Festividad del Jesuset del Miracle que conmemora el robo y hallazgo de la Sagrada Forma en 1568.
SANCHIS LLORÉNS, Rogelio. Sucedido en 1568. En Cosas de mi pueblo. Caja de Ahorros de Alicante y Murcia Registro de Empresas Editoriales número 990 del Ministerio de Cultura. 1982. 209 p. ISBN: 84-500-7739-7
Inicialmente don Rogelio nos habla de la importancia que tenía el Catolicismo en la vida de las personas del siglo XVI. Nos cuenta que todo iba ligado a esta creencia religiosa, desde lo temporal, hasta lo civil, incluso las conquistas americanas y asiáticas.
A continuación nos relata lo sucedido a mediados de siglo en la villa alcoyana. Vivía allí un hombre francés conocido como Prats, al que todos miraban con recelo por proceder de un país que rozaba la herejía. Este se casó con una alcoyana llamada Ángela Vañó.
Sucedió que el 29 de enero de 1568, Prats entró en el templo parroquial y robó una serie de objetos sagrados, entre los que destaca una cajita de plata que contenía cuarenta hostias consagradas. Tras cometer esta fechoría, regresó a su casa, escondió el botín y procedió a cenar con su esposa sin contarle lo que había hecho. Aprovechando la visita de su esposa a unos vecinos, decidió trasladar su pequeño tesoro a otro lugar, comiéndose entonces las cuarenta hostias consagradas. A la mañana siguiente el párroco de la iglesia se dio cuenta del robo que se había producido y avisó a toda la localidad. Pronto empezaron las búsquedas, y los vecinos no tardaron mucho en acusar como al extranjero Prats, el cual fue apresado.
Un labrador alcoyano, Joan Esteve, pidió permiso para registrar la propiedad del acusado, encontrando allí los artículos robados.
Entre los hechos prodigiosos que se dieron durante esos días, se dice que una imagen del Niño Jesús inclinó su cuerpo hacia el suelo, y movió los dedos que tenía en alto.
Tras todo esto, el presunto ladrón confesó su fechoría. Su caso no fue tratado como un simple robo, ya que por tratarse de objetos sagrados se agravó considerablemente, fue condenado a muerte, y esta se le dio públicamente en Alcoy, para, de esta manera, avisar de lo que les podría suceder a los malhechores.
Como consecuencia a todo esto el arzobispo del reino de Valencia mandó la construcción de un convento y fundo una nueva orden de agustinas para la conservación de los recuerdos de aquel hecho.
Desde hace cuatro siglos se sigue conmemorando en Alcoy lo sucedido en 1568. El sucesor de Joan Esteve sigue acudiendo a la procesión luciendo una blanca peluca.