El día 20 de noviembre del año 1975 comenzó una nueva etapa dentro de la historia de España. La muerte del dictador Francisco Franco supuso para España el impulso para querer volver a la misma democracia que quedó en suspenso en el año 1936. Este nuevo régimen sería una monarquía, con la figura del nuevo rey Juan Carlos I de Borbón coronado el día 22 de noviembre de ese mismo año, buscando el monarca «liberarse de su origen franquista y dotarse de legitimidad propia y democrática, y el propio contexto internacional posibilitaron el cambio que se produjo a partir de 1975» (Fusi, Juan Pablo: 2012). Comenzó por tanto un largo y complejo periodo conocido como la Transición democrática.
Todos estos conceptos, poco a poco se fueron abriendo paso, tratando de romper las líneas continuistas del régimen, como fue el caso de la «continuación de la legalidad de la dictadura franquista» (Fusi, Juan Pablo: 2012) del presidente Arias Navarro, último jefe de gobierno del régimen de la dictadura entre noviembre de 1975 y julio de 1976. La situación se complicó con los atentados de la banda terrorista E.T.A. realizó entre los años 1975 y 1980, en los que perdieron la vida cerca de 236 personas; la extrema derecha radicalizó su actuación, cuando en enero de 1977 unos ultraderechistas asesinaron a cinco abogados laboristas relacionados con el partido Comunista; o más aún cuando el 23 de febrero de 1981 una conspiración de militares intentó un golpe de Estado para eliminar la incipiente democracia y tratar de volver al anterior régimen dictatorial, pero cuyo fracaso terminó de afianzar el nuevo régimen en España.
Habiendo visto esto, queda resaltar, que el clima de inestabilidad no termina ahí. Gritos de amnistía se alzaron en Cataluña, el País Vasco y en Galicia, donde grandes masas se pronunciaron a favor de la amnistía regional, mientras la policía reprimió estas manifestaciones. La situación nacional era complicada.
Así mismo, el 1 de julio de 1976, al terminar su mandato Carlos Arias Navarro, designó a una figura clave en el inmediato desarrollo de los acontecimientos posteriores, se trataba de Adolfo Suárez. El nuevo Presidente del Gobierno, respaldado por el referéndum popular del 15 de diciembre de 1976, en el que el pueblo español se manifestó a favor de la nueva senda democrática, llevó a cabo una serie de políticas decisivas, como fueron la legalización de los partidos políticos y los sindicatos, incluyendo el estigmatizado Partido Comunista, liberó a todos los presos del franquismo y convocó elecciones constituyentes el 15 de junio de 1977, las cuales ganó su recién creado partido la UCD, la Unión de Centro Democrático.
Nada más conformarse una nueva cámara de gobierno tras estas elecciones generales, se presentaron dos nuevos problemas a batir, la cuestión económica y necesidad de crear una nueva Constitución. Para combatir la situación económica, el Gobierno, los sindicatos y los partidos firmaron una serie de pactos que conformaban un plan de estabilización conocidos como los Pactos de la Moncloa del 27 de octubre de 1977. Al año siguiente, más concretamente el 31 de octubre de 1978, el Senado, el Congreso y el pueblo español en un referéndum aprobaron que España tuviera una Monarquía parlamentaria y un Estado autonómico con nacionalidades y regiones autónomas, cuyos derechos quedaban garantizados. Este nuevo texto constitucional promulgado el día 6 de diciembre de ese mismo año, reconocía y garantizaba todas las libertades democráticas, partidos políticos y sindicatos, abolía la pena de muerte, fijaba la mayoría de edad en los 18 años, formulaba un Estado aconfesional pero dando ciertos derechos a la Iglesia católica, legalizaba el divorcio y reconocía las libertades de empresa y de economía de mercado.
Muy importante, fue el pulso al que fue sometida la joven democracia con el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1982, cuando una serie de capitanes generales, encabezados por el teniente general de la Guardia Civil Antonio Tejero en Madrid y el capitán general de la región de Valencia, Milans del Bosch, quienes buscaban el visto bueno del rey para volver al régimen precedente, se vio truncado ante la actuación del Presidente del Gobierno Adolfo Suárez y el posicionamiento a favor de la democracia del rey. Días después, Leopoldo Calvo Sotelo sucedió a Suárez en el poder, mientras la sociedad española se preparaba para el inevitable y esperado retorno de la izquierda al poder, en la figura de Felipe González al mando del PSOE en las elecciones de octubre de 1982.
El nuevo presidente consolidó las autonomías e hizo ingresar al país en la OTAN, con la consiguiente entrada de España en la Comunidad Económica Europea, la reconversión industrial del país, la reforma militar o la modernización de las infraestructuras.
Con estas nuevas reformas, se fueron puliendo otros campos pendientes, como la mejora del deficitario sector público o la reconversión industrial, sobre todo de los sectores siderúrgico y minero. La lucha contra ETA se convirtió en prioritaria, hasta el punto que se llegó a conseguir el apoyo del gobierno francés y del PNV, partido con el cual el PSOE formó gobiernos entre los años de 1987 y de 1996, la lucha contra el terrorismo no sólo se quedó ahí, sino que este enérgico Felipe González consiguió aunar a todos los partidos democráticos en la lucha contra el terrorismo.
Habiendo recorrido ya diez años desde la muerte del dictador, a partir de 1985 la recuperación económica española comenzó a ser más que evidente, prolongándose esta situación hasta 1991, «España pareció convertirse en una de las economías y de las sociedades más dinámicas de Europa» (Fusi, Juan Pablo: 2012), el PIB creció a una media del 4,5% anual, la red de autopistas españolas aumentó considerablemente su tamaño, se inauguró el tren de alta velocidad, conocido como AVE (Alta Velocidad Española), aumentó considerablemente el número de turistas que visitaron España.
Un cambio de gobierno se dio en las elecciones de 1996, año en el que el Partido Popular, nacido de la refundación de Alianza Popular en 1987 ganó las elecciones, siendo ahora José María Aznar el presidente del Gobierno. Fue un «cambio político no traumático» (Fusi, Juan Pablo: 2009), debido a que el PP aprovechó el desgaste del PSOE, quien tras su larga etapa de gobierno había perdido apoyos tras la grave crisis económica de los años 1991-1993, el escándalo de la guerra sucia contra ETA y escándalos de corrupción.
Pues virando hacia la derecha política, en España se empezaron a ver políticas de disminución del gasto público, reducción de la presión fiscal y privatizaciones (las cuales afectaron a grandes empresas como Repsol, Telefónica o Endesa), políticas venidas de la mano del ministro de Economía Rodrigo Rato, las cuales hicieron que «la etapa de Aznar fuera el período de mayor crecimiento y de mayor creación de empleo de la historia española» (Fusi, Juan Pablo: 2012).
Así mismo, la lucha contra ETA pareció querer terminarse cuando en septiembre de 1998 ETA declaró una tregua (la cual duró 14 meses), los asesinatos siguieron sucediéndose, asesinando pues la banda terrorista entre 1996 y 2004 a 70 personas, entre ellas políticos del PP y del PSOE, como fueron entre otros Fernando Múgica, Tomás y Valiente o Miguel Ángel Blanco. En represalia a esto, la policía española asestó duros golpes a la organización, metiendo a más de cien activistas y a gran parte de su dirección en la cárcel. Llegando esta lucha anti-terrorista a cerrar periódicos simpatizantes de ETA y a que en junio de 2002 se aprobase una ley que prohibía los partidos colaboracionistas con el terrorismo, ilegalizándose en 2003 oficialmente el partido de ETA.
La violencia no pareció querer terminarse, cuando unos días antes de las elecciones de 2004, el trágico día del 11 de marzo, tuvo lugar un atentado terrorista en Madrid sin precedentes con un saldo de 191 muertos y 1500 heridos. Atribuido en un primer momento el atentado a la banda terrorista ETA, esta tragedia tuvo un causante muy diferente, la banda terrorista islámica Al Qaeda, la cual actuó en venganza contra España, por el apoyo incondicional que esta dio al presidente de los Estados Unidos George Bush en la impopular Guerra de Irak de 2003. Profundamente conmocionado quedó el país, y en medio de esa conmoción inició gobierno de nuevo el PSOE en la figura de José Luis Rodríguez Zapatero. Casi treinta años hacía ya del inicio de la democracia en España, y con ello se inició la etapa de la España de las autonomías, la cual se siguió rigiendo por el consenso entre los grandes partidos y definido por la Constitución de 1978. Como bien hemos visto, nada fue fácil para el país en estos treinta años «el paro, la temporalidad de muchos empleos, el envejecimiento de la población, la subcultura del alcohol y drogas de gran parte de la juventud, la educación, la vivienda, la violencia doméstica, se constituyeron como los grandes problemas del país desde la década de 1980» (Fusi, Juan Pablo: 2012).
Ostentando nuevamente el poder, el PSOE comenzó esta nueva etapa de la historia de España, a pesar de que el Estado de las autonomías estaba funcionando mejor de lo esperado, los problemas nacionalistas y de ETA seguían sobre la mesa, problemas nacionalistas que en el País Vasco los gobiernos no nacionalistas entre 1999 y 2009 del Lehendakari J. J. Ibarretxe abrieron la puerta a expresiones no nacionalistas dentro de esta autonomía.
Los grandes problemas que desde el siglo XIX habían condicionado la política del país (forma del gobierno, cuestión eclesiástica, organización territorial) ya parecían estar resueltos. Y los problemas que se empezaron a ver con el cambio de régimen en 1975, también parecían haberse dejado atrás, tales como la sucesión del Monarca en su hijo Felipe, Príncipe de Asturias, el ejército ahora subordinado al poder civil, o la cuestión religiosa, que a pesar de haberse distanciado la iglesia del Estado, seguían manteniendo el clima de respeto mutuo que la Constitución de 1978 definió. Ya dejó atrás España su estatus de país agrario o industrial, siendo ahora el sector de los servicios, en especial el turismo y la construcción, los que empezaron a sustentar la economía nacional.
La pertenencia de España a la Unión Europea, al contrario de lo que se había planteado en momentos anteriores, supuso la entrada de España a un amplio circuito en el cual fue partícipe desde el mismo momento en que entró allá por el año 1986.Así mismo España, la cual estaba etiquetada por una larga serie de estereotipos negativos, tales como la leyenda negra de los siglos XVI y XVII, el país de los «toreros y sevillanas», de la carnicería de la Guerra Civil o el subdesarrollo de la dictadura franquista. Derivaron en otros nuevos estereotipos, como un país de «turismo barato de las playas y el sol del Mediterráneo» (Fusi, Juan Pablo: 2012), cuyo nuevo modo de vida provocó en el año 2008 el estallido de una burbuja inmobiliaria, que ligado al resto de estallidos de crisis económicas por todo el mundo, cuyo origen vino de Estados Unidos, desembocó en el estallido de una grave crisis económica en España en la que hoy seguimos inmersos.
Bibliografía:
- CARR, Raymond. España 1808-2008. Ariel Historia, Barcelona, 2012.