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Comercio en el Mediterráneo

La Lucha de Felipe II por el Mediterráneo

Os dejo un relato sobre los enfrentamientos de Felipe II con los Turcos por el dominio del Mediterráneo.

“Hiciéronle, sin embargo, las primeras Cortes que reunió en Toledo una petición que atendió de muy buena gana. La insolencia de los musulmanes en el Mediterráneo había rebasado ya todos los límites imaginables. Sicilia, Nápoles, las Baleares, y hasta las costas mismas de España, eran asoladas impunemente por los turcos y Trípoli, la plaza fuerte que los Caballeros de Malta poseían en la costa africana, había sido tomada por el corsario berberisco Dragut Reis.

Las cortes suplicaron al rey católico que atacase a los infieles, enemigos tradicionales de España, y restableciese el poderío de los cristianos en el mar interior. Pero, a pesar de la simpatía que a Felipe le inspiraba y del vital interés que para sus designios ofrecía la empresa que se le indicaba, quedó ésta paralizada por el engorroso sistema introducido por él, de su personal inspección de todos los detalles administrativos, y por la innumerables trabas de carácter burocrático. El resultado fue que, lejos de descargar un golpe rápido y decisivo sobre los musulmanes, dióse tiempo a los turcos de reunir una gran escuadra, antes de que Medinaceli y el joven Doria tuviesen tiempo de conducir la escuadra española a las costas de Trípoli. (Febrero de 1560).

 Después de apoderarse de la pequeña isla de los Gelbes, en el golfo de Khabes, fueron sorprendidos al siguiente día por una gran flota de galeras turcas. Cundió el desaliento entre los caudillos españoles, que abandonaron la acción y, habiéndose apoderado entonces de sus fuerzas el pánico, cayeron 65 bajeles con 5000 hombres, en poder del enemigo, en tanto que otros 8000 consumidos por el hambre y faltos de toda esperanza, se defendieron en la isla. A las seis semanas de sitio solo 1000 de ellos conservaban la vida, los cuales se sostuvieron heroicos en la brecha, desafiando con sus desnudos pechos los asaltos de los infieles, hasta que todos fueron muertos o puestos fuera de combate. Este fue el primer revés importante sufrido por Felipe.

A partir de este momento, eclipsole el poderío español en el Mediterráneo por espacio de once años; y en medio de las calamidades y ansiedades que rodeaban a Felipe, relativas a su política internacional y a al a lucha por conseguir la unidad religiosa, la necesidad de defender el asolado litoral de su propio país y de vengar a sus expoliados y ultrajados súbditos fue siempre su constante pesadilla. Espero, firmemente convencido de que estaba librando una batalla por la causa de Dios, la cual había de ganar al fin indefectiblemente, Felipe, engreído siempre, no perdió jamás la esperanza; y, de la misma manera que había oído la noticia del desastre de los Gelbes sin dar muestras de desaliento, así también supo  las nuevas de la trascendental victoria de Lepanto (octubre de 1571), que le hizo recuperar la supremacía  del Mediterráneo, si n que una sonrisa de satisfacción animase su adusto semblante.”