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Reflexiones personales

25 años de maestro

El pasado viernes, 30 de noviembre de 2007, a las 19:00 h., en el salón de actos del aulario II de la Universidad de Alicante, tuvo lugar la celebración del 25 aniversario de los alumnos de esta universidad que terminaron sus estudios en el curso 1981-82. Es un acto muy emotivo, ya que me permitió  reencontrarme con los compañeros de estudio, a la mayoría de los cuales no veía desde hacía veinticinco años. Además, tuve el privilegio de hablar en nombre de los titulados de Magisterio. A continuación reproduzco la intervención.

 

(Saludos)

 

Es para mí un ORGULLO y un HONOR hablar en nombre de mi promoción, los Diplomados en Profesorado de E.G.B. del año 1982. Porque ese es el término que aparece en nuestros títulos “Diplomados en Profesorado de E.G.B.”. Creo que ha sido un gran acierto recuperar al término maestro. Quiero reivindicar públicamente esta denominación, con todo lo positivo que el término encierra. Me gustaría que me recordaran como “un buen maestro” (pero de aquí a muchos años, que aún tengo “cuerda para rato”).

Hace un par de años mi hija Berta me entregó el día del padre una tarjeta de felicitación que decía “convertirse en padre no es difícil, ser un padre sí”. Y desde entonces utilizo la versión “convertirse en maestro no es difícil (auque algunos piensen lo contrario), pero ser un maestro sí”. El hecho de tener alumnos no te convierte en profesor. Por tanto muy bien lo debieron de hacer nuestros profesores de Magisterio y algún maravilloso “veneno” nos debieron de inyectar para que llevemos en la sangre la profesión de maestro. Nunca dejaré de ser maestro, aunque trabajara en otras cosas.

A menudo comento, medio en broma aunque totalmente en serio, que desde que por primera vez mi madre me llevo a la escuela cuando tenía 3 años, todas las mañanas de mi vida (menos los festivos y vacaciones, claro), me he levantado para acudir a un aula. Primero como alumno, después como alumno y profesor y ahora como profesor. Pero en cualquier caso, siempre para APRENDER. Al principio aprendí de mis maestros, ahora aprendo de mis estudiantes (que no alumnos, ya que alumno, según algunas versiones significa el que no (a-) tiene luz (-lumno) y hay que iluminar, y muchos de ellos tienen “muchas luces”).

 

 

1979-1982. Tres años inolvidables.

 

Aún recuerdo mi primer día en Alicante. La primera vez que no tenía a mi madre esperando en casa con la comida preparada y la seguridad del hogar familiar. Más recordarán mis compañeros de piso mi primer “puchero”, con la gallina tal como me la dieron en la carnicería, es decir, con alguna pluma que otra (¿eh Rafa?). Pero nos lo comimos muy a gusto (“cuando el hambre aprieta …”). El salir de casa y sobrevivir formaba parte de nuestra formación universitaria. En eso creo que han perdido mucho los universitarios de ahora, que gracias a la gran mejora de las comunicaciones, vuelven todos los días a sus casas.

 

¡Cómo hemos cambiado!

 

Bueno, todos menos yo, que sigo igual. Por lo menos así me siento, igual de joven, aunque con el pelo un poco más blanco (bueno seamos sinceros, totalmente blanco). ¿Será porque nosotros cumplimos años pero nuestros alumnos siempre tienen la misma edad? Algo se tiene que pegar, ¿no?

 

Pero el entorno SÍ que ha cambiado. Y mucho.

 

Si no, imaginaros aquí a mi lado al “Naranjito”, la mascota del mundial de 1982 que se celebró en España el año que nos titulamos. Y aquí en Alicante se jugaron algunos partidos de la fase previa. Acordaos de los jugadores de la selección española, con esos pantalones cortos o a Maradona, al que fuimos a ver jugar. ¡Esos sí que han cambiado!

 

Pensad sino en la Universidad de Alicante de entonces y mirad el campus de ahora. ¡Qué pasada! A nosotros nos es más difícil ya que la Escuela de Magisterio estaba en el Castillo de San Fernando, aunque subíamos de cuando en cuando a la Universidad (por lo menos a todas las fiestas que se celebraban aquí). Recuerdo con cariño la vieja Escuela, con su aneja. En eso creo que la Facultad de Educación ha perdido. Tener en las mismas instalaciones una Escuela era un gran acierto. Espero que la nueva Facultad de Educación lo tenga en cuenta. Mirad también la propia Escuela Universitaria de Formación del Profesorado, ahora convertida en Facultad de Educación. ¡Esto sí que han cambiado!

 

Imaginaros la cara que pondrían vuestros alumnos o vuestros hijos si le dijerais que cuando estudiabais no existían ordenadores, ni “la Internet”, ni las videoconsolas. No se lo creerían. Nos verían como verdaderos carrozas, como “dinosaurios” a punto de extinguirse (que es lo que somos). ¡Vaya si ha cambiado el mundo!

 

 

Pero qué bien hicieron su trabajo nuestros profesores de Magisterio. Ya que nos prepararon para poder desenvolvernos en un mundo que ni ellos se imaginaban. Y estamos formando, y personalmente y en contra de lo que aparece en prensa y digan los “sesudos” estudios, MUY BIEN a los chavales (que al fin y a la postre son los que tirarán del país en un futuro cercano … y pagarán nuestra jubilación). Quiero dar las GRACIAS por ello a NUESTROS PROFESORES porque lo hicieron francamente bien, ya que estamos sobreviviendo en este mundo (aunque sea con la mayor tasa de bajas por depresiones).

 

Pero las cosas buenas de esos años, como la música de Alan Parsons Project y Supertramp que escuchábamos en esa época, o las películas Blade Runner y Desaparecido de Costa-Gavras que vimos en el cine, o las novelas Volavérunt o Cien años de Soledad que leímos con fruición en nuestro tiempo libre (que no era mucho), y por supuesto la promoción de maestros de 1982, no caducamos nunca ni pasamos de moda.

 

Han pasado 25 años, pero aún quedan por delante, al menos, 25 años más en los que vamos a estar “dando el callo”

 

Muchas gracias.