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Las tareas palaciegas de Catalina

Catalina, además de realizar la tarea de consorte y regente en ausencia de su marido, también se encargaba de gestionar las labores de palacio y su patrimonio (que no era poco).

Así pues, aunque su matrimonio caía en picado, Catalina siempre se mostraba radiante de cara al público: Bonitos brocados, joyas variadas, etc.  En cuanto a sus actividades como “ama de casa y anfitriona”, podemos decir que Catalina recibía embajadores junto a su marido, pero además, se encargaba de:

–      Mantener los jardines de palacio espléndidos: recogía flores, importaba plantas nuevas provenientes de España, etc. Dotando de una mayor variedad a los jardines reales.

–      Se encargaba del cuidado y bordado de la ropa del rey, cosa que realizaba normalmente en hilo blanco y negro, colores de Castilla. Bordaba además, manteles varios y vestiduras de ckérigos.

–      Supervisaba a funcionarios palaciegos y el ropero, así como también el “menú” y la bodega.

–     Organizaba la mudanza cada vez que la corte cambiaba de residencia.

–     Mantenía al día sus propiedades personales, así como las cuentas de las mismas y que estuvieran en buen estado con la ayuda del “Consejo de la Reina”, formado por funcionarios y clérigos que la misma Catalina presidía.

–     Se encargaba de ciertas gestiones como controlar solares varios, la venta del heno, etc.

–    En Palacio, además de todo lo anterior, implantará novedades en cuanto a higiene y alimentación, innovaciones seguramente aprendidas durante su etapa granadina.

–    En cuanto a innovaciones procedentes del Imperio, digamos que también hizo un guiño a según qué alimentos, como por ejemplo: ensalada y cítricos.

Además de realizar tales tareas, también supervisaba la educación de su hija, eligiendo personalmente a sus tutores y parte del programa educativo que María recibiría. Por último, en el tiempo libre que le quedaba, se dedicaba a organizar las bibliotecas reales como la de Greenwich y Richmond.

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La figura de Catalina de Aragón en la política de Enrique VIII (Parte IV)

5. Catalina y las obras sociales:

Lo primero que debe reseñarse, es que Catalina intentará llevar a cabo una serie de labores sociales para ayudar a los más desfavorecidos. Se dice que estas prácticas pueden atribuirse a su condición de “franciscana”, ya que por lo visto se sentía muy ligada a la “Tercera Orden” que San Francisco había creado, muestra de ello es que según algunos autores, nuestra protagonista llevaba el hábito de la Tercera Orden bajo sus ropas de reina.

Así pues, Catalina pasaba varias horas al día dedicándose a la entrega de “limosnas” a los desfavorecidos, así como también ayudaba a gentes de la Iglesia y adoctrinaba a sus damas de compañía leyéndoles pasajes varios de la Biblia, hechos que hacían de ella una buena cristiana.

En cuanto a otro tipo de ayudas, podemos citar unos cuantos ejemplos: Por un lado, promovió ayudas a estudiantes sin recursos, además de promover las cátedras de Cambridge y Oxford. También se encargaba de revisar casos de “posibles” abadesas, comprobando que fuesen mujeres de virtud las que fueran a ocupar los centros religiosos.

6. Catalina y el interés por el Humanismo:

A esta sección no se le dará demasiada relevancia, ya que en breves, una de mis compañeras, será quien se encargue del tema. Aun y así, debe destacarse la relación que mantuvo Catalina con los hombres de letras como Luis Vives (quien fue tutor de María, su hija) y Tomás Moro. Puede decirse que Catalina tardó más bien poco en granjearse su amistad y apoyo, y ambos fueron partidarios de ayudarla con el caso del divorcio tiempo después. Por otro lado, es lógico que Humanistas y Catalina congeniasen, ya que ésta era una mujer de vastísima cultura interesada en toda innovación cultural.

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La figura de Catalina de Aragón en la política de Enrique VIII (Parte III)

4. Intermediaria entre su patria e Inglaterra:

A) Relaciones entre Fernando y Enrique: Catalina siempre se halló entre dos tierras: Inglaterra y su España natal. Por ello, siempre se mantuvo al corriente de lo que acaecía en la corte española a la vez que intentaba (en balde muchas veces) que las relaciones entre su padre y su marido fuesen lo menos tensas posibles. Del mismo modo, Catalina intentó siempre defender y quitar hierro al asunto de las “traiciones” reiteradas que hacía Fernando a su yerno, hasta que, obviamente, se decantó por ser fiel a su marido y dejó de jugar al juego de la intermediaria tras conocerse en Inglaterra la nueva de que, Fernando y Maximiliano de Austria, habían “abandonado” a Enrique VIII justo antes de su preparación militar contra Francia, y no contentos con ello, también habían sellado un pacto con Francisco I. Cabe decir que, Catalina, tras este suceso, dejó de gozar de la confianza de Enrique, ya que éste, rápidamente pagó su cólera e ira contra ella en lugar de contra su suegro, lo que contribuyó, obviamente, a abrir brechas en el matrimonio. Por su parte, Fernando seguía contando con que “su pequeña” destensara la situación, pero como ya se ha dicho en líneas superiores, esta vez Catalina se negó a participar en la política de su padre, y como muestra de ello se negó a mantener trato con el embajador español durante un tiempo.

Relaciones entre el Imperio e Inglaterra: Será ya en tiempos de Carlos V, (1520), cuando éste visite Inglaterra, por lo que Catalina retomó su papel de intermediaria e intentó ganar una alianza entre España e Inglaterra, ejemplo de tales intentos, será el acuerdo que se estableció entre ambos reinos dos años después, prometiendo a María, hija de Enrique y Catalina, con Carlos. No obstante, ese matrimonio nunca llegó a ejecutarse. También en 1520, Catalina fue a Francia con Enrique, visita que se conoce como “el campo de la tela de oro”. Pese a los intentos de paz con el país galo, Inglaterra entró en guerra con el mismo dos años después.


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La figura de Catalina de Aragón en la política de Enrique VIII (Parte II)

3. Catalina como consejera real y regente:

Pese a los problemas que el matrimonio Tudor – Trastámara mantuvo, Catalina, fue una reina adorada por el pueblo y respetada en la corte. Ejerció de consejera de Enrique durante los primeros años de reinado (hasta que éste la reemplazó por Wolsey, quien practicó una política de conveniencia con la que contentaba a Enrique diciéndole siempre lo que quería oír, pero sin preocuparse verdaderamente por Inglaterra), y además, de regente en un par de ocasiones. Por citar un ejemplo, Catalina, cabalgó al frente de las tropas de reserva que derrotaron a las tropas escocesas en 1513 mientras Enrique se hallaba en Francia, por lo que quedaron claras sus aptitudes como soberana.

Por lo que respecta a su obra como consejera, decir que, básicamente, era habitual que Enrique hiciera a su esposa partícipe de las decisiones del gobierno, buscando su beneplácito como garantía para no errar.  Decir también que, antes de casarse con Enrique, Catalina ejercía como embajadora acreditada de España. Además, era frecuente encontrar a los esposos en los aposentos de la reina hablando de temas diversos: política, teología, libros, etc.