La geografía de la actividad trashumante española muy diversificada por la gran variación climática y topográfico de la Península incluye un invernadero poco estudiado hasta ahora, aunque bien delimitado: el invernadero mediterráneo, una franja paralela al mar, que comprende los terrenos litorales y prelitorales, y que presenta hoy su límite septentrional en el Delta del Ebro y meridional en las tierras murcianas de la Vega del Segura.
Este invernadero muestra una serie de rasgos propios, tanto desde la perspectiva histórica como desde la geográfica, en torno a los que se individualiza dentro del contexto trashumante peninsular, al que viene a enriquecer y, en alguna medida, a completar.
En primer lugar destaca su vasta extensión y su notable desarrollo latitudinal.
El segundo aspecto que claramente lo distingue de otras regiones trashumantes peninsulares es de tipo histórico.
El tercer rasgo a destacar del invernadero tiene nuevamente fundamentos geográficos; se trata de su proximidad al agostadero y de la complementariedad entre la vocación agrícola y ganadera de uno y otro.
La actividad pecuaria trashumante y la cualificación de sus efectivos constituyen capítulos obligados en el estudio de esta zona. También se ha prestado especial atención a aspectos como el antecedente histórico, la red de vías pecuarias y las características de las explotaciones en que se sustenta la base económica de la actividad. Alrededor de todo ello se conforma la compleja singularidad del invernadero mediterráneo.