman un programa cultural completo y variado: conferencias, presentaciones, exposiciones, encuentros, proyecciones, talleres y conciertos; en definitiva, actividades que quieren ser un camino para el intercambio y el conocimiento entre dos culturas tan próximas como las nuestras.

Dirección:
9, Rue Khelifa Boukhalfa
16000 Argel – ARGELIA
infoarg@cervantes.es

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El Argel que no conoció Cervantes

Argel. La capital de Argelia.

Vista de Argel

Argel es la capital y la mayor ciudad de Argelia y la segunda ciudad más populosa del Magreb. Ello es debido a sus actividades terciarias, su industria y su papel histórico en la formación del estado argelino. [Imagen: vista de la ciudad de Argel. Fuente: viamedius.com]

Argel combina las múltiples actividades de una gran capital: políticas (ministerios, embajadas, administraciones), intelectuales (universidad, grandes escuelas, periódicos) y financieras. Es un nudo de comunicaciones: puerto marítimo, centro ferroviario y de carreteras; o el Aeropuerto Internacional de Dar el-Beida. Desde el final del período colonial se han desarrollado diferentes industrias: refino de petróleo, metalurgia de transformación, automóvil, agroalimentaria, etc.

Conocida como “Argel la blanca” por la luminosidad de sus edificios vistos desde el mar, en su día fue considerada como una de las ciudades árabes más románticas. Actualmente, es una ciudad moderna dividida en dos áreas diferenciadas: la zona nueva -de estilo europeo francés-, con museos, avenidas, ópera, teatros y cafés; y la ciudad antigua, con sus calles laberínticas, que fue declarada Patrimonio de Humanidad por la UNESCO en 1992.

[Imagen: la Kasbah de Argel. Fuente: mimundo.org]

La Kasbah de Argel

El Gran Argel, ciudad de grandes contrastes, está adosado a las alturas del Sahel, frente a una extensa bahía que se extiende hasta el cabo Matifou. En él se yuxtaponen los barrios viejos de la ciudad precolonial (la Kasbah), los antiguos barrios europeos del centro o de las cercanas extensiones (Bab el-Qued, Belcourt), los hermosos distrito de las alturas que dominan la bahía y, hacia el este, las extensiones industriales y las zonas suburbanas obreras recientes de Hussein Dey, El-Harrach, y Ruouiba.

El ambiente natural

Las tierras fértiles del litoral mediterráneo están limitadas al sur por las cadenas montañosas de los Atlas tellianos y saharianos, con una zona de mesetas entre ambos. Más al sur se extiende el desierto del Sahara, con un subsuelo rico en petróleo, gas natural e importantes yacimientos de hierro. La variedad de alturas y de climas en el norte posibilita una gran diversidad de cultivos, especialmente del tipo mediterráneo (vid, cítricos, olivo, etc.). La flora y la fauna silvestre se hallan gravemente amenazadas. Más de 30 mamíferos, 8 reptiles y más de 70 especies de aves se encuentran en peligro de extinción. La desertificación en el país afecta principalmente las regiones aledañas al Sahara. A esto debe agregarse una fuerte erosión hídrica que constituye un fenómeno muy grave que afecta a 45% de las tierras agrícolas (12 millones de hectáreas).

La Sociedad argelina

Los argelinos son mayoritariamente árabes (80%) y beréberes (17%). En el sur habitan grupos nómadas ligados a los tuaregs de Nigeria y de Malí. Cerca de un millón de argelinos viven en Francia. La principal religión es el Islam (98%), seguida del  Cristianismo (1%) y el Judaísmo (0,1%).

Aunque el árabe es la lengua oficial y mayoritaria, y el berebere se utiliza en algunas zonas,  el idioma francés es muy conocido fruto del periodo colonial; sin embargo, está siendo sustituido por el idioma nacional en la enseñanza y en la administración pública.

Actividades en Argelia

Miguel de Cervantes pasó los cinco años de cautiverio ideando y poniendo en práctica diferentes planes de fuga. Todos fueron fallidos y sólo pudo abandonar la ciudad en 1580, gracias al rescate pagado por los frailes trinitarios. Que distinto hubiera sido hoy día, y más si en lugar de estar preso, hubiera viajado a Argel de turismo.

Ruinas Romanas de Timgad [Imagen: Arco romano de Trajano, en las ruinas de Timgad. Fuente: Wikipedia]

En Argelia se puede hacer de todo. Si lo que a uno le gusta es la aventura nada mejor que explorar el desierto, adentrarse en sus grandes llanuras y reconfortarse en sus bellos oasis. Para hacer este recorrido es imprescindible protegerse la cabeza del sol, llevar reserva de agua y un buen saco de dormir; en algunos casos hay que llevar comida. Si se prefieren las bellas playas y calas solitarias, también Argelia ofrece un amplio litoral donde poder disfrutar del sol. También el amante de la arqueología y del mundo clásico puede disfrutar con las espléndidas ruinas que están repartidas por el país, además de apreciar los bellos paisajes que las montañas ofrecen. Otras posibilidades de entretenimiento son degustar la comida argelina en los variados restaurantes y recorrer los policromados mercados poniendo en práctica el regateo.

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El cautiverio de Argel

A principios de septiembre del año 1575, Cervantes embarca en Nápoles en una flotilla de cuatro galeras que se dirige a Barcelona. Nuestro autor llevaba consigo cartas de recomendación en las cuales don Juan de Austria y el duque de Sessa encomiaban sus servicios. Una tempestad las dispersa y “El Sol”, en la que viajaban Cervantes y su hermano, es apresada frente a las costas catalanas, por unos corsarios berberiscos al mando de Arnaut Mamí.

Selim I

[Imagen: el emperador otomano Selim I. Fuente: Wikipedia]

Los cautivos son llevados a Argel, donde Cervantes fue adjudicado, en calidad de esclavo, a Dalí Mamí, corsario de origen griego. Se conocen algunos detalles de los cinco años de cautividad que pasó Cervantes en Argel gracias a varias informaciones hechas más adelante en España, en las que declararon varios testigos, y por noticias contenidas en el libro de fray Diego de Haedo Topografía e historia de Argel (1612). Al encontrar en su poder, cuando fue hecho prisionero, las cartas de recomendación de don Juan de Austria y del Duque de Sessa, los turcos creyeron que Cervantes era una persona influyente pudiendo obtener un cuantioso rescate por él. Sus padres se endeudaron y vendieron parte de sus bienes con la finalidad de reunir la suma que los turcos pedían, pero sólo lograron reunir lo suficiente para rescatar a uno de ellos. El escritor prefirió que fuera su hermano el que recuperara la libertad. Se inicia así el período más calamitoso de su vida: cinco años de cautiverio en los baños argelinos, jalonados por numerosos intentos de fuga siempre fallidos.

España tampoco vivía buenos tiempos. La mala gestión económica del gobierno de Felipe II había llevado al país a la segunda bancarrota en 1575. Además, a pesar de la severa derrota en la Batalla de Lepanto, el poder de la Media Luna no había desaparecido del todo. Selim prometió recuperar la fuerza de sus naves y ya en 1573 se mostraba fuerte y poderoso, mientras los aliados de la Santa Liga deshacían, entre disputas internas, su coalición. Venecia firmaba por separado la paz con Turquía, con el consiguiente enfado del rey español, que se vio obligado a recordar a Su Serenísima que entre los objetivos de la Liga también estaban las plazas fuertes de Túnez y Trípoli, objetivos principales para los intereses españoles.

Efectivamente, en 1573 Juan de Austria se apoderó de Túnez, pero un año después una escuadra turca, todavía más importante que la hundida en Lepanto, reconquistó la ciudad. Aquella victoria fue magnificada por el sultán, haciendo de ella la demostración palpable del triunfo definitivo de la Sublime Puerta (el Imperio Otomano). Con esta victoria, los turcos manifestaban que el Mediterráneo occidental era todavía, mal que le pesara al rey de España, un mar turco.

La Sublime Puerta en tiempos del Imperio Otomano[Imagen: La Sublime Puerta en tiempos del Imperio Otomano. Fuente: Wikipedia]

Ese mismo año, Selim desafió nuevamente a todas las naves hispanas, arrasando los presidios españoles que vigilaban los estrechos de Sicilia. Nadie pudo oponerse. El sultán, como prometió, había vuelto a recuperar el prestigio perdido en Lepanto y demostraba que no había otro señor, sino él, en todo el Mediterráneo.

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Pompeya y Herculano

Herculano

La leyenda transmitida por Dionisio de Halicarnaso narra que Herculaneum, como así la denominaban los romanos, fue fundada por Hércules. La apacible existencia de Herculano se vio turbada en el 79 d.C., cuando la erupción del Vesubio la cubrió con una espesa capa de lava y barro,  que se solidificó en una roca dura. Las condiciones de excavación son por tanto muy diferentes que las de Pompeya, sepultada por las cenizas. En el siglo XVIII quienes la exploraron se contentaron con excavar galerías como las de las minas, por las cuales se dejó al descubierto el decorado de los edificios sin preocuparse por la arquitectura. El despeje completo con conservación no se llevó a cabo hasta el siglo XIX. Posteriormente, las excavaciones continuaron durante cortos períodos, siendo interrumpidas únicamente por las dos grandes contiendas mundiales.

En el recorrido tan sólo se pueden visitar 4,5 hectáreas, siendo los lugares más destacados el teatro, la Villa de Los Papiros y la Basílica Noniana. No obstante, si se desea se puede realizar un recorrido virtual por las calles y casas de Herculano, así como de otros lugares arqueológicos de interés, a través del Museo Arqueológico Virtual de Herculano.

Pompeya

Cerca de la moderna Pompeya, nacida en torno al Santuario della Madonna del Rosario, meta de peregrinaje célebre en Italia, se encuentran las excavaciones de uno de los centros arqueológicos más extensos y majestuosos del mundo. Dado su increíble estado de conservación, las excavaciones constituyen una fotografía absolutamente fiel de una de las ciudades romanas de mayor renombre y opulencia, testimonio de la intensa vida cotidiana de la ciudad. Las pinturas en las paredes, los dibujos obscenos, los lugares de reposo en las termas, los “carteles electorales”…El que recorre las calles de Pompeya tiene verdaderamente la sensación de haber vuelto atrás en el tiempo o de que este se hubiese detenido.

Desde sus orígenes, aún inciertos, el destino de la ciudad estuvo vinculado a su estupenda posición ante el mar; su puerto era la escala comercial de las localidades de interior, a las que estaba conectada mediante el cercano río Sarno, entonces navegable, y el punto de partida para los viajes por el Mediterráneo.

El terremoto que en el año 62 d.C. estremeció Pompeya y afectó a algunos de sus edificios no fue más que un preludio de aquel aciago día del 79 d.C. en el que la erupción del Vesubio anegó la ciudad y a sus habitantes en una espantosa nube de ceniza. Cuando se descubrieron los restos de Pompeya, hacia 1750, parecía como si por obra de un hechizo toda forma de vida se hubiera congelado. Se desenterraron los cuerpos de las personas junto con sus casas, templos, obras de arte y enseres.

Foro de Pompeya

[Imagen: Foro de Pompeya. Fuente: Wikipedia]

Entre las obras más interesantes realizadas se encuentra el foro, que ocupó una antigua explanada en torno a la cual se erigieron el macellum (mercado), la Basílica y el templo de Júpiter, y, tras la rehabilitación correspondiente, se desenterró el templo de Apolo preexistente.

Decoración erótica del lupanar de Pompeya

[Imagen: decoración erótica en el lupanar de Pompeya. Fuente: www.imperioromano.com]

Casi todos los clientes de la posada -llamada hospitium o caupona– eran gladiadores, pues la gente importante se alojaba en casas particulares. Tanto aquí como en los burdeles (lupanari) las pinturas e inscripciones retrababan este mundo y los servicios que ofrecían a sus clientes tanto las mujeres como los muchachos.

Veinte pasos de ancho, 500 de largo, con las ruedas de los antiguos carros aún marcadas en el suelo, pavimentada como las calles de nuestro tiempo y bordeada, a la izquierda y derecha, de monumentos funerarios“. Así describía Alejando Dumas las Via dei Sepolcri, descubierta durante las primeras excavaciones y que arranca de la muralla del noroeste.


Via dei Sepolcri

La ciudad está rodeada de una muralla, construida en el s. V a.C. y varias veces restaurada hasta el siglo I a.C, en forma de elipse. Comprende un núcleo osco antiguo, en torno al foro, cuyas calles de trazado irregular nunca fueron rectificadas por completo, y los barrios helenísticos, distribuidos en torno a dos calles de dirección Este-Oeste (calle de la Nola y calle de la Abundancia) que cortan perpendicularmente a tres calles principales en dirección norte-sur. El foro, plaza rectangular, alberga en su interior el templo de Júpiter, convertido por los romanos en Capitolio, y junto a él el templo de Apolo; a su alrededor se alinean los principales edificios públicos: basílica judicial, curia, mercado…Al sur de la basílica se encuentra el templo de Venus, protectora de la ciudad. Hacia el este se halla el llamado foro triangular, antiguo santuario suburbano con templo dórico; el teatro, el Odeón, el cuartel de los gladiadores y el templo de Isis estaban instalados en este sector. En la época imperial, Pompeya contaba con cuatro termas públicas, una de las más importantes era la de Stabies.

[Imagen: Via dei Sepolcri. Fuente: www.flickr.com]

Al ser residencia de recreo de propietarios acomodados, Pompeya no tenía grandes edificios. La casa típica constaba de dos partes: una alrededor del atrio, y otra, más íntima, alrededor del peristilo; en ciertos casos había un primer piso con balcón y galería. La riqueza de la decoración de las paredes a menudo contrastaba con las modestas dimensiones de las habitaciones.

Las pinturas murales de Pompeya

Las pinturas murales de Pompeya fueron clasificas en 1886 por A. Mau en cuatro estilos, clasificación que sigue siendo válida en la actualidad.

El primer estilo, nacido en Grecia, se limitaba a imitar revestimientos de materiales preciosos mediante estucos pintados.

El segundo estilo apareció con la conquista romana y se caracterizaba por la creación de un espacio imaginario con perspectivas que simulaban construcciones reales; el ejemplo más notable de este estilo se encuentra en la Casa del Laberinto y sobre todo en la Casa de los Misterios, cuyo nombre procede de un fresco todavía no bien comprendido que representaba una ceremonia dionisíaca.

El tercer estilo apareció hacia el año 15 a.C, como fruto de una reacción racionalista y clasicista sabiamente distribuida en torno a una pintura central inspirada libremente en la pintura griega (Casa de Jasón). Sin embargo, durante el reinado de Claudio, ya se advierte una tendencia romántica en las pinturas de las casas de religioso Amandus y de Lucrecio Fronto, la cual desembocaría, en época de Nerón, en el cuarto estilo, con mucho el mejor representado.

Reanudando las tendencias fantásticas del segundo, el cuarto estilo abre la pared en perspectiva a un mundo imaginario; a menudo, las construcciones ficticias se inspiran en escenas de teatro, y los grutescos acentúan la nota surrealista; no obstante, por contraste intencionado, el centro de las paredes está ocupado por copias exactas de las obras clásicas griegas.

Las casas más notables del cuarto estilo son las de los Vetti, de Apolo, de Pinarius Cereales y de Octavio Quartio (de época Flavia). Además de las pinturas de interior, existen las decoraciones de la fachada que evocan escenas de la vida cotidiana, a menudo cubiertas de programas electorales de los sufragios que se preparaban en el momento de la catástrofe.

[Imagen: pinturas murales en Casa dei Vetti. Fuente: selma-desdemijaima.blogspot.com]

Murales en Casa dei Vetti

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historia turismo

El Vesubio

Vesubio El Vesubio ocupa el sector central del Golfo de Nápoles, dominándolo y permitiendo contemplar todos sus rincones. Está formado por dos conos superpuestos; el más antiguo, la somma, forma un vasto hemiciclo de 4 kilómetros de diámetro, cerrado hacia el Norte (1132m) y desmantelado hacia el sur. Otro cono, más moderno, culmina a 1.270 m.

Una densa vegetación se adentra hasta las pendientes del cono principal; sin embargo, en algunos puntos, ésta se ve surcada por intrincadas lenguas de roca e irregulares bloques de piedra: se trata de coladas recientes del volcán aún no invadidas por la vegetación. En los fríos días invernales, a veces la nieve tiñe de blanco la cumbre del volcán; por el contrario, en primavera las retamas en flor colorean de amarillo amplias áreas de las pendientes del Vesubio.

Avanzando más al sur, se llega a Pompeya y Herculano, dos de los sitios arqueológicos más importantes del mundo: ambos son lugares de visita obligada.

[Imagen: Pompeya y el Vesubio. Fuente: wikipedia]

El escenario: antes de la erupción.

La zona afectada por la erupción es toda la superficie que se extiende por las pendientes del Vesubio. Está delimitada al norte por el Sebeto y al sur por el Sarno, ríos, que en la actualidad deben considerarse desaparecidos. También esta área, al igual que los Campos Flegreos, era particularmente fecunda porque estaba recubierta de productos volcánicos que al descomponerse permitían la producción de abundantes cosechas.

En esta fértil área, que fue escenario y motivo de importantes contiendas, se sucedieron numerosas civilizaciones: los oscos los cumanos, los etruscos y, finalmente, los romanos. Además del aceite, el trigo y la fruta, Roma se abastecía de importantísimos vinos provenientes de esta zona, entre los que se encontraba en vesuvium, dulce néctar que no podía faltar nunca en las mesas de los poderosos, y, según la mitología, tampoco de los dioses: no sólo Baco, sino también Hércules, cayó rendido a los pies de los ríos de vino. Sin embargo, tal como demuestran los grandes macellum (mercados) de Pompeya y Herculano, también en las pequeñas ciudades vesubianas reinaba la opulencia.

Erupcion del Vesubio año 79 d.C.

A diferencia de sus predecesores, los romanos, sobre todo en época augusta, además de desarrollar una vasta agricultura promovieron el crecimiento urbano y civil de Pompeya, Herculano, Estabia y Óplontis; algunos de ellos se convirtieron en destacados centros económicos y comerciales del imperio. Estas pequeñas ciudades estaban dotadas de una notable red vial, cuyas arterias principales eran la vía Noceara (desde Nocera llegaba a Neapolis) y la vía Solana. El enorme acueducto del Serino abastecía también Pompeya; por su parte, tanto Estabia como Óplontis contaban con activos puertos comerciales.

A lo largo de la costa surgían también villas exclusivas, propiedad de adinerados patricios y notables personajes de la elite romana, ricamente adornadas con amplios jardines e impresionantes frescos, en los que siempre se recurría al espectacular rosso pompeiano (rojo pompeyano, extraordinaria tonalidad creada en esta área).

También era importante la oferta de ocio, que contemplaba célebres complejos termales, numerosos teatros y anfiteatros, amplios foros, importantes escuelas y centros culturales.En resumen, el área vesubiana era un territorio poblado y desarrollado, con centros urbanos, villas lujosas, importantes infraestructuras civiles, campos cultivados y caseríos, capaces de garantizar una producción abundante y constante.

La primera persona que comprendió su naturaleza volcánica fue el geógrafo griego Estrabón (19 d.C.), que dejó escrito que sus rocas habían sido quemadas por el fuego. En el 79 d.C. una pavorosa erupción enterró las ciudades tendidas a sus pies y cambió decisivamente el paisaje. Cenizas y detritos cubrieron Pompeya, y Herculano quedó sepultado por un río de barro. Plinio el Joven aludió a la negra nube de humo que se elevó “como un gran pino desde la montaña. Su tío, Plinio el Viejo, murió asfixiado por los gases que envolvieron la zona. Hoy el volcán inspira a la par miedo y fascinación, y su actividad se halla permanentemente controlada.

[Imagen: Recreación de la erupción del Vesubio en el año 79 d.C. Fuente: misteriosdenuestromundo]

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El virreinato español

El último rey de la dinastía aragonesa, Federico I, tuvo que aceptar en 1503 la entrada de Gonzalo Fernández de Córdoba, quién se apoderó de la ciudad en nombre de Fernando el Católico. Nápoles pasó a ser durante el dominio español la capital de virreinato del mismo nombre, con una cierta autonomía formal.
En un primer momento, la nueva situación permitió una mayor expansión de la ciudad, que se convirtió en una metrópoli de gran importancia internacional, pese a lo cual manifestó repetidas veces su descontento hacia sus nuevos amos: en 1520 y en 1547 se rebeló contra la Inquisición. En 1528 sufrió un terrible asedio por parte de Francisco I de Francia y Enrique VIII de Inglaterra. La difícil situación fue salvada por la defección de Andrea Doria de las filas francesas y la muerte del mariscal Lautrec, lo que permitió la derrota total del ejército francés el 28 de julio.
Palazzo Reale Napoli La ciudad comenzó a crecer extramuros libre de obstáculos. Cerca de Castel Nuovo se construyó el Palazzo Reale, majestuoso conjunto que data de 1600. Con el trazado de Via Toledo y la reforma de Via Chiapa a mediados del siglo XVI, se desplazó el eje del desarrollo urbano, alzándose palacios aristocráticos a lo largo de la Riviera y Toledo. De la necesidad de albergar a las tropas surgió el Quartieri Spagnoli. También se erigieron nuevas iglesias y monasterios. Por entonces, Nápoles era con diferencia la ciudad más grande de Italia, con los consiguientes problemas de superpoblación y miseria.

Imagen: Palazzo Reale de Nápoles [Fuente: culturacampania.rai.it]
Sin embargo, la decadencia española iniciada a principios del siglo XVII repercutió gravemente en Nápoles, hasta el punto de que el descontento cada vez mayor por los crecientes impuestos fiscales cristalizó en la revuelta de Masaniello, revolucionario que primero pasó por héroe y después murió a manos de sus seguidores.
Frustrada la experiencia de gobierno republicano, y fallido el intento de ocupación francesa, los napolitanos debieron aceptar de nuevo el domino español, que utilizó continuamente las tensiones entre pueblo y nobleza, ora apoyando a aquél, ora apoyando a ésta.
El dominio español tocó a su fin en 1707, cuando, en virtud del Tratado de Utrecht, el reino de Nápoles fue cedido a Austria.

Del Renacimiento al Manierismo

El virreinato de la corte española conllevó una política de impuestos importante para la urbanización del área y en gran parte para la realización de obras destinadas a las iglesias.
Al principio del virreinato, el arte renacentista continuó dando frutos importantes, pero con el transcurrir del tiempo se tendió a la maniera moderna, es decir, al Manierismo, a una cierta fantasía y artificiosidad frente al clasicismo propio del Renacimiento. Llegaron al Golfo artistas y obras de todo tipo, entre ellas las de Rafael, que inspiraron a importantes pintores autóctonos como Girolamo da Salerno, Andrea da Salerno o Agustino Tesaruo.
Giordano BrunoEn escultura, en la corriente manierista cabe destacar a Giorgio Vasari y también a los españoles Bartolomé Ordóñez y Diego de Siloé, claramente imbuidos del lirismo de la obra de Rafael y Miguel Ángel.
En esta época, es importantísima la aportación napolitana a la literatura, con autores como Torcuato Tasso, y a la filosofía, con el célebre Giordano Bruno.

Imagen: Giordano Bruno [Fuente: oxfordseo.com]

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Carta de Rodrigo de Cervantes a su hermana Magdalena

7 de enero de 1575

Mi buena hermana Magdalena:

He recibido vuestra carta y ahora me dirijo a ustedes para relataros la suerte que hemos estado viviendo en estas tierras italianas. Muchas aventuras y desventuras nos han acontecido, querida hermana Magdalena, desde nuestra partida de Madrid. Cómo ya os conté en epístolas anteriores nos embarcamos en la galera Marquesa para prestar apoyo a las tropas venecianas y acometer contra los trucos en el golfo de Lepanto. Nuestro hermano Miguel, a pesar de enfermar de malaria y padecer altas fiebres, insistió en acompañarnos durante la contienda.

Querida familia, os he de comunicar que durante su convalecencia en Mesina, Miguel se ha recuperado bien de sus heridas. Me ruega que les envíe recuerdos y que les diga a ustedes que se encuentra bien.

Con todo, nuestro hermano es fuerte y valeroso, y debéis saber que el propio Don Juan acudió a visitarlo cuando estaba recuperándose por su gran acción heroica en la ofensiva. Este acto de gratitud que mostró el Infante sirvió para que Miguel, pese a haber perdido movimiento en su mano izquierda, decidiera incorporarse a la compañía de don Manuel Ponce de León, del tercio de don Lope de Figueroa, y participar en calidad de “soldado aventajado” en la campañas de Navarino y la Goleta, y otras más que no es preciso nombrar, para que no os aburra mi misiva.

Ya en cartas anteriores os he ido contando las excelencias y curiosidades de esta hermosa ciudad napolitana. Es una villa curiosa esta, pues frente a la frivolidad y bullicio de sus tumultuosas noches, Nápoles es una ciudad más bien devota: Se va a misa, se reza, se siguen las procesiones. Sin embargo, cada acto tiene un cierto rasgo pagano. La gente en la iglesia hace la señal de la cruz, pero, si de da el caso, también fa le corna (pone los cuernos). Los devotos tienen en casa imágenes sagradas, pero también amuletos, herraduras, cuernos de buey y el llamado corneto, que es un cuerno rojo similar al de un unicornio. Y unido a esta religiosidad y paganismo, de fe y fetichismo, se encuentra el milagro de san Genaro.

San Genaro [www.fluvium.org]

Magdalena, en esta villa se tiene mucha tradición a este beato. Cuenta la tradición que la nodriza del santo recogió la sangre del mártir en dos ampollas, y la piedra en la que fue decapitado enrojeció. Al poco tiempo, cerca de ese lugar se construyó una pequeña capilla, ampliada posteriormente hasta convertirse en la iglesia de San Genaro. Estando allí aconteció el milagro, y todo sucedió ante nuestros mismísimos ojos,  pues la sangre del santo experimentó, como todos los años, la licuación.

Me preguntabas en tu anterior carta si comíamos bien por estas tierras. Hablar de la cocina napolitana es hablar de mestizaje, pues conserva intactas sus raíces greco-romanas, sus sabores orientales, la influencia francesa y, como no, un poquito de española. Aquí tienen la soprassata, muy parecida a la sobrada mallorquina; pero todo ello marcado por el particular y original carácter napolitano.

En el golfo de Nápoles la comida es una parte esencial de la vida social. No se trata de un mero trámite sino de algo que se disfruta, una manifestación de la propia cultura celebrada en numerosas canciones, como en ´na pizza c´a pummarola ´ncoppa, una melodía típica en la que se habla de una chica a la que su pareja le ofrecía grandes lujos pero ella prefería “una pizza con tomate”.

Como curiosidad contarte que el primer libro de cocina italiano nació en esta ciudad. Es un recetario en latín del siglo XIV, Liber de Coquina, escrito por un cortesano de Carlos II de Anjou, donde intentó adaptar las costumbres culinarias del lugar a la corte francesa, introduciendo ingredientes fundamentales en esa cocina, como el perejil o la albahaca.

Me contaba un lugareño que no hace mucho han comenzado a entrar en la ciudad productos traídos de las Américas: el tomate, las habas, la patata. También comen el broccolo, muy parecido al brócoli español pero algo amargo. No en vano a los napolitanos se les llamaba mangiafoglie (come-hojas).

Pero sin duda alguna, la gran pasión culinaria de este pueblo es la pasta y la lagana o pizza, que es un disco de masa sobre el que se colocan diversos ingredientes.

Sólo me queda comunicarles que pronto partiremos hacia España. Hasta entonces, que Dios les proteja, y hasta pronto mi querida hermana Magdalena.

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Españoles en Nápoles

La presencia española en Nápoles.

El golfo de Nápoles constituye un espacio único no sólo por su historia y cultura, sino también por su heterogénea conformación geográfica. La posición privilegiada de este accidente terrestre ha seducido irresistiblemente a grandes viajeros, civilizaciones y, como no, a las principales potencias políticas dominantes del Mediterráneo a lo largo de los siglos.

Los aragoneses en Nápoles

Ya desde el siglo XIII, la Corona de Aragón había iniciado su expansión comercial por el Mediterráneo, a pesar de sus continuos enfrentamientos con Francia y el papado por el dominio territorial y mercantil. Pero no fue hasta el siglo XV, cuando el floreciente reino cristiano logró uno de sus principales objetivos: anexionar a la Corona el territorio napolitano.

Desde el siglo XIII, con la casa francesa de Anjou, Nápoles se había convertido en capital del reino angevino. A partir de entonces la ciudad creció rápidamente en importancia política, en población y en área urbana, al tiempo que la actividad económica y cultural (muy favorecida por el mecenazgo de los reyes) sufría un rápido incremento. Muy frecuentada por pisanos, genoveses y venecianos, la villa ofrecía ya entonces enormes contrastes sociales entre el lujo de un pequeño grupo y la miseria de una plebe sin trabajo.

Alfonso el Magnánimo

A la muerte de Roberto el Sabio (1309-1343), se abrió un periodo de querellas dinásticas, que acabarían con la entronización de Alfonso el Magnánimo, rey de Aragón y de Sicilia; éste se hizo con Nápoles tras un largo asedio (1441-1442), acabando con las aspiraciones de la casa de Anjou. [Imagen: Retrato de Alfonso V de Aragón “El Magnánimo” por Juan de Juanes. Fuente: Wikipedia]


Durante el dominio catalano-aragonés (1442-1504), Nápoles fue el eje de un gran imperio mediterráneo; la industria de la lana y de la seda llegó a su máximo apogeo y una corte fastuosa hizo de la ciudad un centro artístico de primer orden. En la villa se construyeron imponentes monumentos y se dotó a la ciudad de una nueva organización urbanística. En todas las obras se siente el influjo del arte catalán.

A pesar de todo ello, la dinastía catalanoaragonesa no consiguió hacerse con el favor popular debido, principalmente, a haber colocado a un gran número de catalanes en los principales puestos de la administración, de la política y de la economía. La corriente adversa llegó a su máximo apogeo en 1484, cuando la nobleza napolitana se sublevó contra Fernando I, hijo del Magnánimo y en 1495, año en que Fernando II, hijo de aquél, tuvo que huir de la ciudad al invadir el reino Carlos VIII de Francia. No obstante, gracias al auxilio de la Liga de Venecia, pudo volver a Nápoles el mismo año.

Dónde ver el Nápoles angevino y aragonés

Durante su estancia en Nápoles, Cervantes pudo entrar en contacto directo con los vestigios que estas dos dinastías habían dejado en la ciudad. En la actualidad, las sucesivas reconstrucciones ocultan con frecuencia la arquitectura primitiva. Sin embargo, todavía podemos encontrar construcciones de gran interés, como Castel Capuano o las iglesias como Santa Chiara, San Lorenzo, San Domenico Maggiore y Santa Maria di Donnaregina Vecchia, con su espléndida serie de frescos de la escuela de Giotto.  Y como no, el Castel Nuovo, originalmente angevino pero que presenta un gran número de elementos aragoneses.[Imagen: Claustro de Santa Chiara. Fuente: picasaweb.google.com]

El Renacimiento “aragonés”

Con la llegada de los aragoneses a la Campania se inicia el Renacimiento, aunque todavía se realizarían algunas obras artísticas propias del gótico tardío. En pintura, aparecieron rasgos y materiales ibéricos, y la influencia de los pintores flamencos fue más que evidente. Con la corte aragonesa, el arte en el Golfo asumió las tendencias europeas y se dejó influir tanto por la cultura franco-provenzal como por la ibérica, que a su vez influyó en ambas.

La adquisición por parte de los reyes aragoneses de obras de autores flamencos, entre ellas las de artistas tan célebres con Jan van Eyck, inspiró determinantemente a la pintura napolitana de la época. Uno de los mayores exponentes de la época es el napolitano Colantonio, el cual, con obras como sus tablas de San Lorenzo Maggiore, San Domenico Maggiore y San Pietro Martire, demuestra la influencia humanista de Piero della Francesca, aunque también los rasgos más marcados de la pintura borgoñona-provenzal.

Castel Nuovo

En cuanto a la escultura, hay que destacar la influencia tanto catalana como borgoñona en obras de claros tintes clásicos, como el Arco del Triunfo del Castel Nuovo o la puerta Capuana en Nápoles, al igual que los trabajos de escultores procedentes de Lombardía; un ejemplo de ello es el Succorpo del Duomo, obra maestra del renacimiento napolitano.

Hay que destacar también en esta época, el auge de las artes decorativas, en las que influirá de forma definitiva el gusto valenciano por la mayólica (obviamente, de procedencia árabe). El pavimento de la sala de los Barones en el Castel Nuovo, obra de Guillermo Sagrera, es buena muestra de ello.

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Un paseo por Nápoles

Plano turistico de Nápoles

Nápoles es la tercera ciudad italiana después de Milán y Roma, y la mayor del sur de la península. La ciudad que mira a una espléndida bahía, se extiende por la fértil llanura de Campania, ocupando las prominencias y depresiones formadas por antiguos cráteres volcánicos.

Esta metrópoli está a la cabeza de una región urbana e industrial que va desde Pozzuoli a Sorrento en el litoral y se extiende por el interior, llegando a Caserta, Capua y Mola. Sin embargo, la miseria y el paro tradicionales no han desaparecido, como tampoco los oficios ambulantes, sin olvidarnos del contrabando.

Nápoles es una ciudad muy visitada, no sólo por derecho propio, sino también como punto de partida hacia otros destinos cercanos como Pompeya, el Palacio Real de Caserta, las islas de Capri e Ischia o la Costa Amalfitana. La capital campana posee también un vastísimo patrimonio artístico y arquitectónico, que desde la década de 1990 ha sido relanzado con actividades como el “Mayo de los Monumentos” y por ser declarada parte del Patrimonio de la Humanidad en 1995.

El antiguo centro, detrás del puerto, está dividido en seis sectores bien diferenciados. Desde el siglo XVI, el centro administrativo y comercial de la ciudad fue creciendo en torno a Toledo y Castel Nuevo. El casco antiguo comprende el barrio de Spaccanapoli y Decumano Maggiore. El distrito Vergini, al norte de la garganta del Foria, conduce al parque de Capodimonte, donde está el palacio real. Certosa di San Martino y Castel Sant`Elmo dominan la colina de Vomero. En la zona de Chiapa, a dos pasos de las tiendas más elegantes de Nápoles, se hallan Castell dell´Ovo y Mergellina, rodeados de mar y espacios verdes. Al oeste quedan las preciosas ensenadas y pueblos de Posillipo.

Ahora sólo nos queda recorrer sus calles y disfrutar de los encantos que nos ofrece Nápoles.

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Viaje al corazón de la poesía

Cervantes mostró siempre una gran afición a escribir versos, pero los que compuso no se hallan, ni con mucho, a la altura de la prosa. Él mismo tenía conciencia de ello y exclamaba:

Yo que siempre trabajo y me desvelo

Por parecer que tengo de poeta

La gracia que no quiso darme el cielo…

Portada del Viaje al Parnaso

Esta confesión de humildad ha marcado la pauta a los críticos, que han visto facilitado su trabajo por la modestia cervantina; desde su época se le sigue considerando como vate menor, en gran parte por culpa de su fama como prosista. Así, Lope, en su desdén resentido, irá hablando de poetas:ninguno hay tan malo como Cervantes ni tan necio que alabe a Don Quijote“. No es, desde luego, una figura comparable a Góngora, ni a Lope, ni a Quevedo. En este sentido, en sus versos se perfila un esfuerzo por conseguir los ritmos, sus luchas con la rima y con el lenguaje, que carece de soltura.

El valor de su producción poética deriva, más que de la habilidad técnica del autor, del reflejo que en ella alcanza su rica personalidad y su aguda visión de las cosas. No constituye un conjunto esencialmente lírico, pero abunda en matices de ironía, de gracia o de emoción autobiográfica.

Pieza interesante dentro de la producción poética es el «Viaje al Parnaso», que cuenta el periplo al monte Parnaso de Cervantes y de los mejores autores poéticos españoles para librar una batalla alegórica contra los malos poetas.

Como el Canto de Caliope, se trata de un poema laudatorio a la poesía, en el que el autor hace una crítica literaria de los vates conocidos. Su interés estriba especialmente en la introducción de la persona física y moral de Cervantes, quien, exponiendo su situación de mísero, hace una crítica de sus contemporáneos a nivel personal: se presenta a sí mismo en tono irónico, algo amargado, pobre de gloria,cisne en las canas y en la voz no ronco y negro cuervo“. En el capítulo IV resumirá con turbada lengua y para la posteridad los servicios prestados a la literatura y la poesía.

(Imagen: Portada del «Viage del Parnaso» con retrato de Cervantes – Grabado de Bartolomé Vázquez de 1784. Fuente: www.cvc.cervantes.es)

El Viaje al Parnaso: un viaje literario

El poema cuenta un viaje literario, por geografías reales y míticas, en el que Miguel de Cervantes, montado en una mula, emprende la misión de reclutar a los mejores rapsodas españoles con el fin de librar una batalla contra los poetas mediocres de la época.

Para llevar a cabo su empresa viajará de Madrid a Valencia, donde con ayuda de Mercurio reúne un contingente de buenos poetas y se hacen a la mar en un barco alegórico, hecho de versos, con destino al Parnaso, donde librarán una batalla contra los poetastros que pretenden tomarlo.

En el viaje marítimo avistan Génova, Roma y Nápoles y consiguen pasar el peligroso Estrecho de Mesina, entre Escila y Caribdis, deidades a quienes tienen que aplacar ofreciéndoles el sacrificio de Antonio de Lofraso, al que finalmente no se llega arrojar al mar.

El primer encuentro entre ambos bandos se produce en el piélago, donde Apolo furioso decide castigar a los enemigos de la buena poesía. El dios olímpico hace naufragar el bajel de los malos rapsodas, pero gracias a la intervención de las artes amatorias de Venus la furia de Apolo es aplacada.

Después de la batalla, el ejercicio liderado por Cervantes llega a la falda del monte Parnaso, donde sus hombres beben de la fuente de Castalia y son laureados por el propio Apolo, dios de la poesía.

Los defensores del buen arte de escribir, tras un merecido descanso, en el que sueñan con la doble cara de la poesía (la elegante y la vulgar), entablan el combate final con el ejército de poetastros. Ambos bandos utilizan como munición los libros y los poemas, venciendo finalmente la buena poesía.

El Parnaso de Poussin

(Imagen: El Parnaso, de Poussin. Fuente: www.bunburyymas.com)

Considerado por los griegos como morada de las Musas y de Apolo, el Monte Parnaso (o Parnassus) es la patria simbólica de los artistas, la tierra de los poetas. En la mitología griega, Parnaso fue hijo de Poseidón y de una ninfa, responsable de la fundación del oráculo de Delfos, que luego fue ocupado Apolo, quien provenía del monte Helicón.

Del Monte Parnaso brotaban manantiales que formaban varias fuentes y la más famosa en la antigüedad era la fuente Castalia, rodeada de un pequeño bosque de laureles consagrados a Apolo. Cerca de esta fuente se reunían las musas y las ninfas, quienes bailaban y cantaban acompañadas de Apolo y su lira.

Con 2.457 m de altura, el Monte Parnaso es una de las montañas más altas de Grecia y a sus pies se alzaban la ciudad y el templo de Delfos. El monte se yergue al este del sitio arqueológico y una parte del conjunto montañoso forma el Parque Nacional, fundado en 1938. De gran valor natural por sus bosques, valles y roquedos, así como las especies florales y faunísticas que allí viven, el monte regala una de las vistas panorámicas más bellas del país (…).