Tengo que reconocer que hasta el año 2007 no conocía de Maxwell más que algunas de sus contribuciones científicas: las ecuaciones del campo electromagnético, la distribución de velocidades moleculares, la estadística de Maxwell-Boltzmann o los triángulos de Maxwell utilizados en teoría del color. De su vida no sabía prácticamente nada y de otras contribuciones, como las relacionadas con la estructura de los anillos de Saturno, tampoco. Sin embargo, mi percepción sobre Maxwell y mi fascinación por su vida y su obra cambió tras la lectura ese año de la edición y traducción de su libro Materia y Movimiento realizada por José María Sánchez Ron. Su magnífica introducción (“Maxwell, su vida y su obra”) me permitió descubrir realmente a uno de los grandes de la historia de la física, que se convirtió desde entonces en “mi clásico favorito”.
Cuando tenía doce o trece años vi una película en televisión que me impresionó por sus aventuras, historias, secuencias, espectacularidad y colorido. Admito que la película me sigue gustando, hasta el punto de que en los últimos cuarenta años he vuelto a verla en numerosas ocasiones, tanto esa versión como otras dos que posteriormente se han rodado de la misma en 1977 y 2002. Se trata de Las cuatro plumas (“The Four Feathers”), película británica de aventuras basada en la novela homónima del escritor A. E. W. Mason, dirigida por Zoltan Korda y estrenada en el año 1939. La película narra las peripecias del joven Harry Faversham, hijo único de un antiguo oficial británico, miembro de una familia de grandes héroes militares, la mayoría heridos o muertos en combate, y educado en la mentalidad británica del siglo xix, del honor, el imperio y la reina. Sin embargo, más allá de eso la película también trata de los límites del miedo, de la heroicidad y de la cobardía e incluso hasta pueden vislumbrarse algunas referencias a lo absolutamente injustificada que es la guerra, algo bastante impensable en aquella época de preguerra mundial. Históricamente los acontecimientos tienen lugar años después de la muerte de Maxwell, pero el ambiente victoriano que se aprecia en cada fotograma de la película no sería muy diferente del que Maxwell vivió.
Mientras leía la introducción dedicada a la vida y la obra de James Clerk Maxwell en la edición y traducción de Sánchez Ron del libro Matter and Motion publicado por Maxwell en 1876, me venían a la memoria muchas de las imágenes de Las cuatro plumas y de aquel ambiente de la era victoriana: la biblioteca y sus cuadros, los grandes salones, los trajes, los carruajes de caballos, el baile, el honor, los diálogos, las frases perfectas, las conversaciones entre los jóvenes oficiales, etc. Ciertamente la vida de Maxwell transcurrió durante la consolidación de la revolución industrial en Gran Bretaña, en pleno auge del Imperio Británico y en la tradición victoriana del honor, el deber, la responsabilidad y los principios. Es evidente que todo aquello influyó en su vida y su obra.