El nido de pájaro

Este es el oriental nombre que recibe el estadio olímpico de Pekín, una maravilla de la arquitectura y de la ingeniería diseñada por los prestigiosos arquitectos suizos Herzog & deMeuron y posee capacidad para 91.000 espectadores.

Esta aparentemente frágil mole de acero ha tardado algo más de 4 años en construirse, pesa 42.000 toneladas y puede soportar una carga adicional de 11.200 toneladas generadas por la cubierta y partes colgantes. Ha costado 4000 millones de yuanes chinos, unos 350 millones de euros.

Y bueno, éste es el resultado:

Estadio olimpico de Pekin (2008)

Un día en la vida de un parking

Curioso vídeo en el que se observa el ciclo de llenado y vaciado de un aparcamiento en superficie (o parking para los amigos) en la ciudad de Toronto (Canadá).

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Si tengo tiempo, prometo hacer un vídeo igual de alguno de los que rodean el edificio donde trabajo en la UA. Paciencia…

¡4, el Robocop!… ¡Perrea, perrea!

…o al menos eso debía tener en mente el dueño de este perro, que le inventó un “Robocop” lanzador de pelotas de tenis para que se entretuviera. Ojo, que el perro sabe exactamente cómo utilizarlo, es para verlo…

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“Ingeniero Geólogo” (BSO)

Sin duda está destinado a ser uno de los éxitos del momento, con permiso del Chiki-Chiki. Se trata de la canción “Ingeniero Geólogo”, interpretada por la cantautora Yolanda para la Escuela de Ingeniería Geológica de Mieres (Asturias). Probablemente ya la conozcáis, pero merece la pena volver a oirla… ¿lo merece?

PD: Para los seguidores de “Friends”, ¿su voz no os recuerda a cierta protagonista de la serie que también cantaba con su guitarra?

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Flujo laminar

Navegando por la red he visto este interesante vídeo, que me ha hecho retroceder a mis tiempos mozos de 2º curso de carrera, donde en Mecánica de Fluidos nos hablaban de flujo laminar, turbulento y número de Reynolds.

Abreviadamente, un fluido (líquido o gas) pude moverse formando remolinos (turbulencias) o en capas ordenadas (laminar). Esto suele ocurrir cuando la viscosidad del fluido es elevada, como en el caso de la glicerina empleada en el vídeo.

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AVE nuestro que estás en los suelos

Estas últimas dos semanas no han dejado de sucederse serios percances en las obras de construcción de la línea de alta velocidad a su paso por la ciudad de Barcelona, y que han afectado de forma directa a varios miles de personas. Cualquier analista político que se precie no dudaría en afirmar que desde que el Presidente del Gobierno fijó fecha a su inauguración, todo ha ido a peor. Y tendría su parte de razón; trataré de explicar por qué.

Desde la relativa ignorancia de los hechos concretos que ha podido desatar esta cadena de incidentes, me atrevo a mencionar una serie de medidas que deberían haberse aplicado a esta obra y, en general, a cualquier obra subterránea de cierta envergadura que se realice en un entorno urbano, es decir, fuertemente construido.

Para empezar, debe realizarse una afirmación inicial: cualquier actuación importante sobre el terreno –excavaciones, bombeos de agua, cimentaciones, túneles…- modifica su comportamiento, de forma que éste reacciona para adaptarse a su nueva situación. La pregunta inmediata es: ¿y cómo reacciona? Pues de diversas formas: comprimiéndose, dilatándose, desplazándose, empujando, relajándose e incluso desmoronándose.

Como consecuencia de estos movimientos, pueden verse afectadas construcciones e infraestructuras próximas a la zona sobre la que se ha actuado si no se toman las medidas preventivas necesarias.

¿Y cuáles son esas medidas? Pues en primer lugar, realizar una adecuada caracterización del terreno, investigando suficientemente sus propiedades para saber con qué nos estamos enfrentando. En incontables casos, un deficiente estudio del terreno ha sido sinónimo de percances, incluso de orden catastrófico. Subestimar el terreno siempre es un error que se acaba pagando muy caro.

Otra medida necesaria es emplear sistemas constructivos compatibles con el entorno de la obra, es decir, que provoquen una mínima afección sobre él. En campo abierto, por ejemplo, no hace falta tener tantas precauciones como en un entorno urbano, ya que en este último caso los movimientos de “acomodación” del terreno pueden afectar a edificios o infraestructuras colindantes. Además, en el diseño del sistema constructivo deben preverse acciones que puedan influir notablemente en el comportamiento del terreno, como lo han sido las fuertes precipitaciones caídas este último mes: el agua modifica las características resistentes del terreno, y por desgracia, lo hace a peor.

En ocasiones, especialmente cuando la obra es compleja o los plazos son muy ajustados, se pueden emplear medidas que, aunque más costosas económicamente, permiten trabajar con mayor comodidad y seguridad, lo que a la larga mejora el rendimiento global de la obra. Así, puede hablarse de técnicas de recalce (consolidación) de cimentaciones –principalmente el micropilotaje- para evitar daños en edificios y otras construcciones colindantes, especialmente si son antiguos; o de técnicas de refuerzo o mejora del terreno, existiendo una gran variedad de ellas en función de las necesidades. El problema de estas medidas complementarias es que deben estar cuidadosamente planificadas y ejecutadas antes de abordar la ejecución de la obra, no cuando ya sea tarde y los problemas hayan aparecido. Y es que muchas veces no hay tiempo –ni dinero- para estos “lujos”.

Pero la medida más adecuada –especialmente en época electoral- sería muy sencilla y económica: simplemente con poner un esparadrapo en la boca a todos aquellos políticos que osaran comprometer la seguridad de una obra queriendo establecer un plazo para su inauguración. Los plazos de ejecución de las obras deberían ser un tema tabú para ellos, incluso por ley, y que quedara exclusivamente restringido a los profesionales que verdaderamente sabemos lo que cuesta ejecutar una obra y, lo que es más importante, sus “tempos”: a veces no se puede ni se debe correr más, aunque exijan los intereses políticos de una determinada persona -Alcalde, Conseller, Ministro, Presidente o lo que sea- por muy poderosa que ésta pueda llegar a ser. Si no, las consecuencias se acaban pagando porque, aunque algunos aún no lo quieran ver, el terreno ni sabe de plazos electorales ni le interesa la política.

Publicado en Diario Información (06/11/2007)