Catalina, además de realizar la tarea de consorte y regente en ausencia de su marido, también se encargaba de gestionar las labores de palacio y su patrimonio (que no era poco).
Así pues, aunque su matrimonio caía en picado, Catalina siempre se mostraba radiante de cara al público: Bonitos brocados, joyas variadas, etc. En cuanto a sus actividades como “ama de casa y anfitriona”, podemos decir que Catalina recibía embajadores junto a su marido, pero además, se encargaba de:
– Mantener los jardines de palacio espléndidos: recogía flores, importaba plantas nuevas provenientes de España, etc. Dotando de una mayor variedad a los jardines reales.
– Se encargaba del cuidado y bordado de la ropa del rey, cosa que realizaba normalmente en hilo blanco y negro, colores de Castilla. Bordaba además, manteles varios y vestiduras de ckérigos.
– Supervisaba a funcionarios palaciegos y el ropero, así como también el “menú” y la bodega.
– Organizaba la mudanza cada vez que la corte cambiaba de residencia.
– Mantenía al día sus propiedades personales, así como las cuentas de las mismas y que estuvieran en buen estado con la ayuda del “Consejo de la Reina”, formado por funcionarios y clérigos que la misma Catalina presidía.
– Se encargaba de ciertas gestiones como controlar solares varios, la venta del heno, etc.
– En Palacio, además de todo lo anterior, implantará novedades en cuanto a higiene y alimentación, innovaciones seguramente aprendidas durante su etapa granadina.
– En cuanto a innovaciones procedentes del Imperio, digamos que también hizo un guiño a según qué alimentos, como por ejemplo: ensalada y cítricos.
Además de realizar tales tareas, también supervisaba la educación de su hija, eligiendo personalmente a sus tutores y parte del programa educativo que María recibiría. Por último, en el tiempo libre que le quedaba, se dedicaba a organizar las bibliotecas reales como la de Greenwich y Richmond.