A la atención de Maruja Torres

Querida Maruja:

Disfruté muchísimo con la lectura de tu novela Un calor tan cercano (1998). Tu prosa tiene encanto, fuerza, pulcritud. Cautiva, en una palabra. Continuaré leyendo tu obra, me consta que es abultada. El motivo de mis líneas se aleja un tanto de tu labor como escritora y va más por el camino del periodismo. Ese del año catapún, de los comienzos. Aquellos al lado de Carmen Kurtz.

Hace tiempo intercambié algún correo electrónico con Fernando Valls, una de las pocas personas que vio a Concha Alós en un evento cultural antes de su desaparición de la vida pública y de su letargo a causa del Alzhéimer. Fue a principios de 1995, según indica el escritor en su entrada de blog La nave de los locos. Él me dijo que si deseaba saber más sobre Concha Alós debía ponerme en contacto contigo, que la conociste bien. Pero me ha sido imposible desde entonces.

Mi primera opción fue buscarte a través de redes sociales. Yo solo tengo Facebook, me he negado a seguir la ristra de la conectividad (aunque eso es otra historia). El caso es que vi que tenías Instagram y embarqué a mi amigo Ángel Madero para que te mandara mensajes a través de ese canal. Imagino que ahora entenderás quién era el desconocido que invadió tu intimidad. Él no era el acosador, sino yo. Esperamos meses una respuesta que no llegaba. Hasta que mi amigo me dijo que te estabas apartando de las redes. Aplaudo la decisión (aunque eso ahora mismo no importa mucho y menos mi opinión al respecto).

Mis investigaciones sobre Concha Alós siguen su curso. Mis pasos académicos me llevaron hasta la profesora Inmaculada Rodríguez Moranta. Su ponencia sobre la labor periodística de Carmen Kurtz encendió una bombilla en mí: Concha Alós y Carmen Kurtz compartieron espacio juntas. Creo firmemente que son narradoras gemelas. Inmaculada Rodríguez Moranta me puso en la pista de que Carmen Kurtz fue un bastión importante para tu entrada en el mundo del periodismo. La conexión entre las tres no puede ser más obvia. Imagino que ya comienzas a entender el motivo de mi persecución, de mi insistencia en contactar contigo, de mi necesidad de hablarte.

He escrito sin éxito a la editorial Planeta para que me den una referencia tuya. También escribí a Cadena Ser. Cualquier pista, me vale. Ya sé que con el tema de la protección de datos hoy día es complicado, pero les he dicho que sean ellos los que te pongan en contacto conmigo. Les he dado permiso para que te pasen mi correo electrónico. Sigo sin respuesta. Voy a la desesperada ya. Como último recurso, me quedan estas líneas suplicantes en una entrada de blog que finge ser una carta.

Por favor, querida Maruja escucha mi reclamo. Ojalá puedas leer esto algún día más pronto que tarde. Esta entrada de blog que finge ser una carta parece una plegaria al cielo de las comunicaciones, al mundo interconectado, a la casualidad de que te lleguen noticias de este humilde blog y de estas palabras ahogadas. No sé qué más hacer. Se me agotan las ideas. Si alguien ajeno a la conversación puede ayudarme, estaré encantada de saber.

Gracias de antemano a ese ser desconocido y desinteresado que pueda hacer de enlace. Gracias, Maruja por tu trabajo, tu empeño y tu literatura. No pierdo la esperanza, seguiré tocando puertas. En alguna tendrán que abrirme.

Te abraza sinceramente, Nieves Ruiz.

Maruja Torres en 2013. Foto Leila Méndez. Asociación de la Prensa de Madrid. Cuando Maruja Torres fue galardonada con el XXII premio Agustín Merello de la comunicación.

Vocear la condición femenina: Los enanos y Duermen bajo las aguas, según Marie Gourgues

A finales del pasado mes de abril, tuvo lugar un Coloquio Internacional en la Universidad de Alicante dedicado a aquellas voces femeninas de entre los siglos XIX y XXI que plasmaron sus ideas en el ámbito de prensa. Nuestra alosiana francesa, Noémie François, nos deslumbró con su intervención dedicada a la producción en prensa de Concha Alós, centrándose, sobre todo, en los artículos más reivindicativos en temas sociales y la condición subordinada de la mujer en pleno franquismo. Como ya dije en anteriores ocasiones, Concha Alós cuenta con más de ochenta colaboraciones de prensa distribuidas en diferentes cabeceras del contexto catalán. En aquel Voces de papel: mujeres y prensa (siglos XIX-XXI), tuve el placer de conocer −y escuchar− a grandes investigadoras de la península y de más allá de los Pirineos. Sin traspasar la cadena montañosa, me detengo en un par de ellas. En primer lugar, me gustaría hablar de Ana Isabel Ballesteros Dorado que nos deleitó sobre mujeres poetas que publicaron en La Estafeta Literaria. Concha Alós publicó varios cuentos en la revista cultural, por lo que me acerqué a ella y hablamos. Ese fue el momento en el que la profesora se comprometió a ayudarme con la búsqueda de todas las publicaciones de Concha Alós al completo. Gracias otra vez.

Después, escuché atentamente la ponencia de la investigadora Inmaculada Rodríguez Moranta que habló sobre la producción en prensa de Carmen Kurtz. Me quedé atónita. Porque, conforme escuchaba a la profesora leer fragmentos de distintos artículos que la escritora catalana publicó, me parecía estar ante textos de Concha Alós. La semejanza en el tono, el registro, la manera de redactar era tan obvia que creí estar ante dos escritoras gemelas, narrativamente hablando. Sabemos que Carmen Kurtz y Concha Alós se conocieron. De hecho, ambas escritoras compartieron cartel en el ciclo de conferencias organizadas por el Ateneo de Barcelona, La mujer en la novela.

El 30 de marzo de 1965, Concha Alós, Carmen Kurtz y Mercedes Salisachs impartieron sendas charlas para compartir con la audiencia sus experiencias como escritoras. Las conferencias llevaron por título: «La vida en mis libros»; «La razón de mi obra» y «La autora enjuicia su obra», respectivamente. Por desgracia, las referencias encontradas se quedan cortas para estimar el grado de amistad o posible vínculo, más allá de la literatura, de las tres escritoras o, más concretamente, entre Concha Alós y Carmen Kurtz. No es posible determinar qué tipo de influencia −si es que la hubo− se produjo entre ambas para desarrollar un estilo narrativo tan parejo.

Estas similitudes no han pasado desapercibidas para la investigadora de la Universidad de Lille, situada al norte de Francia, muy cerca de la frontera belga, Marie Gourgues. Su reciente estudio, publicado en 2023, así lo demuestra. El monográfico La mujer y el texto: nuevas propuestas críticas literarias, editado por Fernando Candón Ríos, Nuria Torres López y Leticia de la Paz de Dios, recoge el trabajo de la francesa que pone en paralelo las obras Duermen bajo las aguas (1955) y Los enanos (1962). En «Más allá del silencio: vocear la condición femenina en la (pos)guerra», Marie Gourgues analiza las novelas de las escritoras, donde sus protagonistas, cada una a su modo, tratan de «(re)conquistar» una voz sofocada por las dinámicas de la sociedad machista del franquismo y hacer valer su autonomía, su capacidad, su fortaleza y, en definitiva, su independencia como sujetos de pleno derecho.

Imagen perteneciente a la web de la Librería Dykinson

Las dos novelas fueron galardonadas con premios literarios. Ya sabemos la historia de Concha Alós y sus enanos. Carmen Kurtz consiguió el Ciudad de Barcelona siete años antes que la primera. Inmaculada Rodríguez Moranta dedica un capítulo sobre lo que significó para la carrera de Carmen Kurtz tal reconocimiento literario en el monográfico Cine, literatura y otras artes al servicio de las ideologías, coordinado por Teresa Fernández Ulloa, Francisco Javier de Santiago Guervós y Miguel Soler Gallo (2023).

Ambas autoras, como estudió Lucía Montejo Gurruchaga en Discurso de autora: género y censura en la narrativa española de posguerra (2010), tuvieron sus más y sus menos con el aparato censor. Los problemas con la censura en aquellos años tampoco suponen una novedad o algo extraordinario para la producción literaria de la época. Sin embargo, lo destacable aquí es que tanto Concha Alós como Carmen Kurtz fueron penalizadas por su modo de escribir: directo y crudo. Y no sólo eso. Sus obras fueron mutiladas porque hablaban sin complejos de temas espinosos para el régimen como el aborto, el divorcio, la prostitución o la homosexualidad. Lucía Montejo Gurruchaga observa con mucho atino que uno de los motivos por el que Concha Alós y Carmen Kurtz fueron silenciadas una vez llegada la democracia −sólo revalorizadas desde la academia estadounidense en las décadas de los ochenta y noventa− precisamente fue por su modo de escribir, que desafiaba la manera delicada y florida en la que se suponía que debían escribir las mujeres. Fermín Rodríguez, en su monografía dedicada a Concha Alós, señala el paternalismo que regía en el mundo literario del momento:

La actitud social, intransigente y restrictiva hacia la mujer, incluye también la creación artística de ésta. El chauvinismo masculino opera también en el campo del arte femenino. El hombre, con su preconcebida idea de cómo deber escribir la mujer, se cree llamado a imponer al artista del sexo “débil” normas masculinas, dictar qué puede y qué no puede poner en su creación artística (1985: 12).

Marie Gourgues hace ver en su estudio cómo ambas escritoras lucharon contra estos estereotipos a través de su literatura. Las voces de las mujeres que fueron «sofocadas» durante la etapa más rancia de nuestro pasado reciente se materializan en las protagonistas de Concha Alós y Carmen Kurtz que alzan las suyas para contarle al mundo sus experiencias subordinadas y ninguneadas bajo la tutela de los hombres. La investigadora francesa refiere una condición femenina que se abre paso en cada injusticia todos los días de su vida, incansablemente. Así, Pilar de Duermen bajo las aguas −la significación del nombre no es casualidad− demuestra con su determinación a su padre y a su marido que se puede ser fuerte, eficaz y tener voluntad propia a pesar de ser mujer. Pilar está muy lejos de conformarse con el rol de mujer sumisa, obediente y abnegada. De manera similar, la voz de María, plasmada en su diario −única voz que se permite elevar−, se erige en Los enanos como un reclamo al deseo perdido, mutilado por la incidencia de los convencionalismos sociales:

La protagonista de Los enanos no sigue un proceso de recuperación de la palabra igual que el de Pilar, porque no trata de enfrentarse a unos hombres particulares, sino a una abstracción, es decir, el sistema de valores franquistas que busca controlar el cuerpo y las actuaciones de las mujeres. El pasado de María entra en juego también en el concepto que se hace del lenguaje, de manera extremadamente traumática (2023: 143)

En definitiva, el punto de Marie Gourgues no es equiparar una literatura con otra para establecer un paralelismo de su parecido estilístico, que en cierta manera existe como comprobé en el Coloquio Voces de papel, sino más bien, la investigadora trata de subrayar una misma valentía, un mismo instinto de rebeldía que las empujó a denunciar una condición femenina injusta, inhumana, imposible. Marie Gourgues concluye al final de su estudio que Concha Alós y Carmen Kurtz toman la palabra para mostrar a la sociedad machista que la mujer tiene más aristas, complejidades, deseos y voluntades que los férreos convencionalismos asienten. Las palabras de Pilar y María quedaron latentes, bajo las aguas, esperando «su turno para salir a flote» (en Gourgues, 2023: 148 y Kurtz, 1975: 7).

Bibliografía:

Más allá del silencio: vocear la condición femenina en la (pos)guerra en Los enanos de Concha Alós y Duermen bajo las aguas de Carmen Kurtz en Fernando Candón Ríos, Nuria Torres López, Leticia de la Paz de Dios (ed.), La mujer y el texto: nuevas propuestas críticas literarias, Madrid, Dykinson, 2023, p. 136-148.