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De la Loba al Imperio

El nacimiento y el crecimiento de Roma no son imaginables sin el Tíber, que siempre ha constituido el motivo generador del urbanismo de la ciudad. Junto al río surgieron en la Edad del Bronce los primeros asentamientos, seguidos por una aldea de cabañas sobre la colina del Palatino, que precede la tradicional fecha de fundación de la ciudad: el 21 de abril del año 753 a.C.  (Imagen: Reme y Santi)

En el siglo IV a C. Roma fue rodeada de muros y dotada de un espacio con función del centro de intercambios, el foro, después del saneamiento de la zona pantanosa entre colinas. Allí encontraron su lugar el centro del poder político, la Regia y los más importantes santuarios. Los desórdenes internos y las continuas guerras determinaron un estancamiento urbanístico, que sólo se resolvió con la reconstrucción realizada después del incendio causado por los galos (390 a.C.), cuando fue realizada una muralla más amplia, llamada “serviana”, y fueron renovados casi todos los edificios del foro.

Con la expansión del territorio controlado por Roma, la fisonomía urbana adquirió su carácter definitivo: la victoria sobre Cartago (202 a.C.) la elevó al rango de capital del Mediterráneo. Siguió una época de renovación urbanística de una grandiosidad inédita: gigantescos almacenes, nuevas instalaciones portuarias, vastos mercados, espléndidas basílicas, edificios de espectáculos. El sistema de alcantarillado, la red viaria y la hídrica fueron ampliados con realizaciones imponentes. La celebración de un poder cada vez más personal llevó a la invención del arco de triunfo y al desarrollo del retrato individual.

Con la dictadura de Sila el desarrollo urbanístico se convirtió en un asunto de estado y la construcción monumental asumió definitivamente ese carácter ritual que transformó templos, plazas y columnatas en escenografías para las manifestaciones de poder.

El proceso iniciado por César, que trasformaría la antigua ciudad de la aristocracia en una inmensa y moderna metrópoli, capaz de cumplir con su papel de caput mundi, es irresistible gracias a la sutil intuición política de Augusto. Atento al valor simbólico de las acciones, Augusto vivió en el Palatino, en una morada modesta, pero insertada entre el templo de Apolo y la cabaña de Rómulo.

El incendio que en el año 64, bajo el Imperio de Nerón, destruyó buena parte de la ciudad, permitió una radical renovación. Correspondió a los Flavios impulsar una política de “restitución”, con imponentes obras públicas como el Coliseo. Con Trajano el imperio alcanzó su máxima extensión y Roma se convirtió en la ciudad más grande y populosa del mundo. Fue quien realizó el último y más grandioso de los foros imperiales y los mercados adyacentes.

foro romano

Foro Romano (vista de conjunto)

El Foro Romano (Forum Romanum, aunque los romanos se referían a él comúnmente como Forum Magnum o simplemente Forum) era la zona central en torno a la que se desarrolló la antigua Roma y en la que tenían lugar el comercio, los negocios, la prostitución, la religión y la administración de justicia. En él se situaba el hogar comunal. Series de restos de pavimento muestran que sedimentos erosionados desde las colinas circundantes ya estaban elevando el nivel del foro en la primera época de la república. Originalmente había sido un terreno pantanoso, que fue drenado por los Tarquinios con la Cloaca Máxima. Su pavimento travertino definitivo, que aún puede verse, data del reinado de César Augusto.

Actualmente es famoso por sus restos, que muestran elocuentemente el uso de los espacios urbanos durante el Imperio Romano, siendo visitado a diario por numeroso público de toda índole. Imagen: Wikipedia


Palatino:

Pegada al Foro esta colina verde y tranquila conserva los restos de los palacios del siglo I d.C. que los emperadores romanos mandaban construir para habitarlos ellos mismos. No se puede garantizar la visita, porque con frecuencia cierran al público distintos lugares sin previo aviso, pero las vistas panorámicas del Foro desde los Orti Fornesiani (Jardines Farnese), proyectados por el cardenal Alessandro Farnese en el XVI, son magníficas. Bajo los jardines se extiende un largo túnel mandado construir por Nerón que conserva algunos de los bajorrelieves de estuco, que lo decoraban. El emperador lo concibió como paseo para las épocas de calor, pero algunos investigadores creen que conducía a su inmenso palacio situado en un lugar desde el que se veía el emplazamiento que hoy ocupa el Coliseo. También merece la pena visitar los baños de Septimio Severo, los murales de la Casa de Livia, restos de una aldea de cabañas del siglo VIII a.C. y los intrincados diseños del suelo de la Domus Flavio y la Domus Augustana.  (Imagen: Reme y Santi)


El Coliseo

El anfiteatro Flavio, más conocido como Coliseo, fue fundado en el 75 d.C. por Vespasiano, mide alrededor de 22.000 metros cuadrados. Tenía capacidad para más de 45.000 espectadores, quienes accedían con entradas regaladas en muchas ocasiones por las familias influyentes de Roma.

Al observar el Coliseo, el viajero experimenta gran admiración por el esplendor del monumento, pero también siente horror por el recuerdo de masacres ofrecidas a los romanos como el más divertido de los espectáculos, ya que, lo que más gustaba a los habitantes de Roma, era ver correr en la arena la sangre de los animales y más todavía la de los hombres. Las victimas eran condenados a muerte, prisioneros de guerra o desesperados que bajaban a la arena para jugar su última carta y ,quizás ,hacerse ricos y famosos.

En la actualidad, cuando el viajero visita el Coliseo se encuentra con un espectáculo totalmente diferente y mucho más divertido que el ofrecido por nuestros antepasados romanos: los turistas, que con su cámara en mano quieren inmortalizar su reencuentro con la historia. (Imágenes: Reme y Santi)