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La reina y los humanistas

De sobra es conocida la labor de Tomás Moro no sólo en el ámbito cultural, sino también en el político, ya que será solicitado por el rey para ejercer cargos de suma importancia. A continuación, expondremos algunos de los nombres más relevantes dentro del movimiento inglés, teniendo en cuenta que desde 1509 no hubo intelectual, erudito o humanista que no estuviese vinculado a la corte inglesa, en especial, a la  Reina y a su labor de mecenazgo.

Lord Mountjoy, Guillermo Blount: Amigo íntimo de la reina,  es el primer noble inglés en manifestar serio interés por las cuestiones universitarias y por el propio pensamiento erasmista. Será Blount, nombrado Chamberlain de la Casa de la Reina y casado con una de sus damas, quien durante mucho tiempo haga de nexo entre el humanismo y Catalina.

Tomás Linacre: Vinculado a la universidad de Oxford,antiguo preceptor de Arturo Tudor, fundador junto con Fernando Vitoria del Colegio Real de Médicos, Tomás es el  personaje esencial en los primeros contactos entre la corte y el movimiento humanista.  Entre su círculos de amistades estarían humanistas como John Colet y a Tomás Moro. Es además el autor de un libro de gramática latina destinado a la princesa María, que pronto se convirtió en el libro de texto por excelencia.
Erasmo: A pesar de que este sabio nunca gira durante demasiado tiempo en torno a un monarca determinado, Erasmo visitará la corte inglesa. Antes del matrimonio, Erasmo había mantenido alguna correspondencia con el pequeño Enrique, del que había quedado admirado por su dominio del latín. A instancias de Montjoy, Erasmo visitó en 1509 Inglaterra donde Catalina se mostró especialmente complacida pues, aunque los datos que tenemos al respecto son escasos, sabemos que la reina disfrutaba de la conversación con Erasmo y atesoraba y leía sus libros. Por su parte, Erasmo acabó demostrando una cierta debilidad por Catalina, a la que tenía en más alta estima que a su marido, a la que le dedicó el escrito Sobre el Matrimonio Cristiano.

Luís Vives:  De origen converso y  nacido en Valencia, la primera vez que Catalina lo oye nombrar contaba con casi treinta años, estaba casado y llevaba una vida casi oculta en Brujas. La Reina pronto le envió una carta dándole su apoyo y ánimo, así como dinero y la promesa de una pensión regular para que se pudiese dedicar a escribir. Poco después de publicar sus Comentarios de San Agustín, libro que dedica a Enrique VIII, Luis Vives parte a Inglaterra donde ejercerá como profesor en Oxford los siguientes años. Además trae consigo el manuscrito acabado de De institutio Christianae feminae que le había encargado Catalina. Vives se convirtió además en el preceptor de la princesa María.

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La aparición de Ana Bolena

Esta mujer de gran polémica, hija del conde de Wiltshire y de Ormond, sir Thomas Bolena, había pasado algunos años en la corte de Francisco I en Francia. Aunque ella siempre aseguró que no había mantenido relación sexual alguna, Enrique VIII tras su ejecución dictaminó que había sido corrompida en Francia.

La famila de los Bolena, destaca por sus ambiciones y su inteligencia sobre todo en la política. María, la hija mayor de sir Thomas Bolena,  también fue amante de Enrique VIII y muchos rumoreaban que le dio un hijo bastardo. Thomas supo aprovechar muy bien la situación, pero María sólo era un amante más de las que luego se cansó el rey. Luego fue el turno de su hermana Ana Bolena, quien tenía claro que no sería un títere, una de las muchas amantes que habían caído en manos del rey.

Ana regresó a Inglaterra en 1525 y rápidamente supo cómo atraer la atención de Enrique: usó su belleza, su inteligencia, hablaba francés, sabía un poco de latín, destacaba en los bailes, la música y la poesía. De hecho, parece ser que tuvo una relación especial con  un poeta  llamado Thomas Wyatt. Enrique le declaró su amor en 1526 pero ella no se conformaba con ser una concubina en su larga lista de mujeres. Ella aspiraba al trono inglés y para ello coqueteaba con el rey, pero rehusaba de la consumación carnal. Tenemos testimonios de la pasión del rey en las cartas que éste le enviaba. Y bajo este telón se escondía nuestra ya reina Catalina de Aragón que había de ser testigo de todo aquello.

Catalina observó como en 1528 Ana Bolena se creía ya reina de Inglaterra, pero no dejaba de ser uno de los caprichos del monarca y así lo esperaba nuestro personaje. Ana ocupaba el asiento de la reina en los banquetes, lucía joyas y vestidos de color púrpura, color reservado para la realeza. Si esta provocación no era suficiente para humillar a la verdadera reina de Inglaterra, Ana le exigía a Enrique VIII la anulación del matrimonio, puesto que hasta que no estuvieran casados no habría consumación.

El hecho de que a Catalina se la considerase demasiado mayor para dar a luz el esperado heredero, fue uno de los detonantes de esta situación. Pero no olvidemos la pasión del rey por todas aquellas chicas de la corte y lo fustrante que era para él, rey de Inglaterra, que una le dijese que no. Ana estaba jugando bien sus cartas para sentarse en el trono aunque no pudo jugar eternamente y fue mandada ejecutar por su marido.

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Matrimonio con Enrique VIII

Tras la muerte de su padre el 22 de abril de 1509 accede al trono Enrique VIII, príncipe con una peculiaridad y atrayente personalidad, que había heredado un reino que, salido de las turbulencias de la guerra civil conocida como la Guerra de las Dos Rosas, presentaba un poder monárquico tan fortalecido como debilitado era el de la nobleza. Encualquier caso, una de las primeras decisiones del monarca fue hacer realidad el compromiso que habían adquirido por él años atrás en lo que respecta al matrimonio con la hija de Fernando el Católico quien era además era objeto de admiración del nuevo monarca.

De hecho, es el propio Enrique quien nada más ascender al trono manda llamar al embajador español, Fuensalida, para anunciarle sus intenciones respecto a Catalina. Se dice también que el nuevo monarca declaró que “he loved her beyond all other women”, es decir, que amaba a Catalina más que al resto de mujeres.

En 11 de junio tiene lugar la boda entre el todavía no coronado rey y la princesa española en Greenwich. Como ya se ha dicho, la celebración del matrimonio por el rito católico fue posibles gracias a la conocida como Bula de Dispensación fechada el 23 de diciembre de 1503  en la que se permitía el enlace incluso si Catherine hubiese “perhaps“, quizá, tenido conocimiento carnal de su primer esposo y hermano de Enrique, Arturo.

El 23 de junio los nuevos esposos entran el Londres y de nuevo Catalina los deja a todos encantados siendo quizá la frase de lord Herbert la que ilustre esta idea al decir de la esposa de Enrique que “muy pocas mujeres pueden competir con la reina Katherine cuando está en la flor de la vida”. Un día más tarde, el 24, Enrique y Catalina  son coronados conjuntamente como reyes de Inglaterra en Westminster donde se celebraron también los banquetes y las diversas celebraciones que venían vinculadas a esta ceremonia. Festejos que fueron interrumpidos cinco días más tarde a causa de la muerte de Margaret de Richmond, la abuela del rey.

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Las tareas palaciegas de Catalina

Catalina, además de realizar la tarea de consorte y regente en ausencia de su marido, también se encargaba de gestionar las labores de palacio y su patrimonio (que no era poco).

Así pues, aunque su matrimonio caía en picado, Catalina siempre se mostraba radiante de cara al público: Bonitos brocados, joyas variadas, etc.  En cuanto a sus actividades como “ama de casa y anfitriona”, podemos decir que Catalina recibía embajadores junto a su marido, pero además, se encargaba de:

–      Mantener los jardines de palacio espléndidos: recogía flores, importaba plantas nuevas provenientes de España, etc. Dotando de una mayor variedad a los jardines reales.

–      Se encargaba del cuidado y bordado de la ropa del rey, cosa que realizaba normalmente en hilo blanco y negro, colores de Castilla. Bordaba además, manteles varios y vestiduras de ckérigos.

–      Supervisaba a funcionarios palaciegos y el ropero, así como también el “menú” y la bodega.

–     Organizaba la mudanza cada vez que la corte cambiaba de residencia.

–     Mantenía al día sus propiedades personales, así como las cuentas de las mismas y que estuvieran en buen estado con la ayuda del “Consejo de la Reina”, formado por funcionarios y clérigos que la misma Catalina presidía.

–     Se encargaba de ciertas gestiones como controlar solares varios, la venta del heno, etc.

–    En Palacio, además de todo lo anterior, implantará novedades en cuanto a higiene y alimentación, innovaciones seguramente aprendidas durante su etapa granadina.

–    En cuanto a innovaciones procedentes del Imperio, digamos que también hizo un guiño a según qué alimentos, como por ejemplo: ensalada y cítricos.

Además de realizar tales tareas, también supervisaba la educación de su hija, eligiendo personalmente a sus tutores y parte del programa educativo que María recibiría. Por último, en el tiempo libre que le quedaba, se dedicaba a organizar las bibliotecas reales como la de Greenwich y Richmond.

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La figura de Catalina de Aragón en la política de Enrique VIII (Parte IV)

5. Catalina y las obras sociales:

Lo primero que debe reseñarse, es que Catalina intentará llevar a cabo una serie de labores sociales para ayudar a los más desfavorecidos. Se dice que estas prácticas pueden atribuirse a su condición de “franciscana”, ya que por lo visto se sentía muy ligada a la “Tercera Orden” que San Francisco había creado, muestra de ello es que según algunos autores, nuestra protagonista llevaba el hábito de la Tercera Orden bajo sus ropas de reina.

Así pues, Catalina pasaba varias horas al día dedicándose a la entrega de “limosnas” a los desfavorecidos, así como también ayudaba a gentes de la Iglesia y adoctrinaba a sus damas de compañía leyéndoles pasajes varios de la Biblia, hechos que hacían de ella una buena cristiana.

En cuanto a otro tipo de ayudas, podemos citar unos cuantos ejemplos: Por un lado, promovió ayudas a estudiantes sin recursos, además de promover las cátedras de Cambridge y Oxford. También se encargaba de revisar casos de “posibles” abadesas, comprobando que fuesen mujeres de virtud las que fueran a ocupar los centros religiosos.

6. Catalina y el interés por el Humanismo:

A esta sección no se le dará demasiada relevancia, ya que en breves, una de mis compañeras, será quien se encargue del tema. Aun y así, debe destacarse la relación que mantuvo Catalina con los hombres de letras como Luis Vives (quien fue tutor de María, su hija) y Tomás Moro. Puede decirse que Catalina tardó más bien poco en granjearse su amistad y apoyo, y ambos fueron partidarios de ayudarla con el caso del divorcio tiempo después. Por otro lado, es lógico que Humanistas y Catalina congeniasen, ya que ésta era una mujer de vastísima cultura interesada en toda innovación cultural.

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La figura de Catalina de Aragón en la política de Enrique VIII (Parte III)

4. Intermediaria entre su patria e Inglaterra:

A) Relaciones entre Fernando y Enrique: Catalina siempre se halló entre dos tierras: Inglaterra y su España natal. Por ello, siempre se mantuvo al corriente de lo que acaecía en la corte española a la vez que intentaba (en balde muchas veces) que las relaciones entre su padre y su marido fuesen lo menos tensas posibles. Del mismo modo, Catalina intentó siempre defender y quitar hierro al asunto de las “traiciones” reiteradas que hacía Fernando a su yerno, hasta que, obviamente, se decantó por ser fiel a su marido y dejó de jugar al juego de la intermediaria tras conocerse en Inglaterra la nueva de que, Fernando y Maximiliano de Austria, habían “abandonado” a Enrique VIII justo antes de su preparación militar contra Francia, y no contentos con ello, también habían sellado un pacto con Francisco I. Cabe decir que, Catalina, tras este suceso, dejó de gozar de la confianza de Enrique, ya que éste, rápidamente pagó su cólera e ira contra ella en lugar de contra su suegro, lo que contribuyó, obviamente, a abrir brechas en el matrimonio. Por su parte, Fernando seguía contando con que “su pequeña” destensara la situación, pero como ya se ha dicho en líneas superiores, esta vez Catalina se negó a participar en la política de su padre, y como muestra de ello se negó a mantener trato con el embajador español durante un tiempo.

Relaciones entre el Imperio e Inglaterra: Será ya en tiempos de Carlos V, (1520), cuando éste visite Inglaterra, por lo que Catalina retomó su papel de intermediaria e intentó ganar una alianza entre España e Inglaterra, ejemplo de tales intentos, será el acuerdo que se estableció entre ambos reinos dos años después, prometiendo a María, hija de Enrique y Catalina, con Carlos. No obstante, ese matrimonio nunca llegó a ejecutarse. También en 1520, Catalina fue a Francia con Enrique, visita que se conoce como “el campo de la tela de oro”. Pese a los intentos de paz con el país galo, Inglaterra entró en guerra con el mismo dos años después.


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Elvira Manuel

Elvira Manuel es sin duda el personaje de la corte española que más relevancia en la corte tiene durante los primeros años de la llegada de la princesa a Inglaterra. Casada con Pedro Manrique, primer duque de Nájera desde 1515, Elvira es elegida por la reina Isabel para partir a Inglaterra con su hija.

Muerto Arturo Tudor, Catalina es enviada a vivir a Durham House con su séquito y, cómo no, con su “dueña” Elvira Manuel. Poco a poco la influencia del ama de llaves fue tan brutal que nadie se atrevía a discutir sus decisiones ni si quiera la propia Princesa Viuda de Gales.

Pero, como es lógico, Elvira Manuel no servía tanto a la Corona como a sus propios intereses familiares. Y por ello se verá envuelta en un par de asuntos que acabarán ocasionando su caída en desgracia y exilio de la corte de Catalina.

El primero de estos asuntos viene relacionado con un futuro matrimonio de una de las doncellas de Catalina. Esta doncella debía pedir permiso a la princesa para poder casarse con su pretendiente y así lo consiguió pero la susodicha doncella, María de Rojas, había sido elegida por otro pretendiente, el hijo de Elvira Manuel, para ser su esposa. De modo que el ama de llaves hizo todo lo que estuvo en su mano para conseguir que María de Rojas no contrajese matrimonio con nadie que no fuera su hijo a pesar de que Catalina ya había dado su beneplácito al matrimonio de María con otro hombre. Finalmente María de Rojas acabó casándose con hijo de Elvira.

El otro asunto en el que se ve inmiscuida, y del que no podrá salir indemne, será la cuestión del acuerdo del segundo matrimonio de la princesa. En este tema encontramos muchos entresijos diplomáticos pero que podemos resumir en que Elvira influenciará a Catalina para que escriba a su hermana Juana, ahora reina de Castilla, teniendo que resuelve el abandono al que se ve sometida en Inglaterra. A ello hay que unirle que el hermano de Elvira, don Juan Manuel, que hasta entonces había servido fielmente a la Corona, estaba confabulando en contra del rey Fernando en Bruselas con el yerno de este y esposo de Juana: Felipe.

Por lo tanto, si Felipe y Juana llegaban a reunirse con Enrique VII de Inglaterra, que desde hacía un tiempo había enfriado las relaciones con la península, más que tratar el asunto del matrimonio de Catalina se reunirían para buscar una alianza contra Aragón y destronar al padre de la princesa. Elvira Manuel había traicionado a la Corona y había engañado a Catalina y esta así se lo hizo saber en una reunión que mantuvieron poco después de que el embajador Puebla informase a Catalina de lo que había acontecido. Elvira Manuel acabó marchándose a Flandes .