Prácticamente desde que entré en contacto por primera vez con el latín y el griego, allá por mis años mozos de instituto, vengo escuchando repetidamente aquello de que las humanidades en general atraviesan un periodo de crisis y que los estudios clásicos en particular se han estancado o están en peligro de extinción. Mi estimado profesor de griego del bachillerato trató de advertirme, para que no siguiera sus pasos, cuando me dijo que ser filólogo clásico en España era como ser torero en Finlandia. Por suerte no le hice caso, pues ya me había entrado, aunque entonces no era todavía muy consciente, el gusanillo de las letras.
Intentaré hacer aquí un diagnóstico rápido de la enfermedad de este eterno paciente. Y lo hago motivado por el reportaje de hoy del equipo A fondo de Antena 3 titulado “Carreras en peligro” en la que aparecemos como especie exótica dentro del panorama educativo, y también a modo de comentario sobre las pertinentes observaciones del compañero A. Ortolá en su post “Para qué sirve el latín“.