Desgraciadamente, y sin duda debido a la cada vez mayor intervención del hombre sobre el entorno donde habita, cada vez son más las noticias que nos hablan de catástrofes relacionadas con el terreno: devastadores terremotos, coladas de barro que arrasan con todo vestigio de civilización a su paso, desprendimientos en laderas densamente urbanizadas, socavaciones en cauces flanqueados por construcciones, subsidencias que en ocasiones afectan a edificios enteros, y así un largo etcétera. Afortunadamente, en esta ocasión podemos hablar en positivo acerca de un suceso también íntimamente vinculado con el terreno.
No les aburriré excesivamente con los detalles, ya que los conocerán con toda seguridad: el pasado 5 de agosto, un colapso en la galería principal de la mina San José, en pleno desierto de Atacama (Chile), sepultó en vida a 33 mineros a 700 metros de profundidad. Tras comprobar desde la superficie que asombrosamente seguían con vida, comenzó la planificación de su rescate. Tras varios intentos fallidos, finalmente en la medianoche del pasado 13 de octubre, el primero de los 33 volvía a nacer, en esta ocasión de las entrañas de la tierra. Para que este milagro haya sido posible ha sido necesario un impresionante trabajo en equipo, pero también la ingeniería ha jugado un papel nada desdeñable.
Realizar una prospección como la que se ha efectuado en Atacama es perfectamente comparable a la precisión con la que un cirujano interviene a su paciente: cualquier pequeño desvío a la hora de realizar una incisión, o una mala decisión tomada durante la marcha de la operación pueden traer fatales e irreversibles consecuencias.
En este sentido, la Ingeniería Geológica -rama de la ingeniería que estudia y se ocupa de la intervención humana en el terreno- bien podría compararse con la ciencia médica. Y sus facultativos, los ingenieros geólogos, serían por tanto los cirujanos del terreno: deben también actuar con suma precisión en muchas ocasiones para lograr sus objetivos sin generar un grave perjuicio a un paciente que también se puede quejar si las cosas no van bien.
Con la reciente implantación de los nuevos títulos de grado, la Ingeniería Geológica -una titulación joven en nuestro país, pero ya suficientemente consolidada- se ha constituido en las más prestigiosas universidades de nuestro país como la heredera de las atribuciones profesionales de los ingenieros en sondeos y prospecciones mineras, gracias a los cuales hoy 33 afortunados pueden volver a abrazar a sus familiares.
Luis Bañón
Subdirector de Ingeniería Geológica EPS
(Publicado en Diario Información, 15/10/2010) [ver recorte de prensa]