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Reflexiones personales

Piensa, es gratis

Otro libro que he leído este verano es un libro de los que llamo de aeropuerto. Son esa clase de libros que compro en las pequeñas librerías de los aeropuertos (o de las estaciones de tren), no muy extensos y fáciles de leer (el viaje de ida y vuelta y poco más), ensayos prácticos sobre aspectos directivos y que vengo consumiendo en los últimos años debido al cargo, que me hace viajar y que me ha hecho interesarme por estas temáticas (disminuyendo, de momento, el ritmo de lectura de libros técnicos, de los que era habitual lector).
Este libro es “Piensa, es gratis. 84 ideas prácticas para potenciar el talento” de Joaquín Lorente (Planeta, 2009). Como su subtítulo indica, consiste en 84 principios (ideas), enunciados con una frase y desarrollados en una hoja, de manera clara, sustentados en un sentido común aplastante y tremendamente prácticos. No es un libro que se haya de leer necesariamente en orden, desde la primera página hasta la última, sino que puedes ir saltando entre aquellos principios que más te interesen. Estoy seguro que volveré a este libro en múltiples ocasiones.
Voy a entresacar algunos fragmentos del libro.

Principio 2. La suerte es el azar aprovechado. (Página 27)

Principio 6: Si quieres conocer a tu mejor profesor de energía, mírate al espejo.
“Aunque hay infinidad de ejercicios, los más importantes son los que nos estimulan a aprender, los que nos obligan a hacernos preguntas y responderlas y los que nos fuerzan a tomar criterio sobre mil y un temas de las circunstancias de nuestro entorno. En resumen, aprender, preguntarse y formar criterio.” (Páginas 37 y 38)

Principio 11: Si no sabes lo que persigues, nunca sabrás adónde vas.
“No es el diario íntimo donde algunos describen su pasado; es el mapa de nuestro futuro deseado y sus posibles rutas.” (Páginas 47 y 48)

Principio 12: Como mínimo, el 51 por ciento de la vida es puro intercambio. ¿Qué tienes para cambiar? (Página 49)

Aprender, preguntarse y formar criterio. Que forma más clara y sencilla de decirlo. Me he pasado toda la vida (y seguiré hasta que me muera) aprendiendo. Y la única forma de aprender es que te cuestiones las cosas, que tras leer un texto o escuchar una conferencia te hagas más preguntas que antes. Y que todo sirva para que te formes una opinión, que te permitirá tomar decisiones más adecuadas. Es un error pensar que únicamente tomamos decisiones en los momentos y asuntos trascendentales. A lo largo de un día normal, tomamos numerosas microdecisiones que, en su conjunto, determinarán hacia donde nos estamos encaminando. Por ello es muy importante que tengamos claro cuál en nuestro futuro deseado. Un futuro lo suficientemente ambiciosos para que tire de nosotros hacia delante, pero al mismo tiempo lo suficientemente realista para que podamos ir dando pasos desde este mismo momento. Así, podremos llegar a él por alguna de las múltiples y posibles rutas. Hay que ser exigentes en el destino (el objetivo final a conseguir), pero flexibles en la ruta a seguir (adaptándonos a las circunstancias de cada momento). Estas circunstancias de cada momento nos obligarán a negociar para poder avanzar. Algo que ya intuía pero que cuando tuve a mi hija Berta me quedo muy claro, es que la vida es negociación. Cada momento, cada situación, cada actividad que quieres hacer y cada actividad que dejas de hacer, es una continua negociación. Y para negociar la otra persona debe poseer algo (no necesariamente material) que tú deseas y, al mismo tiempo, tú debes tener algo en lo que la otra persona está interesada. Y esto nos lleva a otro tema fundamental, la autoestima, el considerar que tienes muchas cosas (no estoy hablando de posesiones materiales) que son apreciadas y deseadas por los demás. Lo material, al intercambiarlo dejas de disfrutarlo. Lo intangible, al intercambiarlo (compartirlo) con otra persona, los dos podéis disfrutarlo al mismo tiempo. Resumiendo, cada minuto que pasa ganas y pierdes algo. Lo importante es que consigas estar más cerca de tu futuro deseado. Y para ello hay que tener suerte en la vida. Pero la suerte nace de dentro de nosotros mismos (“La Buena Suerte”, Alex Rovira y Fernando Trías de Bes) y, en gran parte, consiste en aprovechar cada instante, estando siempre atento a lo que el azar pone a nuestro alcance continuamente.