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La Princesa Viuda de Gales

La muerte de Arturo  no logró deshacer el enlace entre Inglaterra y España. Los Reyes Católicos querían seguir manteniendo la alianza y para ello se firmó un nuevo tratado entre los mismos y Enrique VII gestionado por el embajador Puebla. Catalina se casaría con Enrique Tudor, el hermano de su difunto esposo y el nuevo heredero a la corona inglesa.

La buena relación de los reyes de España con el papado, propició que se les otorgase la dispensa matrimonial sin problemas. Sin embargo, el periodo de viudedad fue muy duro para Catalina que aún no contaba con 20 años. La muerte de su madre y la poca asiduidad con la que su padre le escribía, hicieron que la joven pasase un tiempo de soledad, (seguramente con sentimientos de abandono y confusión en una tierra extraña y con un lenguaje que no dominaba del todo). En estos momentos, es importante la figura de Elvira Manuel, que la había acompañado desde su partida de España.  Su simpatía hacía Ayala habían propiciado un distanciamiento de la princesa con el embajador Puebla, el que le hubiese podido explicar mejor su situación.

Desde España tampoco llegaba dinero, y el séquito que acompañaba a la futura reina se ocultaba para que la corte británica, (que cada vez los despreciaba más),no viera sus harapos. Se escondían en los aposentos que el rey de Inglaterra les ofrecía, algunos edificios anejos al palacio de Greenwich, habitaciones sobre los establos en Richmond, una casa en ruinas en Fulham. No había dinero para sus sirvientes,  para nuevos uniformes o vestidos y lo más grave era que a veces no había suficiente ni para comer.  Enrique nunca les daba el suficiente dinero, y las joyas de la dote poco a poco iban desapareciendo.

Catalina le pedía a su padre que cambiase de embajador, pues Puebla no parecía hacer nada para denunciar la situación en la que estaban. Finalmente, debido a su avanzada edad, Fernando decidió cambiarlo por Fuensalida a la vez que confiará a su hija credenciales oficiales para que le representara ante la monarquía inglesa, convirtiéndose así en la primera embajadora de la historia de la diplomacia moderna.

Nuestra Catalina está próxima a llegar a ser reina, y ello será así porque sus padres, querrán volver a casarla con el futuro Enrique VIII, decisión que va a ser lo que marque todo su futuro destino y a la vez, por lo que más se la recuerde en la historia moderna. No obstante, recordemos que ella no es sólo la primera mujer de Enrique VIII, es también  la hija de los Reyes Católicos: Por ello, hablamos de una reina con estudios, cultura y modales que, además, sabrá ejercer como una gran diplomática a la vez que acertará en toda decisión política, siendo un pilar fundamental en los inicios del reinado de su marido.