Estoy realizando una investigación sobre la genealogía de mi familia.

Os presento a mi bisabuela por línea paterna. Se llamaba Enriqueta Soler Moreno. Su padre, Antonio Soler Bosca, tenía una fábrica de sombreros y una buena relación con los pintores valencianos del último tercio del siglo XIX. En este contexto se enmarca este retrato obra de Agustín Almar. Curiosamente puede contemplarse en el Museo de la ciudad de Valencia.

En su familia se cultivaban las bellas artes. Desde que era una niña fue educada en el amor al arte, ya que su padre, Antonio, era un enamorado de la pintura. Gracias a esa sensibilidad artística, se fueron formando colecciones de cuadros, de cerámica valenciana y otros objetos artísticos. Estas obras de arte, tras muchos años y después de las vicisitudes que se han ido sucediendo a lo largo del tiempo; actualmente, en una parte, todavía son de nuestro patrimonio familiar. Además, en el domicilio de mis padres, todavía se conservan muchos dibujos, principalmente retratos que realizó Enriqueta y su hijo José Enrique.

Gracias al hallazgo de una felicitación de Navidad, conocemos más sobre Antonio Soler Bosca. Fue escrita en el año 1968 por su nieto, José Enrique Galiana Soler. A este tio abuelo lo conocí en mi infancia, fue aparejador y escritor, gran amante de Valencia. Esta es la postal transcrita:

“A los 56 años de edad, murió mi abuelo paterno Antonio Soler Boscá; fue muy querido y conocidísimo en toda Valencia, dónde había nacido, como activo industrial en la fabricación de sombreros de fieltro y derivados, teniendo el obrador en la antigua plaza de Mirasol, número 2, con la denominación de “Soler y Noguer”. También fue muy aficionado a las Bellas Artes, a las que dedicaba el tiempo libre que le dejaban sus negocios, y cómo gran prócer, puso, a disposición de los pintores de la ciudad, su estudio, instalado en la última planta del indicado inmueble, que desplazaba 191 mts cuadrados, para taller gratuito: y allí lo frecuentaban los grandes pintores de su época, y los más asiduos eran Ignacio Pinazo Camarlench, Joaquín Agrasot, Juan Peiró, Borras Abella, Jiménez Aranda, el joven Agustín Almar, entre otros y el dinámico José Genovés Llansol, y que por cierto, de ese estudio saló el monumental lienzo de “El taronchero”, pintado sobre el año 1880 y fechado en 1892, y que colgó en la escalera de honor del Palacio de la Exposición, en la Alameda”.

“Andando el tiempo, la tienda se instaló en Abadía San Martín, 2, y la vivienda y sombreros de señora en la misma calle, número 10. En la primera se celebraban de siete a nueve de la noche charlas muy amenas figurando en ellas lo más selecto de la intelectualidad valenciana: catedráticos, músicos, pintores y periodistas y, entre otros sus más entrañables amigos d. Francisco Peris Mencheta, d. José Mª Machí y todos los pintores citados. También contribuyó Antonio Soler en todo lo concerniente a las inaguraciones de los monumentos al pintor Ribera, en la plaza del Temple, y al rey d. Jaime, en el Parterre”.

De hecho, “Ignacio Pinazo. Hijo de una familia modesta; a los quince años ingresa en la Academia de San Carlos. Hasta 1870 debió combinar sus estudios nocturnos con el oficio de sombrerero“. Es decir, trabajo con mi tatarabuelo Antonio Soler.

“A principios del XX, la fábrica Settier continuaba fabricando sombreros de paja, sombreros de lujo y sombreros ingleses para niños. Pero ya no estaba sola en el mercado. En 1875, Antonio Soler Boscá, había conseguido inscribir la marca de sus productos”. La Industria Valenciana en torno a la Exposición Regional de 1909 / tesis doctoral de Miguel Sanchez Romero. Valencia : Universidad Politécnica,  2009. p. 137.