La enseñanza en la villa de Elda durante la Edad Moderna

El siglo XVI significó para España (y para Europa en general) una revolución en el campo educativo, ya que este siglo constituye una época de esplendor económico y social bajo una ideología fomentadora del redescubrimiento de la cultura clásica: el Renacimiento. Sin embargo, en el siglo XVII se produce una gran dejadez en los aspectos educativos, concretamente a partir de 1630, cuando se inicia un periodo de crisis económica y social.

La ideología renacentista a favor de la educación desaparece durante el Barroco, cuando escritores y arbitristas comienzan a culpar a la educación indiscriminada del estancamiento del país, ya que disminuía el número de manos útiles en el trabajo del campo y los talleres, aumentando el número  de eclesiásticos. La nobleza también se suma a esta crítica ya que el acceso masivo del pueblo a la cultura amenazaba sus privilegios y el equilibrio de la clase estamental1.

En el siglo XVIII, con la dinastía borbónica, se produce un crecimiento económico y demográfico acompañado por el impulso de las ideas ilustradas, por lo que la educación volverá a experimentar un nuevo auge. En estos momentos el estado está interesado en la alfabetización, pues contribuía a mejorar las actividades intelectuales y productivas del país en el plano económico. Así, la Iglesia también llevó a cabo una serie de reformas vinculadas al auge de la enseñanza primaria. Por ello, se ponen en marcha los Seminarios para preparar a los sacerdotes no sólo teológicamente, sino también en una formación humanística, artes, latín, griego y cánones. Por tanto, vemos como con la Ilustración la educación obtiene un papel protagonista2.

Se comenzará a replantear el concepto de educación, y los planes de estudio y los métodos educativos serán objeto de grandes debates y sometidos a revisión. Sin embargo, el panorama educativo español era desolador, pues la Universidad era impermeable a la renovación, los centros educativos de grado medio estaban controlados por los contrarios a las reformas y no había centros suficientes para la enseñanza primaria. A esto hay que añadir que el gobierno se desentendía de la enseñanza primaria, pues eran los municipios quienes la controlaban e incluso subvencionaban.

En relación a la villa de Elda, el primer documento que encontramos sobre la enseñanza data de una fecha no determinada del siglo XVII donde se cita a un maestro de escuela que además ejercía de organista de la iglesia y a un maestro de Gramática. Ya en el año 1702, el municipio tenía una escuela pública para niños (Casa-Escuela) también con un maestro de escuela y otro de Gramática.

Desde el punto de vista didáctico, desde el año 1771 se establece como libros de texto para escolares el Catecismo Histórico de Fleury, el Compendio Histórico de la Religión de Pintón, un compendio de Historia de la Nación y un catecismo elegido por la diócesis. Las materias impartidas en la Escuela de primeras letras se limitaban a la lectura, escritura y cálculo, por lo que el panorama educativo era de un nivel más bajo en relación con el oficial.

Por otra parte, en cuanto a la Escuela de Latinidad o de Gramática de Elda nos encontramos con que no había exactamente una escuela, sino que se trataba de unos estudios preparatorios para poder continuar estudiando en otros centros más capacitados como el Seminario de Orihuela. Esto sólo podían hacerlo los niños de familias adineradas o que disponían de cierta holgura económica, pues la escuela de Latinidad o Gramática no estaba financiada de forma oficial por el ayuntamiento, aunque conseguía mantenerse mediante el concepto de “limosna”.

Portada del libro de "Gramática" de Antonio Nebrija.  Imagen extraída de: http://es.wikipedia.org/wiki/Gram%C3%A1tica_castellana

Portada del libro de “Gramática” de Antonio Nebrija.
Imagen extraída de:
http://es.wikipedia.org/wiki/Gram%C3%A1tica_castellana

Las escuelas de Latinidad proporcionaban una iniciación al conocimiento del latín utilizando el texto “Gramática” de Nebrija, obligatorio desde 1598 por orden del Consejo de Castilla. El estudio era completado con obras clásicas de autores grecolatinos, de la doctrina cristina y algunas obras de retórica y filosofía.

Por tanto, los niños eldenses saldrían de las aulas con estos conocimientos para incorporarse al mundo laboral y otros, muy pocos, para continuar sus estudios fuera de Elda, como es el caso de Sempere y Guarinos que a los 10 años ingresó en el Seminario de Orihuela para estudiar Gramática.

Por otra parte, es necesario hablar de las escuelas de niñas o de costuras, pues la enseñanza femenina se realizaba aparte3. La educación de las niñas era considerada un pilar fundamental para mantener las buenas costumbres de los súbditos, por ello se reguló en el año 1771. El objetivo de estas escuelas era instruirlas en la doctrina cristiana y en las labores consideradas propias de su sexo4.

En definitiva, a pesar de que el ambiente ilustrado confiere una gran importancia a la educación, sólo las grandes ciudades como Alicante y Orihuela experimentarán cambios estructurales a lo largo del siglo XVIII, pero las pequeñas villas como Elda apenas sufrirán modificaciones5.

1SAMPER ALCÁZAR, Joaquín. El panorama educativo eldense durante la Edad Moderna. Revista del Vinalopó: Dossier: Organització i ordenació del territori. CEL (Centre d’Estudis Locals del Vinalopó), 2000, nº3, p. 159-174. ISSN 1139-7322.
2SAMPER ALCÁZAR, Joaquín. La enseñanza primaria en Elda durante el Antiguo Régimen. Cultura, religiosidad popular y panteón eldense (siglos XVII-XVIII). Historia de Elda. Ayuntamiento de Elda, Caja de Ahorros  del Mediterráneo, 2006, Tomo I, p. 259-262. ISBN 84-87962-21-1 (Tomo I).
3SAMPER ALCÁZAR, ref. 1
4SAMPER ALCÁZAR, ref. 2
5SAMPER ALCÁZAR, ref. 1

Carlos Coloma en la obra de Velázquez

Carlos Coloma fue un personaje muy importante de su época, con una brillante carrera militar fue nombrado gobernador del Perpiñán en el año 1600 y lugarteniente de los condados de Rosellón, Cerdeña y Conflent en el 1606. Posteriormente, fue nombrado embajador en Inglaterra pero tuvo que cesar en su puesto en el año 1624 para ser llamado de nuevo a Flandes, donde hacían falta sus consejos y experiencia. Es en estos momentos cuando se produce la toma de la plaza de Breda que se había convertido en un bastión y símbolo del protestantismo.

Breda estaba considerada como plaza inexpugnable y, por lo tanto, el plan de ataque asustaba a los españoles. El marqués de Spínola estaba al mando del ejército español y junto a él, como jefe de toda la infantería, Carlos Coloma. Spínola realiza una maniobra de engaño y termina sitiando Breda, a pesar de las burlas por la improbable victoria. Sin embargo, la capitulación se termina firmando el 2 de junio de 1625.

Este importante acontecimiento histórico fue inmortalizado por el pintor Diego Velázquez en su obra “La Rendición de Breda”, también conocida como “Las Lanzas”. En el cuadro aparecen retratados varios jefes y generales como Ambrosio Spínola, Alberto de Arenbergh, el príncipe de Neuburg, Gonzalo de Córdoba y Carlos Coloma.

"La Rendición de Breda" de Velázquez

“La Rendición de Breda” de Velázquez

Detalla de "La Rendición de Breda" señalando a Carlos Coloma.

Detalle de “La Rendición de Breda” señalando a Carlos Coloma.

Esta pintura de Velázquez fue realizada en 1635 por encargo del rey, la cual estaba destinada a decorar el Salón de los Reinos situado en el Palacio del Buen Retiro. En ella el pintor muestra la entrega de llaves de la plaza de Breda por parte del general Justino de Nassau el 5 de junio de 1625, tres días más tarde desde la rendición.

La composición pictórica de la obra está estructurada en el movimiento circular de los caballos que, junto con el efecto de las picas erguidas, consigue resaltar la parte del bando vencedor aunque sin disminuir al vencido. Además, las picas están dispuestas en forma de telón para que la vista no se pierda en el fondo, pero en el lado holandés sí deja abierto el fondo para contemplar el paisaje de Breda en llamas. Pero, ante todo, ambos grupos tendrán su punto de atención en el eje compositivo del cuadro: la llave.

Por último, cabe señalar que para realizar “La rendición de Breda” Velázquez se basó en el espíritu que había descrito el dramaturgo Calderón de la Barca en su obra El sitio de Breda1, la cual termina con las siguientes líneas:

JUSTINO: Aquestas las llaves son
de la fuerza, y libremente
hago protesta en tus manos
que no hay temor que me fuerce
a entregarla, pues tuviera
por menos dolor la muerte.
Aquesto no ha sido trato,
sino fortuna que vuelve
en polvo las monarquías
más altivas y excelentes.
ESPÍNOLA: Justino, yo las recibo,
y conozco que valiente
sois, que el valor del vencido
hace famoso al que vence.
Y en el nombre de Filipo
Cuarto, que por siglos reine,
con más victorias que nunca,
tan dichoso como siempre,
tomo aquesta posesión.
GONZALO: Dulces instrumentos suenen.
LUIS: Ya el sargento en la muralla
las armas de España tiende.
SARGENTO: Oíd, soldados, oíd.
¡Bredá por el rey de España!
ESPÍNOLA: ¡Y plegue al cielo que llegue
a serlo el mundo rendido
desde levante a poniente!
Y con esto se da fin
al Sitio, donde no puede
mostrarse más quien ha escrito
obligado a tantas leyes2.

 

1GUILL ORTEGA, Miguel Ángel. Carlos Coloma: un eldense pintado por Velázquez. Revista del Vinalopó: Dossier: Toponímia. CEL (Centre d’Estudis Locals de Petrer), 1999 nº 2, p. 201-212. ISSN 1139-7322.

2 CALDERÓN DE LA BARCA, Pedro. Jornada III. El sitio de Breda [en línea][consulta: 23 de diciembre de 2013]. Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-sitio-de-breda–2/html/ff24c628-82b1-11df-acc7-002185ce6064_4.htm#4

Además, se puede consultar una copia en pdf del documento original que fue publicado en el año 1685 por Francisco Sanz en esta misma página web (Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes) en el siguiente enlace: http://www.cervantesvirtual.com/obra/el-sitio-de-breda–0/

La familia Coloma y el Siglo de Oro español

La casa condal de Elda mantuvo una considerable importancia en las tareas de gobierno, militares y diplomáticas en la estructura político-administrativa de la monarquía hispánica en el siglo XVI y principios del XVII. Pero a esto hay que añadir una importancia también cultural, pues cultivaron la poesía y la literatura como buen ejemplo de hombres del Siglo de Oro.

El primer conde de Elda, Juan Coloma, fue un famoso poeta de la época, hecho que marcó a sus hijos. Así, Antonio Coloma, segundo conde de Elda, también escribió poesía como su padre y fundó la universidad de Cagliari en Cerdeña. Por su parte, Carlos Coloma ha pasado a la Historia como uno de los más importantes cronistas de las guerras de los Países Bajos, y además se encargó de traducir clásicos latinos al castellano. En último lugar, Alonso Coloma, obispo y virrey de Cataluña fue también un gran predicador y poeta.

De hecho, el patriarca de la familia Juan Coloma, fue incluso alabado por Miguel de Cervantes en su obra La Galatea, concretamente en el Canto de Galiope, en la octava número ocho:

¡Oh, tu Don Juan Coloma en cuyo seno tanta gracia del cielo se ha encerrado, que a la envidia pusiste en duro freno y en la fama mil lenguas has criado, con que tan gentil tajo al fértil Reno, tu nombre y tu valor ha levantado! Tú, Conde de Elda, en todo tan dichoso, haces el Turia más que el Pó famoso.

Portada de Decada de la pasión de nuestro Redemptor Iesu Christo.  Extraído de:  http://diegomallen.blogspot.com.es/2008_11_01_archive.html

Portada de la obra “Decada de la pasión de nuestro Redemptor Iesu Christo”.
Extraído de:
http://diegomallen.blogspot.com.es/2008_11_01_archive.html

Entre las obras literarias escritas por Juan Coloma está el Cancionero general de obras nuevas, nunca asta ahora impresas, assi por ell arte español como por la toscana del año 1554. En ella aparecen una serie de poemas como El triunfo de la muerte de Tetrarca o las glosas Las tristes lagrimas mías, La bella mal maridada y El Mal de veros partir. Otra de sus obras literarias es la de Decada de la pasión de nuestro Redemptor Iesu Christo, la cual está conformada por dos poemas largos de tema religioso.

Por lo que respecta a Antonio Coloma, segundo conde de Elda, sólo conocemos una de sus obras: Ciego de polvo los ojos. Mientras que de Alonso Coloma encontramos un soneto dedicado al Marqués de Santa Cruz y un elogio a Neptuno en el libro de Cristóbal Mosquera de Figueroa el Comentario en breue compendio de disciplina militar: en que se escriue la jornada de la islas de los Açpores; y el Memorial de don Alonso Coloma en su visita a la universidad de Valencia (1598-1599).

En último lugar, Carlos Coloma ha escrito varias obras literarias que son en realidad crónicas de la guerra de los Países Bajos como La guerra en los Estados Baxos desde el año de mil y quinientos y ochenta y ocho, hasta el de mil quinientos noventa y nueve de 1622 que fue reeditado en varias ocasiones1. Esta es su obra más importante y en ella nos narra los sucesos de la guerra en la que él tomó parte durante doce años. Es por ello, que consitutye un precioso documento que narra con fidelidad y rigurosidad los hechos sucedidos y, por tanto, también supone un gran interés para los investigadores. Además, está escrita con un lenguaje ameno y exquisito2.

Portada de la obra "La guerra en los Estados Baxos desde el año de mil y quinientos y ochenta y ocho, hasta el de mil quinientos noventa y nueve" de Carlos Coloma.  Extraída de Google Books.

Portada de la obra “La guerra en los Estados Baxos desde el año de mil y quinientos y ochenta y ocho, hasta el de mil quinientos noventa y nueve” de Carlos Coloma.
Extraída de Google Books.

Otras de sus obras son Las guerras del Palatinado y los Estados Bajos, Relación del socorro de Brujas y Guerra en Italia, 1634-1635. Además, tradujo la obra Anales con el nombre de Traducción de los anales de tácito por don Carlos Coloma, y escribió algunos informes y memorándums como el Discurso de don Carlos Coloma de la forma en que debería hacer la guerra a los holandeses de 1620 y el Discurso en que se representa cuanto conviene a la monarquía Española, la conservación del estado de Milán y lo que necesita para su defensa y mayor seguridad de 1626, ambos conservados en la Biblioteca Nacional en Madrid3.

1GUILL ORTEGA, Miguel Ángel. Las obras literarias de los miembros de la casa condal de Elda. Revista del Vinalopó: 2004-1304. Una visió múltiple. CEL (Centre d’Estudis Locals del Vinalopó), 2004, nº 6-7, p. 199-210. ISSN 1139-7322.

2 GUILL ORTEGA, Miguel Ángel. Carlos Coloma: un eldense pintado por Velázquez. Revista del Vinalopó: Dossier: Toponímia. CEL (Centre d’Estudis Locals de Petrer), 1999 nº 2, p. 201-212. ISSN 1139-7322.

3 GUILL ORTEGA, ref. 1

Historia de la lengua valenciana (II): Petrer

En época medieval la villa de Petrer estaba en la misma situación que su vecina Elda, es decir, la gran parte de la población que la habitaba era musulmana (después morisca) y, por lo tanto, la lengua mayoritaria era el árabe. Es por ello que el punto de inflexión para la lengua es, sin lugar a dudas, el año 1609 cuando se produce la expulsión de los moriscos. Este hecho afectó de forma muy significativa a Petrer que se convirtió en un “pueblo fantasma” con tan sólo 7 familias de cristianos viejos hasta su repoblación en el año 1611, cuando Petrer fue ocupado por familias cristianas que llegaban de Castalla, Onil, Biar, Xixona y la huerta de Alicante, y que utilizaban la lengua catalana.

Por tanto, nos encontramos con que el siglo XVII fue la época de esplendor de la lengua valenciana en Petrer, pues era el medio de comunicación habitual y la lengua de las instituciones. Esto último nos permite conocer de primera mano cómo era el catalán de Petrer ya que nos ha llegado de forma escrita. Sin embargo con el tiempo el catalán petrerí fue castellanizándose, pues los habitantes de Petrer utilizan al castellano para hablar con los petrerenses de más estatus, con los eldenses, quienes están cambiando de lengua en estos momentos y con el Conde de Elda, el más alto representante de este sector social en la comarca1.

Un siglo más tarde de la expulsión de los moriscos, el 29 de junio de 1707 se produce la derogación de las instituciones forales del Reino de Valencia y la prohibición de la lengua que le era propia por el Decreto de Nueva Planta de Felipe V. Por lo tanto, se prohíbe el uso del catalán en todas las ramas de la Administración2. A pesar de ello, el uso oral de la lengua catalana no tenía por qué verse afectada por estos cambios, sin embargo el legislador prohíbe también los términos que identificaban los cargos forales (Justícia, Jurat en Cap, Batle, etc.) que podían recordar la existencia de unos órganos municipales anteriores que tenían un mínimo de representatividad ciudadana. Y es que el objetivo de este cambio político no era el de acabar con la autonomía de los reinos de la Corona de Aragón, pero también con la lengua propia del Principado de Cataluña y los reinos de Valencia y Mallorca, que mantenía viva la llama de las instituciones autóctonas y de una identidad diferente de la castellana.

Años después, en 1768 el rey dictó una nueva ley que prohibía el catalán en el sistema educativo, la Real Cédula de Aranjuez, por la que Carlos III ordenaba la unificación de la moneda y de la lengua en el marco de la nueva monarquía borbónica. Pero nos encontramos con que en el País Valenciano no se hizo mucho caso de esta ley pues en 1787 el Governador de la Sala del Crimen de la Real Audiencia de Valencia tuvo que recordar a los maestros valencianos que debían dar las clases en castellano para así impedir que los niños utilizar su lengua en el marco escolar.

En definitiva, el siglo XVIII es una época de retroceso de los usos oficiales del catalán en Elda y Petrer, pues se prohíbe su uso en la administración municipal y de justicia y en la enseñanza. Por último, en cuanto a las escrituras eclesiásticas desconocemos la lengua en uso porque la parroquia de San Bartolomé de Petrer no conserva nada de la Edad Moderna. Aun así, deberíamos enmarcarla en el mismo cambio de lengua oficial al castellano como en el resto de la diócesis de Orihuela a la que pertenecía Petrer.

Pero a pesar de todas las prohibiciones el valenciano se siguió utilizando en los ámbitos privados, es decir, los habitantes de Petrer seguían hablando su lengua en casa y en la calle, así como los regidores del Ayuntamiento también lo harían en sus reuniones aunque después redactaran las actas en castellano. Por el contrario, en Elda se dejó de utilizar la lengua catalana y la población terminó castellanizándose en el transcurso del siglo XVIII2.

1MIRA-PERCEVAL VERDÚ, Enrique y RICO NAVARRO, María Carmen. Antroponimia y genealogía de los nuevos pobladores de Petrer (1609-1611). Revista del Vinalopó: Cartes de Poblament del Vinalopó. La repoblació després de l’expulsió. CEL (Centre d’Estuids Locals del Vinalopó), 2011, nº14, p. 53-66. ISSN 1139-7322.

2MONTOYA ABAD, Brauli. Història de la llengua catalana en un territorio de frontera: Petrer (Vinalopó Mitjà). Universidad de Alicante, 2006. ISBN 84-611-1106-0.

Historia de la lengua valenciana (I): Elda

Los ciudadanos de estos municipios somos herederos de la historia; un claro ejemplo de ello lo tenemos en la lengua. Mientras que Elda se mantiene hoy en día como una localidad marcadamente castellana, el municipio de Petrer pertenece a los territorios catalanoparlantes del País Valenciano. Tradicionalmente se ha pensado que esta diferencia se debía fundamentalmente a la procedencia de los repobladores tras la expulsión de los moriscos en 1609, sin embargo la explicación es mucho más compleja.

Como ya hemos visto en otras entradas de este mismo blog, por la sentencia de Torrellas (1304) y el pacto de Elche (1305) el Valle de Elda (junto a otros territorios) pasa a formar parte de la Corona de Aragón y del Reino de Valencia. Sin embargo, éste fue un cambio político y no poblacional, pues la población islámica que habitaba en esta área se mantuvo y, por lo tanto, la lengua mayoritaria era el árabe.

Puesto que las poblaciones de Elda y Petrer siguen líneas diferentes es conveniente explicarlas por separado para poder entender mejor la evolución de la lengua. Por tanto, en primer lugar nos centraremos en la historia lingüística de la localidad de Elda.

Con la expulsión de los moriscos en el año 1609 y la repoblación cristiana el panorama lingüístico cambió, imponiéndose el catalán. Esto se debe a que la mayor parte de los repobladores procedían de lugares del reino de Valencia, aunque también hay una importante presencia de repobladores de la Corona de Castilla por lo que se trataría de una localidad bilingüe1. Sin embargo, a lo largo del tiempo la población eldense fue castellanizándose debido a la continua llegada de población de diferentes lugares castellanos.

Municipios de origen de los repobladores de Elda (1605-1639).  Imagen extraída de GISBERT PÉREZ, Emilio. Apuntes demográficos para el conocimiento de la repoblación eldense (1605-1639). Revista del Vinalopó: Cartes de Poblament del Vinalopó. La repoblació després de l’expulsió. CEL (Centre d’Estudis Locals del Vinalopó), 2011, nº 14, p. 93-102. ISSN 1139-7322.

Municipios de origen de los repobladores de Elda (1605-1639).
Imagen extraída de GISBERT PÉREZ, Emilio. Apuntes demográficos para el conocimiento de la repoblación eldense (1605-1639). Revista del Vinalopó: Cartes de Poblament del Vinalopó. La repoblació després de l’expulsió. CEL (Centre d’Estudis Locals del Vinalopó), 2011, nº 14, p. 93-102. ISSN 1139-7322.

A esta situación hay que sumar el abandono del valenciano en favor del castellano por las clases cultas, siendo la nobleza la que antes se castellanizó. En el siglo XV, Juan Coloma, abuelo del I conde de Elda, utilizaba el valenciano en los documentos oficiales y, de hecho, su nieto también lo hizo, ya que la población pertenecía al Reino de Valencia. Sin embargo, la viuda de Juan Coloma, María Pérez Calvillo, se traslada al castillo de Elda desde Zaragoza llevándose con ella sirvientes y familiares que pasarían a formar parte de la población local y, todos ellos, hablaban castellano. Asimismo, esta familia comenzó a invertir en la construcción de edificios monumentales (hospital, convento, iglesia, palacio, etc.), lo que incentivó la llegada de nuevos pobladores atraídos por la oferta laboral provenientes de Castilla y otras villas cercanas como Sax, de lengua castellana. Por lo tanto, vemos como se produjo un auge de la lengua castellana en detrimento del valenciano2.

Es por ello que a lo largo del siglo XVII el valenciano fue perdiendo su preponderancia en la localidad y, además, el uso del castellano fue haciéndose cada vez más frecuente en los documentos de la administración local3. Por todas estas razones en Elda se dejó de utilizar la lengua catalana y la población terminó castellanizándose en el transcurso del siglo XVIII.

1GISBERT PÉREZ, Emilio. Apuntes demográficos para el conocimiento de la repoblación eldense (1605-1639). Revista del Vinalopó: Cartes de Poblament del Vinalopó. La repoblació després de l’expulsió. CEL (Centre d’Estudis Locals del Vinalopó), 2011, nº 14, p. 93-102. ISSN 1139-7322.

2GUILL ORTEGA, Miguel Ángel. Apuntes sociolingüísticos sobre la villa de Elda a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII. Revista del Vinalopó: Cartes de Poblament del Vinalopó. La repoblació després de l’expulsió. CEL (Centre d’Estudis Locals del Vinalopó), 2011, nº 14, p. 67-92. ISSN 1139-7322.

3JOVER I MARTÍNEZ, Alfredo. Antroponímia i subsitutció lingüística a Elda (segles XVII-XVIII). Revista del Vinalopó: La Constitució de Cadis al Vinalopó. CEL (Centre d’Estudis Locals del Vinalopó), 2012, nº15, p.151-162. ISSN 1139-7322.

La artesanía alfarera de Petrer

Petrer contaba con la existencia de yacimientos de arcilla, agua en abundancia y zonas boscosas que posibilitó el desarrollo de un trabajo basado en la producción de objetos de barro. Se trata de una producción artesanal y no industrial, ya que en época moderna no se utilizan máquinas como el torno eléctrico, la máquina para pintar al duco o la pastadora del barro que aparecerán entre 1920-1950 en la transición hacia una industria mecanizada.

Por otra parte, habría que diferenciar entre la producción alfarera y cerámica. La palabra alfarería proviene del término árabe alfar que significa arcilla, y con ella se denomina a la producción de cerámica hecha a mano. Por su parte, la palabra cerámica proviene del griego keramos que significa arcilla, vasija de tierra o tierra quemada, y se utiliza para referirse a la ladrillería, loza común, loza blanca, gres, porcelanas y todas aquellas pastas especializadas refractarias y aislantes. Así pues, cuando se cita la palabra alfarería en los documentos de la villa de Petrer ésta hace referencia a la obra fabricada en los alfares, y cuando se habla de cerámica se trata de material de construcción, principalmente tejas y ladrillos.

Mapa de Petrer con la distribución de los talleres de cerámica y alfarería.  Extraído de: RICO NAVARRO, Mª Carmen. La artesanía del barro durante le época moderna. En: Del barro al cacharro: la artesanía alfarera de Petrer. Petrer: Ajuntament de Petrer, Caixa de Crèdit de Petrer y Universitat d’Alacant. 1996, pp. 15-24. ISBN: 84-921556-1-2.

Mapa de Petrer con la distribución de los talleres de cerámica y alfarería en el siglo XVIII.
Extraído de:
RICO NAVARRO, Mª Carmen. La artesanía del barro durante le época moderna. En: Del barro al cacharro: la artesanía alfarera de Petrer. Petrer: Ajuntament de Petrer, Caixa de Crèdit de Petrer y Universitat d’Alacant. 1996, pp. 15-24. ISBN: 84-921556-1-2.

La primera referencia documental que tenemos sobre la actividad alfarera de Petrer está en el Libro de giradora de 1655. Este documento fue elaborado en la administración señorial para conocer las tierras, casas y aguas usadas productivamente dentro de los límites del señorío. Más tarde, el 11 de julio de 1667 tenemos otro documento por el cual el conde de Elda otorga una licencia para la apertura de una alfarería. Aparte de estos dos documentos encontramos muchos otros que hacen referencia a la artesanía alfarera de Petrer y, entre ellos, cabe destacar el Libro de hacienda de la Villa y término de Petrel del año 1726, donde constan las viviendas y tierras con su valor catastral para el pago equivalente. Por ejemplo, aquí aparece Juan Andreu, propietario de una casa, con una era de moler tierra y un horno de cantarería (cerámica).

Posteriormente, en el año 1726, encontramos la primera referencia documental de la calle que sube a les cantarerías que, junto con otras noticias, nos permite saber que desde principios del siglo XVIII existe un destacado núcleo de alfares, pues la alfarerías estaban todas en la misma zona establecidas muy próximas entre sí. El lugar donde se ubican es una zona al sureste de la población, a extramuros de la villa, ocupando una pequeña loma bien ventilada, con recursos hídricos, afloramientos de arcilla y zonas boscosas, y cerca del camino de Agost.

A mediados del siglo XVIII se produjo un incremento de la producción de objetos de barro pues los alfareros solicitan aumentar la superficie de que disponían para moler y cribar la arcilla, tareas para las que era necesario un espacio amplio de trabajo. Además, también se presentaron instancias al Ayuntamiento solicitando la autorización para cortar leña, por lo que se deduce que el aprovechamiento no agrícola de las zonas montañosas se realizaba de forma comunal. Así pues, la cobertura vegetal de las montañas era un complemento económico básico para muchos jornaleros pobres que vendían leña y carbón a la Villa y otras ciudades.

Ejemplo de un cántaro con el acabado blanco típico de Petrer y otras localidades como Agost. Este en concreto se trata de una pieza proveniente de Agost. Imagen extraída de: http://www.artesaniatipica.com/Alfareria/Alfareria-Agost

Ejemplo de un cántaro con el acabado blanco típico de Petrer y otras localidades como Agost. 
Imagen extraída de:
http://www.artesaniatipica.com/Alfareria/Alfareria-Agost

En cuanto al tipo de teja que se elaboraba en estos momentos en Petrer lo común era la denominada teja árabe o curva. Por su parte, el elemento de fabricación principal de la alfarería era el cántaro, destinado al uso cotidiano como contenedor de líquidos. Un elemento esencial en la elaboración de las piezas de barro era la sal, que les daba un tono blanco brillante y hacía que fueran más porosas y mantuvieran más fresco el contenido.

En último lugar, cabe mencionar que la alfarería constituía un tipo de economía familiar, es decir, eran individuos de la misma familia los que se dedicaban a este oficio generación tras generación, lo que se deduce a través del estudio de los apellidos que aparecen en los registros del ayuntamiento.

La información de esta entrada ha sido extraída del siguiente libro:

RICO NAVARRO, Mª Carmen. La artesanía del barro durante le época moderna. En: Del barro al cacharro: la artesanía alfarera de Petrer. Petrer: Ajuntament de Petrer, Caixa de Crèdit de Petrer y Universitat d’Alacant. 1996, pp. 15-24. ISBN: 84-921556-1-2.

El comercio de nieve en el siglo XVIII

Durante los siglos XVIII y XIX la recogida, almacenaje y comercio de la nieve fue una actividad importante en el Medio Vinalopó. Esto se debe a un cambio climático que se produce en estos momentos conocido como la “Pequeña Edad del Hielo”, por lo que comienza a popularizarse entre la población el uso de la nieve para la conservación de los alimentos, la fabricación de helados y sorbetes y para un uso terapéutico.

Para recoger y almacenar la nieve y que pueda ser utilizada en verano se excavaron en las umbrías de los montes unos pozos, revestidos con una pared de mampostería o sillería, que tenían una profundidad variante que podía ir de los 4 a los 15 m y un diámetro de entre 7 y 16 m. La planta solía ser circular, hexagonal u octogonal, y tenían una bóveda formada por arcos con cubierta de teja o sillería.

Esquema de un nevero.  Extraído de: http://es.wikipedia.org/wiki/Nevero_artificial

Esquema de un nevero.
Extraído de: http://es.wikipedia.org/wiki/Nevero_artificial

La nieve era depositada en su interior a través de los ventanales, poniendo entre medias capas de paja de arroz, siendo apisonadas por los obreros. Cuando el pozo estaba lleno los ventanales se cerraban hasta la llegada del verano, momento en que se abrían para picar el hielo. Éste era distribuido por los reinos de Valencia y Murcia durante la noche, entre gruesas mantas, a lomos de caballerías.

Estos pozos se denominaron de varias formas: pozos de nieve, casas de nieve, neveros, neveras, cavas, ventisqueros, zanjas de nieve, zanjas de hielo y pocicos, con sus equivalencias en valenciano pou de neu, caveta, caseta de la neu, llot de la neu y pouet. En algunas localidades como Petrer, se trataba de depósitos urbanos o periurbanos con una evidente funcionalidad comercial de autoconsumo.

En el término municipal de Petrer encontramos un pozo de nieve en la partida rural de Catí, conocido también como “pozo de la Administración” al encontrarse cerca de una finca llamada de esta manera. Este nevero se encuentra a 860 m.s.n.m., en la umbría de Collia, y presenta una construcción con unos muros de 0’70 m de mampostería irregular trabada con mortero de cal. Es de una planta circular y tiene cuatro contrafuertes que refuerzan el paramento, con un diámetro de 8’70 m y una profundidad 5’50 m. La cubierta es una falsa bóveda de mampostería reforzada interiormente por un arco apoyado sobre los contrafuertes exteriores, y se accede al interior a través de tres puertas. Este es el pozo más grande del Medio Vinalopó, con una capacidad de 325 metros cúbicos.

Imagen del nevero de Catí extraída de: http://www.panoramio.com/user/759878?with_photo_id=6129637

Imagen del nevero de Catí extraída de:
http://www.panoramio.com/user/759878?with_photo_id=6129637

Por su parte, en el término municipal de Elda, los pozos eran depósitos en los que se almacenaba la nieve, el hielo o el granizo que había sido comprado en otras localidades para venderse posteriormente en Elda. Aquí encontramos, junto a los pozos de nieve, grandes balsas de agua que en invierno se congelaban y proporcionaban hielo. El archivo municipal de Elda aporta documentación sobre estas tareas, por ejemplo hay constancia de que entre septiembre y noviembre de 1771 la ciudad de Alicante compró granizo a Elda. Otros documentos hablan sobre la preparación de sorbetes con hielo para agasajar a los condes de Elda cuando visitaban la población.

En esta localidad encontramos varios pozos de nieve como el de la Finca Lacy que formaría parte de un conjunto de cuatro pozos que existieron en las inmediaciones de la finca; la conocida como “zanja de hielo”, ubicada también en la Finca Lacy, la cual fue construida a lo largo del siglo XVIII, ya que encontramos en sus muros graffitis a plumilla con las fechas 1789, 1796 y 1810; y luego hay una serie de pozos pero ya de época contemporánea construidos a lo largo del siglo XIX como el pozo de Anchuras o pozo de la Horteta, el pozo de San Antonio, el pozo del Chorrillo y el nevero Francesco.

Imagen de la zanja de hielo de la Finca Lacy (Elda), extraída de: http://www.lavirtu.com/albumes.asp?idcategoria=63829

Imagen de la zanja de hielo de la Finca Lacy (Elda), extraída de:
http://www.lavirtu.com/albumes.asp?idcategoria=63829

La información de esta entrada ha sido extraída del siguiente artículo:

MARTÍ CEBRIÁN, Juan Antonio. “Los pozos de nieve y su comercio en la comarca del Medio Vinalopó (Alicante)”. Revista del Vinalopó: Dossier: Organització i ordenació del territorio. CEL (Centre d’Estudis Locals del Vinalopó), 2000, nº3, p. 227-236. ISSN 1139-7322.

Las redes de agua potable

En el siglo XVIII cambia la concepción general de la higiene en los núcleos urbanos a través de la política. El agua se convierte en uno de los principales problemas urbanísticos por lo que se movilizan recursos humanos y económicos desde los órganos locales y las diócesis, pero también desde las instituciones borbónicas que inician una participación creciente.  Así, se generan iniciativas de reforma y ampliación del suministro de agua potable, principalmente en los núcleos en expansión demográfica.

Un ejemplo claro de ello lo tenemos en Elche, ciudad en la que se construye una red hidráulica que es inaugurada el día 29 de junio de 1787, con una serie de acontecimientos festivos vinculados con su inauguración. Sin embargo, Elche contaba en estos momentos, según el censo de Floridablanca, con 17.554 habitantes y Petrer sólo tenía 2.635. Por tanto, al tratarse de una población menor las fiestas relacionadas en torno al agua son mucho más sencillas con bendiciones religiosas del clero rural. En Elda y Petrer se construyen fuentes urbanas de canales de bronce, sin ningún tipo de adorno, cuya inauguración a lo largo del siglo XVII y XVIII será recibida con gran gratitud hacia el conde de Elda y la monarquía borbónica.

Estas celebraciones en torno al agua tenían también un aspecto de promoción de higiene pública, ya que aunque se produjo el suministro de agua a las villas del Vinalopó no se pudo implantar obras de saneamiento. Por lo tanto, la evacuación de aguas sucias de los particulares se hacía en las fosas sépticas de algunas casas o mediante la extracción manual. No ocurría lo mismo en las fuentes públicas que sí tenían un sistema de desagüe.

Esta agua que llegaba ahora a las comunidades urbanas podía ser utilizada para consumo humano o para usos de lavado, huertos, jardines, baños o talleres artesanos. Las aguas destinadas a estas tareas y no al consumo humano eran aguas usadas y, por lo tanto, no eran potables. Así pues, en Petrer el agua de los qanats de Puça es la base de todo el espacio hidráulico, incluidos los canales públicos de agua potable y los de uso privado. En cambio en Elda sí hay distinción entre las aguas usadas en los molinos hidráulicos y la huerta que proviene directamente del río Vinalopó y la Font del Xop (Villena), y el consumo de agua potable en las fuentes urbanas que provenía del manantial de Noguera (Petrer).

A finales del siglo XVIII las infraestructuras hidráulicas de Elda deben reedificarse porque las lluvias continuadas y las crecidas fluviales de los años 1777 y 1778 arrasaron las obras públicas hidráulicas, lo que conllevó un fuerte desabastecimiento de agua que, junto a la mala calidad del agua que llevaba a la villa, conllevó la aparición continuada de enfermedades. Por esta razón, la villa de Petrer cedió agua a Elda para el riego, los molinos y las fuentes urbanas a través de una red de acequias.

También Petrer iniciará en 1780 un proceso administrativo para renovar la conducción de las aguas potables, ya que se perdía mucho caudal por la evaporación al estar al descubierto y además el ganado las ensuciaba. Todas estas obras serán financiadas por los órganos de gobierno borbónicos con una finalidad regalista.

La información de esta entrada ha sido extraída del siguiente artículo:

PÉREZ MEDINA, Tomás V. “Xarxes d’aigua potable del segle XVIII a les viles del Vinalopó”. Revista del Vinalopó. CEL (Centre d’Estudis Locals del Vinalopó), 2005, nº 8, p. 119-132. ISSN 1139-7322.

Los usos del agua: el regadío y los molinos hidráulicos

El valle de Elda presenta un clima muy seco, con unas precipitaciones medias anuales de 415 mm y una temperatura media anual de 15’5oC. Es por ello que nos encontramos en un espacio con poca presencia de agua. Estas características climáticas propician una vegetación leñosa, de hojas pequeñas y duras, con gran presencia de arbustos y matorrales.

El espacio ha sufrido transformaciones al crearse áreas agrícolas y de poblamiento. Las comunidades agrarias tradicionales se adaptan a las características básicas del ecosistema natural mediterráneo, sin embargo el uso del agua genera espacios nuevos ya que el agua requerida por los cultivos de huerta es mayor a la cantidad de agua aportada por las precipitaciones. Por lo tanto, se crea “un nuevo espacio irrigado que supone que el agua sea separada de su ciclo natural para integrarla dentro de un nuevo circuito”1.

Es por ello que aunque todos los asentamientos de época moderna tendrán un punto de agua a su disposición tenemos que distinguir entre aquellas comunidades establecidas directamente en el valle fluvial, como Elda, y aquellas ubicadas en las laderas de los corredores, como el caso de Petrer. Elda contará con espacios hidráulicos más extensos y Petrer dispondrá de reducidos regadíos construidos a partir de fuentes, minas y barrancos2.

En este medio de escasez de agua la tecnología campesina se dirige hacia la creación de redes de captación y distribución, es decir, se crean estructuras hidráulicas y cada una de ellas cumplía una función concreta. Esta tecnología tradicional contaba con el hecho de que el agua circula por gravedad por lo que las estructuras pueden ser de dos tipos:

Presa y acequias del Pantanet de petrer. Extraída de: http://www.cma.gva.es/web/indice.aspx?nodo=56554&idioma=V

Presa y acequias del Pantanet de Petrer.
Imagen extraída de: http://www.cma.gva.es/web/indice.aspx?nodo=56554&idioma=V

  • Las estructuras hidráulicas que captan y transportan el agua, superficial o subterránea, por gravedad. Esto son los azudes, presas, diques, muelles, boqueras, qanat…
  • Los artefactos para elevar el agua, que serían las norias3.

Sin embargo, el agua no está destinada únicamente para su uso en el regadío, sino que también la encontramos como fuerza motriz en los molinos hidráulicos.

Existían varias tipologías de molinos, como por ejemplo los molinos horizontales que a su vez tienen dos variantes, de cubo y de rampa. Éstos estaban compuestos por una rueda motriz que recibe el impulso del agua, unida a un eje vertical (árbol) a través del cual da movimiento a la muela corredera, y su uso era el de moler grano.

Esquema del funcionamiento de un molino

Mecanismo interior de un molino horizontal de agua según F. Palanca y J. Gregori, tomado de PÉREZ MEDINA, Tomás V. Los molinos de agua en las comarcas del Vinalopó (1500-1840). Col•lecció l’Algoleja/2, CEL (Centre d’Estudis Locals de Petrer), 1999, ISBN 84-605-9651-6.

Por otra parte están los molinos verticales destinados sobre todo a abatanar y golpear paños, trapos, fibras o metales con mazos y martinetes, aunque también a moler grano. Por tanto, la molienda necesita un movimiento circular continuo de la piedra volandera que, mediante el frotamiento, tritura los granos, mientras que los batanes y martinetes necesitan transformar el movimiento circular en movimientos alternativos de un eje horizontal que acciona los mazos.

Tipología de molinos de agua verticales. Imagen extraída de: http://www.clarionweb.es/6_curso/c_medio/cm603/cm60303c.htm

Tipología de molinos de agua verticales.
Imagen extraída de:
http://www.clarionweb.es/6_curso/c_medio/cm603/cm60303c.htm

En las comarcas del Vinalopó los molinos más numerosos son los harineros de agua de cubo y de rueda horizontal, pero también hay molinos ligados a los hornos de pan, las almazaras de aceite y los hornos alfareros, y además también encontramos molinos de pólvora. Para Elda y Petrer se conocen 2 molinos harineros desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XVIII cuando aparece un tercero en Elda, incremento vinculado al crecimiento demográfico. Por otra parte, tenemos noticias de la existencia de molinos de pólvora en Elda y Petrer durante el siglo XVIII, siendo los más habituales los de rueda horizontal para moler los componentes de la pólvora (salitre –nitrato potásico–, azufre y carbón vegetal).

Por su parte, en Elda tenemos noticias de dos molinos de pólvora, uno ubicado en la partida del Chorrillo aprovechando las aguas del río Vinalopó; y otro en la Séquia Major noveldense, en el tramo que circula por el sur del término de Elda. En cuanto a Petrer encontramos noticias de tres molinos de pólvora, controlados por el conde de Elda que era señor de la baronía y le correspondía el derecho exclusivo de posesión y explotación de los molinos. Uno de ellos estaba en la rambla de Puça, del cual todavía pueden verse algunos restos arquitectónicos del edificio que fue reutilizado posteriormente.

En último lugar, también encontramos en Elda tres molinos papeleros de finales del siglo XVIII y molinos hidráulicos de martinetes de esparto, pues el trabajo del esparto estuvo muy generalizado en los pueblos como una actividad artesanal suplementaria de las clases más bajas. Elda destaca por ser la única población del Vinalopó de la que tenemos información sobre este tipo de martinetes hidráulicos4.

1PÉREZ MEDINA, Tomás V. “La cultura tradicional de l’aigua a les Valls del Vinalopó”. Revista del Vinalopó: Dossier: Toponímia. CEL (Centre d’Estudis Locals de Petrer), 1999, nº 2, p. 99-112 ISSN 1139-7322.
2PÉREZ MEDINA, Tomás V. Los molinos de agua en las comarcas del Vinalopó (1500-1840). Col·lecció l’Algoleja/2, CEL (Centre d’Estudis Locals de Petrer), 1999, ISBN 84-605-9651-6.
3PÉREZ MEDINA, ref. 1
4PÉREZ MEDINA, ref. 2

La economía ganadera de Elda y Petrer

En el sistema agrario feudal es muy importante el número de cabezas de ganado debido al valor del abono orgánico, además de que supone un complemento muy importante para la economía doméstica campesina. Por tanto, el uso ganadero de superficies y aguas es relevante en la estructura feudal.

Las superficies montañosas y las hierbas de los campos son aprovechadas para el pasturaje de los rebaños formados por ovejas, cabras, carneros y machos cabríos. Sin embargo, en cuanto a los corrales, no tenemos mucha información pero parece ser que los corrales para ganado menor eran escasos y solamente se encontraban en las casas ubicadas en la periferia de las poblaciones. Así, la mayor parte de la población se abastecía de carne en la carnicería pero algunas familias de la localidad de Petrer criarían algunas ovejas, cabras y aves de corral, principalmente gallinas.

El abastecimiento de carne estaba garantizado por el arrendamiento que hacían los oficiales de la villa a un particular, quien gozaba de un amplio espacio inculto y de pasto para el ganado. Así, en 1688 es Francesc Agramunto la persona que toma el arrendamiento del abasto de la carne de Petrer y se compromete a llevar 800 reses entre ovejas, carneros y machos cabríos.

La ganadería mayor que aparece en los registros notariales es la caballar, por lo que prácticamente ha desaparecido el buey como animal de tiro en las tareas agrícolas, frente al uso de mulas y caballos.

Uso de los caballos para tirar del arado. Imagen extraída de http://europamedieval3052.blogspot.com.es/2011_01_01_archive.html

Uso de los caballos para tirar del arado.
Imagen extraída de: http://europamedieval3052.blogspot.com.es/2011_01_01_archive.html

Por otra parte, cabe señalar que la circulación de rebaños forasteros estaba reglamentada, de hecho, en las ordenanzas de la villa de Petrer de 1658 se penaba la libre entrada de los ganados foráneos y no permitía “fer majada” ni de día ni de noche. Para ello el funcionariado del conde de Elda actuaba contra los rebaños forasteros que pasturaban sin convenio por las tierras petrerenses.

En último lugar, podemos ver como la economía feudal valenciana de época moderna presenta una tajante separación entre agricultura de regadío y ganadería, pues el movimiento de los rebaños y caballerías por los huertos está estrictamente reglado y las infracciones eran sancionadas con severidad. Además, las ordenanzas municipales recogen la reglamentación para el uso de espacios y aguas por el ganado, pues la huerta, altamente valorada por el agricultor, debe ser protegida de los ganados. Es por ello que se restringe el movimiento de animales por las áreas de regadío, tanto para proteger los cultivos como para mantener en buen estado la red de riego.

La información de esta entrada ha sido extraída del siguiente libro:

PÉREZ MEDINA, Tomás V. La tierra y la comunidad rural de Petrer en el siglo XVII. Petrer: Ajuntament de Petrer, Caixa de Crèdit de Petrer y Universitat d’Alacant. 1995. ISBN: 84-7908-242-9.

La agricultura en Elda y Petrer a lo largo del siglo XVII

El territorio de Elda y Petrer aparece subdividido en partidas que no tienen unos límites claros ni precisos pero sirven para una localización rápida de los elementos geográficos y de las unidades de explotación. En cada una de estas partidas están inscritas las parcelas que son espacios de tierra registrados en los libros de la administración que cuentan con una superficie y límites establecidos.

Estas parcelas reciben en los documentos (Llibres de Giradores) distintos nombres en función de la explotación que se desarrolle. Así pues, en las parcelas irrigadas de Petrer encontramos referencia a la “orta”, el “olivar” y la “vinya”, fórmula ligada a la repoblación de 1611 y a la entrega de “sorts” o unidades de cultivo a los repobladores. Por otra parte, las unidades de cultivo de secano no presentan una distribución tan clara como las de regadío, pero aún así las unidades básicas son “tros”, “sorts”, “sorteta” y “bancal”. También aparece la “heretat” que es una unidad mayor, ya que se trata de un conjunto de parcelas con una casa, un corral para el ganado y una era.

La extensión media de las parcelas era de 3 tahúllas (1 tahúlla = 1201m2) en el momento de la repoblación, pero esta cifra disminuye ligeramente en 1682. Además, con el tiempo también se produjo la fragmentación de las tenencias de la tierra, pasando un propietario de poseer 4 parcelas en el año 1611 a 2’5 parcelas a finales de siglo. Esto se debe en parte a las herencias y ventas que dividen los bancales, lo que da lugar a parcelas más reducidas.

Bosquejo planimétrico del siglo XVIII, adjunto al expediente de la sentencia arbitral dada en el pleito seguido entre Pere Maça de Liçana, señor de las baronías de Novelda y Monóvar, y Ximén Pérez de Corella, señor de las baronías de Elda y Aspe, sobre los lindes de las villas de Novelda y Monóvar con la baronía de Elda. Sentencia dada en Elda, el 20 de diciembre de 1428 (A.M.E., Archivo Condal de Elda, doc. 179).

Bosquejo planimétrico del siglo XVIII, adjunto al expediente de la sentencia arbitral dada en el pleito seguido entre Pere Maça de Liçana, señor de las baronías de Novelda y Monóvar, y Ximén Pérez de Corella, señor de las baronías de Elda y Aspe, sobre los lindes de las villas de Novelda y Monóvar con la baronía de Elda. Sentencia dada en Elda, el 20 de diciembre de 1428 (A.M.E., Archivo Condal de Elda, doc. 179).
Extraído de http://petreraldia.com/reportajes/documentos-para-la-historia-de-la-villa-de-petrer-el-archivo-condal-de-elda.html

En relación los cultivos, en Elda y Petrer destaca la trilogía mediterránea: cereal, olivar y viña. Pero a esto hay que sumarle el cultivo de hortalizas, legumbres y frutales en las zonas de huerta y los almendros, las higueras y el anís en los cultivos de secano.

En cuanto al cereal, la variedad panificable más cultivada es el trigo o forment, así como las más consumida entre la población, seguido de la avena, el centeno, la cebada y, en menor medida, el panizo o mijo menor. Estos cereales se cultivaban en las tierras de secano que, en las actas notariales, recibían el nombre de terra campa. El olivo es el segundo cultivo de secano en importancia de estas poblaciones, contando en Petrer con 300 tahúllas de extensión (36 hectáreas). Normalmente los campos de olivos no contienen otro cultivo arbustivo o arbóreo, pero ocasionalmente entre los olivos hay plantación de cereal. A su vez, en algunas plantaciones de secano también hay olivos en una forma de policultivo, aunque también puede haber almendros e higueras. Por su parte la viña es el cultivo que más superficie ocupa en el regadío de Petrer, con más de 700 tahúllas (85 hectáreas). Con la uva producen vino, pasas y, en menor medida, uva de mesa, siempre con una orientación comercial.

Aparte encontramos el cultivo de las hortalizas y frutales principalmente por la comunidad morisca, la cual combinaba el cultivo de trigo y “panis de les Indies” (posiblemente maíz) con melones, cebollas, ajos, habas y los árboles frutales de albaricoques y manzanas. Este cultivo se mantendría también en la centuria siguiente con la población cristiana. Además, la higuera es un árbol muy extendido por el término de Petrer y aunque el árbol predominante en el paisaje agrario actual sea el almendro, éste fue muy poco cultivado en el siglo XVII. En último lugar encontramos el cultivo de la matalahúva o anís, una planta de usos medicinales y de aprovechamiento artesanal y el uso del esparto en la artesanía, aunque ésta última se trata de una hierba de crecimiento espontáneo.

La información de esta entrada ha sido extraída del siguiente artículo:

PÉREZ MEDINA, Tomás V. La tierra y la comunidad rural de Petrer en el siglo XVII. Petrer: Ajuntament de Petrer, Caixa de Crèdit de Petrer y Universitat d’Alacant. 1995. ISBN: 84-7908-242-9.