La artesanía alfarera de Petrer

Petrer contaba con la existencia de yacimientos de arcilla, agua en abundancia y zonas boscosas que posibilitó el desarrollo de un trabajo basado en la producción de objetos de barro. Se trata de una producción artesanal y no industrial, ya que en época moderna no se utilizan máquinas como el torno eléctrico, la máquina para pintar al duco o la pastadora del barro que aparecerán entre 1920-1950 en la transición hacia una industria mecanizada.

Por otra parte, habría que diferenciar entre la producción alfarera y cerámica. La palabra alfarería proviene del término árabe alfar que significa arcilla, y con ella se denomina a la producción de cerámica hecha a mano. Por su parte, la palabra cerámica proviene del griego keramos que significa arcilla, vasija de tierra o tierra quemada, y se utiliza para referirse a la ladrillería, loza común, loza blanca, gres, porcelanas y todas aquellas pastas especializadas refractarias y aislantes. Así pues, cuando se cita la palabra alfarería en los documentos de la villa de Petrer ésta hace referencia a la obra fabricada en los alfares, y cuando se habla de cerámica se trata de material de construcción, principalmente tejas y ladrillos.

Mapa de Petrer con la distribución de los talleres de cerámica y alfarería.  Extraído de: RICO NAVARRO, Mª Carmen. La artesanía del barro durante le época moderna. En: Del barro al cacharro: la artesanía alfarera de Petrer. Petrer: Ajuntament de Petrer, Caixa de Crèdit de Petrer y Universitat d’Alacant. 1996, pp. 15-24. ISBN: 84-921556-1-2.

Mapa de Petrer con la distribución de los talleres de cerámica y alfarería en el siglo XVIII.
Extraído de:
RICO NAVARRO, Mª Carmen. La artesanía del barro durante le época moderna. En: Del barro al cacharro: la artesanía alfarera de Petrer. Petrer: Ajuntament de Petrer, Caixa de Crèdit de Petrer y Universitat d’Alacant. 1996, pp. 15-24. ISBN: 84-921556-1-2.

La primera referencia documental que tenemos sobre la actividad alfarera de Petrer está en el Libro de giradora de 1655. Este documento fue elaborado en la administración señorial para conocer las tierras, casas y aguas usadas productivamente dentro de los límites del señorío. Más tarde, el 11 de julio de 1667 tenemos otro documento por el cual el conde de Elda otorga una licencia para la apertura de una alfarería. Aparte de estos dos documentos encontramos muchos otros que hacen referencia a la artesanía alfarera de Petrer y, entre ellos, cabe destacar el Libro de hacienda de la Villa y término de Petrel del año 1726, donde constan las viviendas y tierras con su valor catastral para el pago equivalente. Por ejemplo, aquí aparece Juan Andreu, propietario de una casa, con una era de moler tierra y un horno de cantarería (cerámica).

Posteriormente, en el año 1726, encontramos la primera referencia documental de la calle que sube a les cantarerías que, junto con otras noticias, nos permite saber que desde principios del siglo XVIII existe un destacado núcleo de alfares, pues la alfarerías estaban todas en la misma zona establecidas muy próximas entre sí. El lugar donde se ubican es una zona al sureste de la población, a extramuros de la villa, ocupando una pequeña loma bien ventilada, con recursos hídricos, afloramientos de arcilla y zonas boscosas, y cerca del camino de Agost.

A mediados del siglo XVIII se produjo un incremento de la producción de objetos de barro pues los alfareros solicitan aumentar la superficie de que disponían para moler y cribar la arcilla, tareas para las que era necesario un espacio amplio de trabajo. Además, también se presentaron instancias al Ayuntamiento solicitando la autorización para cortar leña, por lo que se deduce que el aprovechamiento no agrícola de las zonas montañosas se realizaba de forma comunal. Así pues, la cobertura vegetal de las montañas era un complemento económico básico para muchos jornaleros pobres que vendían leña y carbón a la Villa y otras ciudades.

Ejemplo de un cántaro con el acabado blanco típico de Petrer y otras localidades como Agost. Este en concreto se trata de una pieza proveniente de Agost. Imagen extraída de: http://www.artesaniatipica.com/Alfareria/Alfareria-Agost

Ejemplo de un cántaro con el acabado blanco típico de Petrer y otras localidades como Agost. 
Imagen extraída de:
http://www.artesaniatipica.com/Alfareria/Alfareria-Agost

En cuanto al tipo de teja que se elaboraba en estos momentos en Petrer lo común era la denominada teja árabe o curva. Por su parte, el elemento de fabricación principal de la alfarería era el cántaro, destinado al uso cotidiano como contenedor de líquidos. Un elemento esencial en la elaboración de las piezas de barro era la sal, que les daba un tono blanco brillante y hacía que fueran más porosas y mantuvieran más fresco el contenido.

En último lugar, cabe mencionar que la alfarería constituía un tipo de economía familiar, es decir, eran individuos de la misma familia los que se dedicaban a este oficio generación tras generación, lo que se deduce a través del estudio de los apellidos que aparecen en los registros del ayuntamiento.

La información de esta entrada ha sido extraída del siguiente libro:

RICO NAVARRO, Mª Carmen. La artesanía del barro durante le época moderna. En: Del barro al cacharro: la artesanía alfarera de Petrer. Petrer: Ajuntament de Petrer, Caixa de Crèdit de Petrer y Universitat d’Alacant. 1996, pp. 15-24. ISBN: 84-921556-1-2.

El comercio de nieve en el siglo XVIII

Durante los siglos XVIII y XIX la recogida, almacenaje y comercio de la nieve fue una actividad importante en el Medio Vinalopó. Esto se debe a un cambio climático que se produce en estos momentos conocido como la “Pequeña Edad del Hielo”, por lo que comienza a popularizarse entre la población el uso de la nieve para la conservación de los alimentos, la fabricación de helados y sorbetes y para un uso terapéutico.

Para recoger y almacenar la nieve y que pueda ser utilizada en verano se excavaron en las umbrías de los montes unos pozos, revestidos con una pared de mampostería o sillería, que tenían una profundidad variante que podía ir de los 4 a los 15 m y un diámetro de entre 7 y 16 m. La planta solía ser circular, hexagonal u octogonal, y tenían una bóveda formada por arcos con cubierta de teja o sillería.

Esquema de un nevero.  Extraído de: http://es.wikipedia.org/wiki/Nevero_artificial

Esquema de un nevero.
Extraído de: http://es.wikipedia.org/wiki/Nevero_artificial

La nieve era depositada en su interior a través de los ventanales, poniendo entre medias capas de paja de arroz, siendo apisonadas por los obreros. Cuando el pozo estaba lleno los ventanales se cerraban hasta la llegada del verano, momento en que se abrían para picar el hielo. Éste era distribuido por los reinos de Valencia y Murcia durante la noche, entre gruesas mantas, a lomos de caballerías.

Estos pozos se denominaron de varias formas: pozos de nieve, casas de nieve, neveros, neveras, cavas, ventisqueros, zanjas de nieve, zanjas de hielo y pocicos, con sus equivalencias en valenciano pou de neu, caveta, caseta de la neu, llot de la neu y pouet. En algunas localidades como Petrer, se trataba de depósitos urbanos o periurbanos con una evidente funcionalidad comercial de autoconsumo.

En el término municipal de Petrer encontramos un pozo de nieve en la partida rural de Catí, conocido también como “pozo de la Administración” al encontrarse cerca de una finca llamada de esta manera. Este nevero se encuentra a 860 m.s.n.m., en la umbría de Collia, y presenta una construcción con unos muros de 0’70 m de mampostería irregular trabada con mortero de cal. Es de una planta circular y tiene cuatro contrafuertes que refuerzan el paramento, con un diámetro de 8’70 m y una profundidad 5’50 m. La cubierta es una falsa bóveda de mampostería reforzada interiormente por un arco apoyado sobre los contrafuertes exteriores, y se accede al interior a través de tres puertas. Este es el pozo más grande del Medio Vinalopó, con una capacidad de 325 metros cúbicos.

Imagen del nevero de Catí extraída de: http://www.panoramio.com/user/759878?with_photo_id=6129637

Imagen del nevero de Catí extraída de:
http://www.panoramio.com/user/759878?with_photo_id=6129637

Por su parte, en el término municipal de Elda, los pozos eran depósitos en los que se almacenaba la nieve, el hielo o el granizo que había sido comprado en otras localidades para venderse posteriormente en Elda. Aquí encontramos, junto a los pozos de nieve, grandes balsas de agua que en invierno se congelaban y proporcionaban hielo. El archivo municipal de Elda aporta documentación sobre estas tareas, por ejemplo hay constancia de que entre septiembre y noviembre de 1771 la ciudad de Alicante compró granizo a Elda. Otros documentos hablan sobre la preparación de sorbetes con hielo para agasajar a los condes de Elda cuando visitaban la población.

En esta localidad encontramos varios pozos de nieve como el de la Finca Lacy que formaría parte de un conjunto de cuatro pozos que existieron en las inmediaciones de la finca; la conocida como “zanja de hielo”, ubicada también en la Finca Lacy, la cual fue construida a lo largo del siglo XVIII, ya que encontramos en sus muros graffitis a plumilla con las fechas 1789, 1796 y 1810; y luego hay una serie de pozos pero ya de época contemporánea construidos a lo largo del siglo XIX como el pozo de Anchuras o pozo de la Horteta, el pozo de San Antonio, el pozo del Chorrillo y el nevero Francesco.

Imagen de la zanja de hielo de la Finca Lacy (Elda), extraída de: http://www.lavirtu.com/albumes.asp?idcategoria=63829

Imagen de la zanja de hielo de la Finca Lacy (Elda), extraída de:
http://www.lavirtu.com/albumes.asp?idcategoria=63829

La información de esta entrada ha sido extraída del siguiente artículo:

MARTÍ CEBRIÁN, Juan Antonio. “Los pozos de nieve y su comercio en la comarca del Medio Vinalopó (Alicante)”. Revista del Vinalopó: Dossier: Organització i ordenació del territorio. CEL (Centre d’Estudis Locals del Vinalopó), 2000, nº3, p. 227-236. ISSN 1139-7322.

Las redes de agua potable

En el siglo XVIII cambia la concepción general de la higiene en los núcleos urbanos a través de la política. El agua se convierte en uno de los principales problemas urbanísticos por lo que se movilizan recursos humanos y económicos desde los órganos locales y las diócesis, pero también desde las instituciones borbónicas que inician una participación creciente.  Así, se generan iniciativas de reforma y ampliación del suministro de agua potable, principalmente en los núcleos en expansión demográfica.

Un ejemplo claro de ello lo tenemos en Elche, ciudad en la que se construye una red hidráulica que es inaugurada el día 29 de junio de 1787, con una serie de acontecimientos festivos vinculados con su inauguración. Sin embargo, Elche contaba en estos momentos, según el censo de Floridablanca, con 17.554 habitantes y Petrer sólo tenía 2.635. Por tanto, al tratarse de una población menor las fiestas relacionadas en torno al agua son mucho más sencillas con bendiciones religiosas del clero rural. En Elda y Petrer se construyen fuentes urbanas de canales de bronce, sin ningún tipo de adorno, cuya inauguración a lo largo del siglo XVII y XVIII será recibida con gran gratitud hacia el conde de Elda y la monarquía borbónica.

Estas celebraciones en torno al agua tenían también un aspecto de promoción de higiene pública, ya que aunque se produjo el suministro de agua a las villas del Vinalopó no se pudo implantar obras de saneamiento. Por lo tanto, la evacuación de aguas sucias de los particulares se hacía en las fosas sépticas de algunas casas o mediante la extracción manual. No ocurría lo mismo en las fuentes públicas que sí tenían un sistema de desagüe.

Esta agua que llegaba ahora a las comunidades urbanas podía ser utilizada para consumo humano o para usos de lavado, huertos, jardines, baños o talleres artesanos. Las aguas destinadas a estas tareas y no al consumo humano eran aguas usadas y, por lo tanto, no eran potables. Así pues, en Petrer el agua de los qanats de Puça es la base de todo el espacio hidráulico, incluidos los canales públicos de agua potable y los de uso privado. En cambio en Elda sí hay distinción entre las aguas usadas en los molinos hidráulicos y la huerta que proviene directamente del río Vinalopó y la Font del Xop (Villena), y el consumo de agua potable en las fuentes urbanas que provenía del manantial de Noguera (Petrer).

A finales del siglo XVIII las infraestructuras hidráulicas de Elda deben reedificarse porque las lluvias continuadas y las crecidas fluviales de los años 1777 y 1778 arrasaron las obras públicas hidráulicas, lo que conllevó un fuerte desabastecimiento de agua que, junto a la mala calidad del agua que llevaba a la villa, conllevó la aparición continuada de enfermedades. Por esta razón, la villa de Petrer cedió agua a Elda para el riego, los molinos y las fuentes urbanas a través de una red de acequias.

También Petrer iniciará en 1780 un proceso administrativo para renovar la conducción de las aguas potables, ya que se perdía mucho caudal por la evaporación al estar al descubierto y además el ganado las ensuciaba. Todas estas obras serán financiadas por los órganos de gobierno borbónicos con una finalidad regalista.

La información de esta entrada ha sido extraída del siguiente artículo:

PÉREZ MEDINA, Tomás V. “Xarxes d’aigua potable del segle XVIII a les viles del Vinalopó”. Revista del Vinalopó. CEL (Centre d’Estudis Locals del Vinalopó), 2005, nº 8, p. 119-132. ISSN 1139-7322.

Los usos del agua: el regadío y los molinos hidráulicos

El valle de Elda presenta un clima muy seco, con unas precipitaciones medias anuales de 415 mm y una temperatura media anual de 15’5oC. Es por ello que nos encontramos en un espacio con poca presencia de agua. Estas características climáticas propician una vegetación leñosa, de hojas pequeñas y duras, con gran presencia de arbustos y matorrales.

El espacio ha sufrido transformaciones al crearse áreas agrícolas y de poblamiento. Las comunidades agrarias tradicionales se adaptan a las características básicas del ecosistema natural mediterráneo, sin embargo el uso del agua genera espacios nuevos ya que el agua requerida por los cultivos de huerta es mayor a la cantidad de agua aportada por las precipitaciones. Por lo tanto, se crea “un nuevo espacio irrigado que supone que el agua sea separada de su ciclo natural para integrarla dentro de un nuevo circuito”1.

Es por ello que aunque todos los asentamientos de época moderna tendrán un punto de agua a su disposición tenemos que distinguir entre aquellas comunidades establecidas directamente en el valle fluvial, como Elda, y aquellas ubicadas en las laderas de los corredores, como el caso de Petrer. Elda contará con espacios hidráulicos más extensos y Petrer dispondrá de reducidos regadíos construidos a partir de fuentes, minas y barrancos2.

En este medio de escasez de agua la tecnología campesina se dirige hacia la creación de redes de captación y distribución, es decir, se crean estructuras hidráulicas y cada una de ellas cumplía una función concreta. Esta tecnología tradicional contaba con el hecho de que el agua circula por gravedad por lo que las estructuras pueden ser de dos tipos:

Presa y acequias del Pantanet de petrer. Extraída de: http://www.cma.gva.es/web/indice.aspx?nodo=56554&idioma=V

Presa y acequias del Pantanet de Petrer.
Imagen extraída de: http://www.cma.gva.es/web/indice.aspx?nodo=56554&idioma=V

  • Las estructuras hidráulicas que captan y transportan el agua, superficial o subterránea, por gravedad. Esto son los azudes, presas, diques, muelles, boqueras, qanat…
  • Los artefactos para elevar el agua, que serían las norias3.

Sin embargo, el agua no está destinada únicamente para su uso en el regadío, sino que también la encontramos como fuerza motriz en los molinos hidráulicos.

Existían varias tipologías de molinos, como por ejemplo los molinos horizontales que a su vez tienen dos variantes, de cubo y de rampa. Éstos estaban compuestos por una rueda motriz que recibe el impulso del agua, unida a un eje vertical (árbol) a través del cual da movimiento a la muela corredera, y su uso era el de moler grano.

Esquema del funcionamiento de un molino

Mecanismo interior de un molino horizontal de agua según F. Palanca y J. Gregori, tomado de PÉREZ MEDINA, Tomás V. Los molinos de agua en las comarcas del Vinalopó (1500-1840). Col•lecció l’Algoleja/2, CEL (Centre d’Estudis Locals de Petrer), 1999, ISBN 84-605-9651-6.

Por otra parte están los molinos verticales destinados sobre todo a abatanar y golpear paños, trapos, fibras o metales con mazos y martinetes, aunque también a moler grano. Por tanto, la molienda necesita un movimiento circular continuo de la piedra volandera que, mediante el frotamiento, tritura los granos, mientras que los batanes y martinetes necesitan transformar el movimiento circular en movimientos alternativos de un eje horizontal que acciona los mazos.

Tipología de molinos de agua verticales. Imagen extraída de: http://www.clarionweb.es/6_curso/c_medio/cm603/cm60303c.htm

Tipología de molinos de agua verticales.
Imagen extraída de:
http://www.clarionweb.es/6_curso/c_medio/cm603/cm60303c.htm

En las comarcas del Vinalopó los molinos más numerosos son los harineros de agua de cubo y de rueda horizontal, pero también hay molinos ligados a los hornos de pan, las almazaras de aceite y los hornos alfareros, y además también encontramos molinos de pólvora. Para Elda y Petrer se conocen 2 molinos harineros desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XVIII cuando aparece un tercero en Elda, incremento vinculado al crecimiento demográfico. Por otra parte, tenemos noticias de la existencia de molinos de pólvora en Elda y Petrer durante el siglo XVIII, siendo los más habituales los de rueda horizontal para moler los componentes de la pólvora (salitre –nitrato potásico–, azufre y carbón vegetal).

Por su parte, en Elda tenemos noticias de dos molinos de pólvora, uno ubicado en la partida del Chorrillo aprovechando las aguas del río Vinalopó; y otro en la Séquia Major noveldense, en el tramo que circula por el sur del término de Elda. En cuanto a Petrer encontramos noticias de tres molinos de pólvora, controlados por el conde de Elda que era señor de la baronía y le correspondía el derecho exclusivo de posesión y explotación de los molinos. Uno de ellos estaba en la rambla de Puça, del cual todavía pueden verse algunos restos arquitectónicos del edificio que fue reutilizado posteriormente.

En último lugar, también encontramos en Elda tres molinos papeleros de finales del siglo XVIII y molinos hidráulicos de martinetes de esparto, pues el trabajo del esparto estuvo muy generalizado en los pueblos como una actividad artesanal suplementaria de las clases más bajas. Elda destaca por ser la única población del Vinalopó de la que tenemos información sobre este tipo de martinetes hidráulicos4.

1PÉREZ MEDINA, Tomás V. “La cultura tradicional de l’aigua a les Valls del Vinalopó”. Revista del Vinalopó: Dossier: Toponímia. CEL (Centre d’Estudis Locals de Petrer), 1999, nº 2, p. 99-112 ISSN 1139-7322.
2PÉREZ MEDINA, Tomás V. Los molinos de agua en las comarcas del Vinalopó (1500-1840). Col·lecció l’Algoleja/2, CEL (Centre d’Estudis Locals de Petrer), 1999, ISBN 84-605-9651-6.
3PÉREZ MEDINA, ref. 1
4PÉREZ MEDINA, ref. 2

La economía ganadera de Elda y Petrer

En el sistema agrario feudal es muy importante el número de cabezas de ganado debido al valor del abono orgánico, además de que supone un complemento muy importante para la economía doméstica campesina. Por tanto, el uso ganadero de superficies y aguas es relevante en la estructura feudal.

Las superficies montañosas y las hierbas de los campos son aprovechadas para el pasturaje de los rebaños formados por ovejas, cabras, carneros y machos cabríos. Sin embargo, en cuanto a los corrales, no tenemos mucha información pero parece ser que los corrales para ganado menor eran escasos y solamente se encontraban en las casas ubicadas en la periferia de las poblaciones. Así, la mayor parte de la población se abastecía de carne en la carnicería pero algunas familias de la localidad de Petrer criarían algunas ovejas, cabras y aves de corral, principalmente gallinas.

El abastecimiento de carne estaba garantizado por el arrendamiento que hacían los oficiales de la villa a un particular, quien gozaba de un amplio espacio inculto y de pasto para el ganado. Así, en 1688 es Francesc Agramunto la persona que toma el arrendamiento del abasto de la carne de Petrer y se compromete a llevar 800 reses entre ovejas, carneros y machos cabríos.

La ganadería mayor que aparece en los registros notariales es la caballar, por lo que prácticamente ha desaparecido el buey como animal de tiro en las tareas agrícolas, frente al uso de mulas y caballos.

Uso de los caballos para tirar del arado. Imagen extraída de http://europamedieval3052.blogspot.com.es/2011_01_01_archive.html

Uso de los caballos para tirar del arado.
Imagen extraída de: http://europamedieval3052.blogspot.com.es/2011_01_01_archive.html

Por otra parte, cabe señalar que la circulación de rebaños forasteros estaba reglamentada, de hecho, en las ordenanzas de la villa de Petrer de 1658 se penaba la libre entrada de los ganados foráneos y no permitía “fer majada” ni de día ni de noche. Para ello el funcionariado del conde de Elda actuaba contra los rebaños forasteros que pasturaban sin convenio por las tierras petrerenses.

En último lugar, podemos ver como la economía feudal valenciana de época moderna presenta una tajante separación entre agricultura de regadío y ganadería, pues el movimiento de los rebaños y caballerías por los huertos está estrictamente reglado y las infracciones eran sancionadas con severidad. Además, las ordenanzas municipales recogen la reglamentación para el uso de espacios y aguas por el ganado, pues la huerta, altamente valorada por el agricultor, debe ser protegida de los ganados. Es por ello que se restringe el movimiento de animales por las áreas de regadío, tanto para proteger los cultivos como para mantener en buen estado la red de riego.

La información de esta entrada ha sido extraída del siguiente libro:

PÉREZ MEDINA, Tomás V. La tierra y la comunidad rural de Petrer en el siglo XVII. Petrer: Ajuntament de Petrer, Caixa de Crèdit de Petrer y Universitat d’Alacant. 1995. ISBN: 84-7908-242-9.

La agricultura en Elda y Petrer a lo largo del siglo XVII

El territorio de Elda y Petrer aparece subdividido en partidas que no tienen unos límites claros ni precisos pero sirven para una localización rápida de los elementos geográficos y de las unidades de explotación. En cada una de estas partidas están inscritas las parcelas que son espacios de tierra registrados en los libros de la administración que cuentan con una superficie y límites establecidos.

Estas parcelas reciben en los documentos (Llibres de Giradores) distintos nombres en función de la explotación que se desarrolle. Así pues, en las parcelas irrigadas de Petrer encontramos referencia a la “orta”, el “olivar” y la “vinya”, fórmula ligada a la repoblación de 1611 y a la entrega de “sorts” o unidades de cultivo a los repobladores. Por otra parte, las unidades de cultivo de secano no presentan una distribución tan clara como las de regadío, pero aún así las unidades básicas son “tros”, “sorts”, “sorteta” y “bancal”. También aparece la “heretat” que es una unidad mayor, ya que se trata de un conjunto de parcelas con una casa, un corral para el ganado y una era.

La extensión media de las parcelas era de 3 tahúllas (1 tahúlla = 1201m2) en el momento de la repoblación, pero esta cifra disminuye ligeramente en 1682. Además, con el tiempo también se produjo la fragmentación de las tenencias de la tierra, pasando un propietario de poseer 4 parcelas en el año 1611 a 2’5 parcelas a finales de siglo. Esto se debe en parte a las herencias y ventas que dividen los bancales, lo que da lugar a parcelas más reducidas.

Bosquejo planimétrico del siglo XVIII, adjunto al expediente de la sentencia arbitral dada en el pleito seguido entre Pere Maça de Liçana, señor de las baronías de Novelda y Monóvar, y Ximén Pérez de Corella, señor de las baronías de Elda y Aspe, sobre los lindes de las villas de Novelda y Monóvar con la baronía de Elda. Sentencia dada en Elda, el 20 de diciembre de 1428 (A.M.E., Archivo Condal de Elda, doc. 179).

Bosquejo planimétrico del siglo XVIII, adjunto al expediente de la sentencia arbitral dada en el pleito seguido entre Pere Maça de Liçana, señor de las baronías de Novelda y Monóvar, y Ximén Pérez de Corella, señor de las baronías de Elda y Aspe, sobre los lindes de las villas de Novelda y Monóvar con la baronía de Elda. Sentencia dada en Elda, el 20 de diciembre de 1428 (A.M.E., Archivo Condal de Elda, doc. 179).
Extraído de http://petreraldia.com/reportajes/documentos-para-la-historia-de-la-villa-de-petrer-el-archivo-condal-de-elda.html

En relación los cultivos, en Elda y Petrer destaca la trilogía mediterránea: cereal, olivar y viña. Pero a esto hay que sumarle el cultivo de hortalizas, legumbres y frutales en las zonas de huerta y los almendros, las higueras y el anís en los cultivos de secano.

En cuanto al cereal, la variedad panificable más cultivada es el trigo o forment, así como las más consumida entre la población, seguido de la avena, el centeno, la cebada y, en menor medida, el panizo o mijo menor. Estos cereales se cultivaban en las tierras de secano que, en las actas notariales, recibían el nombre de terra campa. El olivo es el segundo cultivo de secano en importancia de estas poblaciones, contando en Petrer con 300 tahúllas de extensión (36 hectáreas). Normalmente los campos de olivos no contienen otro cultivo arbustivo o arbóreo, pero ocasionalmente entre los olivos hay plantación de cereal. A su vez, en algunas plantaciones de secano también hay olivos en una forma de policultivo, aunque también puede haber almendros e higueras. Por su parte la viña es el cultivo que más superficie ocupa en el regadío de Petrer, con más de 700 tahúllas (85 hectáreas). Con la uva producen vino, pasas y, en menor medida, uva de mesa, siempre con una orientación comercial.

Aparte encontramos el cultivo de las hortalizas y frutales principalmente por la comunidad morisca, la cual combinaba el cultivo de trigo y “panis de les Indies” (posiblemente maíz) con melones, cebollas, ajos, habas y los árboles frutales de albaricoques y manzanas. Este cultivo se mantendría también en la centuria siguiente con la población cristiana. Además, la higuera es un árbol muy extendido por el término de Petrer y aunque el árbol predominante en el paisaje agrario actual sea el almendro, éste fue muy poco cultivado en el siglo XVII. En último lugar encontramos el cultivo de la matalahúva o anís, una planta de usos medicinales y de aprovechamiento artesanal y el uso del esparto en la artesanía, aunque ésta última se trata de una hierba de crecimiento espontáneo.

La información de esta entrada ha sido extraída del siguiente artículo:

PÉREZ MEDINA, Tomás V. La tierra y la comunidad rural de Petrer en el siglo XVII. Petrer: Ajuntament de Petrer, Caixa de Crèdit de Petrer y Universitat d’Alacant. 1995. ISBN: 84-7908-242-9.