Intocable

Cartel

Hace unas semanas estuve en el cine viendo Intocable. Como a mucha gente me pareció una película bonita, amena y divertida. Lleva al cine la historia real de un senegalés de los suburbios de París con un millonario tetrapléjico del que se tiene que ocupar.

Sin embargo una revisión crítica de esta película que ha arrasado en Francia y en Europa deja en evidencia aspectos que no fululan o que quizás… van demasiado bien. La película es un sin cesar de escenas facilonas que nada tienen que ver con la realidad de ocuparse de una persona totalmente incapacitada o de ser joven hijo de migrantes en los barrios duros del extrarradio de París. El aristócrata siempre está feliz y la única escena que muestra aspectos menos agradables de ocuparse de una persona discapacitada se resuelve dejando púdicamente unos guantes encima de la cama. La película es, al estilo Hollywood, un todo redondo, sin aristas y sin preguntas ni cuestiones pendientes: el protagonista saca a su hermano pequeño de las bandas, se hace íntimo del aristócrata, le enseña el sentido de la vida, le encuentra el nuevo amor…

A todo lo que acabo de decir cualquiera me responderá “Y ¿qué? ya sabemos que la historia no es real pero tenemos el derecho de pasar un buen rato en el cine; si hubiéramos querido ver un drama psicosocial nos habríamos metido en la sala de al lado”. Cierto, muy cierto. Y lo mío sería la simple crítica de otra película caramelizada si no fuera por un aspecto que es el que me empuja a escribir este post. El aspecto político. Si, el de la intencionalidad política que le veo a esta película y que por ejemplo no estaba (tan) presente en Bienvenidos al norte, el último éxito que enloqueció a los franceses. Todos sabemos que en Francia, y sobre todo en la ex-Francia de Sarkozy, la seguridad, la inmigración, las banlieues han sido politizadas e instrumentalizadas hasta un extremo sin precedentes. Simplificar, edulcorar e incluso falsear la realidad (el personaje real era argelino no senegalés) para, en el nombre de pasar un buen rato, mostrar esa visión buenrollista del típico banlieusard no es casual en una película que han visto veinte millones de votantes en un año de elecciones.

This entry was posted in Inmigración. Bookmark the permalink.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *