Padeció graves episodios a lo largo de su vida por la “gota“, una enfermedad que le condenaba a no poder ni caminar en la mayoría de las ocasiones. Gran culpa la tenía su dieta, ya que despreciaba frutas, verduras y hortalizas, centrándose sólo en la carne. Las carnes de res y aves, con alto contenido en grasas favorecen el desarollo de la enfermedad y la misma no es contrarrestada por alimentos culpa de la exlusiva dieta cárnica de Felipe II. Cabe la posibildad de la herencia genética como agravante de la enfermedad, ya que su padre, el Emperador la padeció.
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