El último rey de la dinastía aragonesa, Federico I, tuvo que aceptar en 1503 la entrada de Gonzalo Fernández de Córdoba, quién se apoderó de la ciudad en nombre de Fernando el Católico. Nápoles pasó a ser durante el dominio español la capital de virreinato del mismo nombre, con una cierta autonomía formal.
En un primer momento, la nueva situación permitió una mayor expansión de la ciudad, que se convirtió en una metrópoli de gran importancia internacional, pese a lo cual manifestó repetidas veces su descontento hacia sus nuevos amos: en 1520 y en 1547 se rebeló contra la Inquisición. En 1528 sufrió un terrible asedio por parte de Francisco I de Francia y Enrique VIII de Inglaterra. La difícil situación fue salvada por la defección de Andrea Doria de las filas francesas y la muerte del mariscal Lautrec, lo que permitió la derrota total del ejército francés el 28 de julio.
La ciudad comenzó a crecer extramuros libre de obstáculos. Cerca de Castel Nuovo se construyó el Palazzo Reale, majestuoso conjunto que data de 1600. Con el trazado de Via Toledo y la reforma de Via Chiapa a mediados del siglo XVI, se desplazó el eje del desarrollo urbano, alzándose palacios aristocráticos a lo largo de la Riviera y Toledo. De la necesidad de albergar a las tropas surgió el Quartieri Spagnoli. También se erigieron nuevas iglesias y monasterios. Por entonces, Nápoles era con diferencia la ciudad más grande de Italia, con los consiguientes problemas de superpoblación y miseria.
Imagen: Palazzo Reale de Nápoles [Fuente: culturacampania.rai.it]
Sin embargo, la decadencia española iniciada a principios del siglo XVII repercutió gravemente en Nápoles, hasta el punto de que el descontento cada vez mayor por los crecientes impuestos fiscales cristalizó en la revuelta de Masaniello, revolucionario que primero pasó por héroe y después murió a manos de sus seguidores.
Frustrada la experiencia de gobierno republicano, y fallido el intento de ocupación francesa, los napolitanos debieron aceptar de nuevo el domino español, que utilizó continuamente las tensiones entre pueblo y nobleza, ora apoyando a aquél, ora apoyando a ésta.
El dominio español tocó a su fin en 1707, cuando, en virtud del Tratado de Utrecht, el reino de Nápoles fue cedido a Austria.
Del Renacimiento al Manierismo
El virreinato de la corte española conllevó una política de impuestos importante para la urbanización del área y en gran parte para la realización de obras destinadas a las iglesias.
Al principio del virreinato, el arte renacentista continuó dando frutos importantes, pero con el transcurrir del tiempo se tendió a la maniera moderna, es decir, al Manierismo, a una cierta fantasía y artificiosidad frente al clasicismo propio del Renacimiento. Llegaron al Golfo artistas y obras de todo tipo, entre ellas las de Rafael, que inspiraron a importantes pintores autóctonos como Girolamo da Salerno, Andrea da Salerno o Agustino Tesaruo.
En escultura, en la corriente manierista cabe destacar a Giorgio Vasari y también a los españoles Bartolomé Ordóñez y Diego de Siloé, claramente imbuidos del lirismo de la obra de Rafael y Miguel Ángel.
En esta época, es importantísima la aportación napolitana a la literatura, con autores como Torcuato Tasso, y a la filosofía, con el célebre Giordano Bruno.
Imagen: Giordano Bruno [Fuente: oxfordseo.com]
One reply on “El virreinato español”
necesito informacion sobre corte española en el virreynato del rio de la plata.GRACIAS