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Madrid: de Villa a Corte

“Madrid está en el centro del país

como el corazón que tiene asiento

en el centro del cuerpo” (Felipe II)

La fundación de Madrid se debate entre la leyenda y la historia. Según cuenta la tradición, el valle del río Manzanares era un lugar cubierto de espesos bosques con abundante caza y escasamente habitado. Algunos cronistas de los siglos XVI y XVII quisieron dotarla de un noble origen, por lo que situaron su génesis anterior a la fundación de Roma. Al margen de leyendas, la primera presencia humana se atribuye a los yacimientos del cerro de San Isidro, en las terrazas del Manzanares. Corresponden al Paleolítico Inferior y Medio (hace unos 500.000 años). No obstante, hasta la Edad de Bronce no existe constancia de asentamientos más o menos estables.

Romanos y visigodos dejaron escasa huella hasta que, a mediados del siglo IX, los musulmanes decidieron levantar aquí un alcázar. Muhammad I, hijo del emir omeya Abd-al Rahman II, ordenó que se construyera en las riberas del Manzanares una fortaleza para controlar el acceso norte al valle del Tajo. El alcázar fue nombrado en los textos árabes como Mayrit o Magerit (“madre de las aguas”). Tras más de dos siglos de dominación, en 1083 Alfonso VI conquistó Madrid, que pasó a ser una villa repoblada y distinguida con el monasterio benedictino de San Martín, localizado en la actual plaza de las Descalzas. La estratégica situación de la villa en tierras fronterizas indujo a los reyes castellanos a reforzar sus defensas. Aun así, los musulmanes atacaron varias veces el castillo y, muy cerca de él, establecieron un campamento que pasó a llamarse “Campo del Moro”, el mismo lugar donde ahora se halla el hermoso parque del mismo nombre.

Imagen: Jardines del Campo del Moro [Fuente: www.fotomadrid.com]

Manzanares y la leyenda

Puente de Segovia: El más antiguo y hermoso de los puentes que salvan el Manzanares, del que aludiendo a su escaso caudal, Góngora dijo: “Eres de los arroyos, duque; de los ríos Conde”. Pero fue Lope de Vega quien mejor definió el conjunto del río y el puente cuando escribió:Manzanares tienes un hermoso puente bajo el que transcurres como río“.

Imagen: Puente de Segovia [Fuente: www.madrileñosenelexterior.org]

Cuestión de privilegios

A Alfonso VIII le debe Madrid la concesión de su primer reconocimiento. Fue en 1202 cuando se promulgó el Fuero de Madrid por el que su Concejo de la villa podía cobrar impuestos, administrar justicia, cerrar cañadas y cobrar peajes, entre otras atribuciones. En la primera mitad del siglo XIII, el concejo de Madrid participó activamente en algunas acciones bélicas: Batalla de Navas de Tolosa, sitio y toma de Sevilla. De esta época data la denominación de Madrid como “Villa del oso y del madroño”.

Desde este momento, Madrid aparece citado bien como residencia y lugar de reposo real bien como centro de acontecimientos políticos: en 1339 y 1340, Alfonso XI reunió Cortes en Madrid; Enrique III residió casi siempre en ella y durante su reinado se celebraron cortes con cierta frecuencia; Enrique  IV contrajo en Madrid segundas nupcias con Juana de Portugal (1455).

Al margen del desarrollo político, las artes y la cultura siguieron floreciendo: en 1508 se produjo la fundación de la Universidad de Alcalá. La carrera de Madrid para convertirse en capital del Imperio avanzaba, puesto que en 1544 se le concedió el título de “Villa Imperial y Coronada”. Casi dos décadas después, en 1561, la Corte, de la mano de Felipe II, se trasladó a la metrópoli. Pero eso es otro capítulo…

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El coloquio de los perros

La Novela Ejemplar El coloquio de los perros tiene como protagonistas a dos canes vagabundos que poseen la capacidad de hablar y razonar. De estas facultades se sirven para criticar la sociedad de la época en que vivió Cervantes. Estos personajes nos hablarán de primera mano acerca de la infancia de nuestro insigne escritor…

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Cipión: Amigo Berganza, difícil es la tarea encomendada por estos truhanes que están elaborando este blog sobre nuestro insigne creador don Miguel, y que no es sino la ardua misión de referir la infancia y juventud de nuestro mentor.

Berganza: Cipión, hermano, ya que se nos ha dado el don de la palabra, pasemos pues a realizar el discurso, como si fuéramos capaces de razón, sobre lo que hemos oído referir acerca de su infancia. Cómo bien sabes, toda la vida de Cervantes es muy similar a una novela o, por mejor decir, una sucesión de novelas, todas tan desafortunadas y dolientes como la de su propio personaje más ilustre e inmortal: Don Quijote.

Cipión: Es conocido que Miguel nació en Alcalá de Henares por aquellos años de 1547. Eran sus padres el cirujano D. Rodrigo de Cervantes y Dª Leonor de Cortinas, matrimonio que ya había tenido tres hijos, llamados Andrés, Andrea y Luisa. Después de Miguel conocieron el mundo Rodrigo y Magdalena. Mucho tuvo que peregrinar esta familia por numerosas villas andaluzas y castellanas para buscar el sustento.

Se comenta amigo Berganza que la familia tuvo que abandonar con prisas la ciudad de Alcalá, pues el padre de nuestro creador acosado por las deudas se dirigió a la próspera Corte que por aquel entonces se encontraba asentada en Valladolid. Pero la suerte de don Rodrigo era poca y holgazana, y por sus débitos impagados fue encarcelado durante seis meses del año 1552, quedando todos sus bienes embargados y la familia muy mal trecha de esta desventura. Sólo al ser atendidas por las autoridades las alegaciones de hidalguía fue don Rodrigo puesto en libertad.

Nota aclaratoria: La infancia de Miguel de Cervantes es una etapa muy poco conocida de su vida, pues apenas existe documentación significativa a ella referida. Ya desde el siglo XVIII los cervantistas han querido completar estas lagunas con hipótesis derivadas de determinados pasajes de sus obras e incluso matices de su prosa, no siempre bien interpretados. Sin embargo, todavía quedan muchos misterios sin desvelar, que afectan no sólo a la infancia del escritor, sino a varios momentos decisivos de su existencia. Así pues, atendiendo a lo más probable, parece ser que Miguel de Cervantes no cursó estudios en ninguna Universidad pero si que asistiría a algún Colegio de la Compañía de Jesús (en Valladolid, en Córdoba o tal vez en Sevilla)

Berganza: Continuemos ahora la plática Cipión después de esta breve interrupción que es poco tiempo el que tenemos para contar esta vida y los trances que en ella acaecieron.

Cipión: Después de los seis meses de cárcel que soportó Don Rodrigo por sus infaltables deudas, la familia se trasladó a Córdoba en 1553. Dos años más tarde, en esta ciudad, Miguel ingresó en el Colegio de los Jesuitas. El padre de nuestro escritor, aunque poco afortunado, siempre se preocupó por la educación de sus hijos. El joven Miguel, ávido lector, fue siempre un estudiante aventajado e ingenioso. Sus hermanas también sabían leer, cosa poco habitual para las mujeres de la época.

Berganza: Si bien recuerdas, Cipión, en la Novela Ejemplar El Coloquio de los Perros donde nosotros somos los personajes principales, nuestro creador realiza una breve descripción de las costumbres al acudir a estudiar a un Colegio de Jesuitas, y cito literalmente: “Este mercader, pues, tenía dos hijos: el uno de doce y el otro de hasta catorce años, los cuales estudiaban gramática en el estudio de la Compañía de Jesús, iban con autoridad, con ayo y con pajes, que les llevaban los libros y aquel que llaman vademécum. El verlos ir con tanto aparato en sillas, si hacía sol, en coche, si llovía, me hizo considerar y reparar en la mucha llaneza con que su padre iba a la lonja a negociar sus negocios, porque no llevaba otro criado que un perro…

Cipión: Así es en verdad Berganza, pero continuemos con la narración para que no se haga muy pesada a nuestros lectores. En 1556 la familia partió hacia Sevilla, ciudad que era la puerta de España a las riquezas de las Indias y la tercera en importancia de Europa en estos años del siglo XVI.

La familia Cervantes no se instaló definitivamente en la ciudad hispalense, sino que en el año 1566 se sintió atraída por la villa de Madrid, que había sido convertida en capital por Felipe II y que era en una de las ciudades más prósperas de España. Como ves, Miguel aún no había cumplido los veinte años y ya había vivido en cinco de las más importes y florecientes ciudades de España, había visto a su padre en prisión por sus deudas, había estudiado en diversos centros, sobre todo con jesuitas y, aunque no se sabe con certeza que tuviera una formación universitaria, es evidente que tenía una sólida base humanística. Si además le sumas el hecho de que dos de sus hermanas se ganaran la vida de forma no muy acorde con la moral, ya tienes las raíces de una familia novelescamente apaleada por su propia existencia.

Imagen: Grabado de la edición de las Novelas Ejemplares de Antonio Sancha de 1783 [Fuente: Wikipedia]