Poesía

Durante el Barroco la poesía alcanzó su máximo auge. La poesía de este periodo refleja la conciencia de la crisis, el pesimismo y el desengaño característicos de esta corriente, aunque también alterna temas renacentistas. En la poesía barroca se llevaron al extremo los temas propios del petrarquismo como el amor, la naturaleza y la mitología, pero fueron enfocados desde otra perspectiva, ya que la conciencia de crisis avivó el interés por temas filosóficos y morales como la vanidad de las cosas, el engaño de las apariencias y la presencia de la muerte.

Además esta corriente cultural se caracteriza también por la oposición entre dos tendencias de gran importancia, el Conceptismo, donde destaca Francisco de Quevedo, que busca la comprensión del pensamiento en mínimos términos conceptuales, utilizando para ello contrastes, elipsis y otras figuras literarias similares, pero utlizando siempre un lenguaje llano e incluso recurriendo  un tono procaz y brutal. Entre sus poesías podemos destacar Primera parte de las flores de poetas ilustres de España y El Parnaso español, cuya publicación fue póstuma en 1648.

Por otra parte, la tendencia culterana, representada por Luis de Góngora, buscaba la apreciación de una minoría culta utilizando metáforas, bruscos giros literarios e hipérboles, llegando incluso a modificar las estructuras de la obra en busca de un máximo preciosismo. Su obra poética está dividida en los conocidos como poemas menores, con un carácter más personal, en los que trataba temas amorosos, satíricos, morales y filosóficos en los que fue definiendo su propio estilo. En su siguiente etapa, con los conocidos como poemas mayores, fue en la que se forjo finalmente su estilo culterano. Sus obras más destacadas son Fábula de Polifemo y Galatea y Soledades.

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