El nuevo curso académico ha tomado impulso y Concha Alós está expectante. Dentro de dos semanas defenderé mi tesis doctoral. No voy a lanzar en estas líneas el estado catatónico de nervios en el que me encuentro. Eso es para otro blog alternativo. El caso es que, con motivo de la defensa, quiero pensar a una Concha Alós en el mismo estado de morderse las uñas en el que estoy yo. Y no es para menos, es la protagonista de tres tesis doctorales de ámbito internacional: Corea del Sur, Francia e Italia, según el orden cronológico de lectura. Además, forma parte de otras investigaciones doctorales que cuentan con alguna de sus obras para su corpus analítico. Una de ellas la de nuestra querida Cristina Somolinos Molina a la que ya dedicamos una entrada aquí. Pero no solo. Actualmente, me consta que al menos dos investigadoras están con las manos en la masa de la literatura alosiana. Entre ellas, Isabel Ginés cuyo artículo titulado «Concha Alós: una voz incómoda que merece volver» aparece publicado en la cabecera digital Periodismo Alternativo el pasado 17 de agosto. Las alosianas somos legión. ¿Es para estar o no expectante?
A este listado pronto se unirá mi modesta aportación. Tengo ganas. Después de tantos años de implicación, ver, por fin, el trabajo finalizado, −a falta de que el tribunal me pele las orejas y asumiendo todas las carencias que pueda tener (perdón esto era para el otro blog)−, es una satisfacción indescriptible. Quiero pensar a Concha Alós orgullosa de su legado que ha inspirado a muchas investigadoras e investigadores a lo largo de las décadas: desde los ochenta hasta nuestros días, lo hemos estado viendo los blogueros alosianos.
El volumen de estudios dedicados a la obra de Concha Alós, es algo que he escrito en reiteradas ocasiones, confirma que la literatura alosiana no es una literatura menor, aunque algunos críticos la lean de soslayo con la nariz tapada o muy pegada al techo. Eso en mi pueblo se llama envidia. Pero no quiero entrar aquí en este tipo de calificativos, creo que también sería para otro blog. Lo que me gustaría subrayar en este punto es la calidad narrativa de una autora que pasa desapercibida, «que engaña» como diría mi madre.
El trampantojo literario de Concha Alós no es otro que el de plasmar de manera sencilla temas complejos como la alienación del sujeto, la mezquindad humana, la incomunicación radical, el desamor existencial… y todo ello para darle la vuelta a la tortilla y ofrecer rayos de luz que inspiren al lector hacia un cambio de paradigma social. Devolverle el amor por la vida. Al menos esta es la idea que, grosso modo, defiendo en mi tesis.
Concha Alós siempre se aquejó de no llegar al sumun de la expresión de lo que ella deseaba representar. Así se lo confesaba a su amigo Miguel Fernández-Braso el 18 de diciembre de 1968:
Posiblemente escribo mejor ahora que años atrás. El oficio de escribir, como todos los oficios, se consigue trabajando. Pero no es fácil. Cada vez que me enfrento con un nuevo tema, con el propósito de novelarlo, encuentro dificultades, tantas dudas, que a veces llego a pensar si no habré aprendido nada. […] Palabras, ideas, personajes, todo se desborda, se amontona. El trabajo está en limar, concretar, decir escuetamente, sobriamente, cortar. Es difícil, muy difícil (1970: 141).
Obviamente, Concha Alós consiguió aquello que ella tachaba de «difícil» y no es porque le quitemos la razón, es simplemente porque trabajó duro. Volcó toda su energía en cincelar su oficio de escritora. Estoy segura de que Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot tendrían algo que añadir a las dudas de talento y capacidad de la escritora consigo misma. Pero esto sería desviarnos de la línea principal argumental −estoy contemplando seriamente la posibilidad de crear un blog alternativo−.
La calidad literaria de Concha Alós es merecedora de estudios. No solo en su literatura propia, sino también en relación con la manifestación cultural de su contexto sociohistórico. Su voz tiene mucho que decir sobre la época dictatorial que le tocó vivir y resulta imprescindible aunarla con sus colegas de letras coetáneas. Por eso me enorgullezco de formar parte del elenco alosiano y dentro de dos semanas se hará oficial. Qué pena que no exista un carné alosiano acreditativo. Me conformo con la esperanza de que mi pequeña aportación académica ilumine el trabajo de otros que desean indagar en esta voz narrativa que siempre tiene mucho que decir. Concha Alós tiene motivos suficientes para estar expectante.
