No es ninguna novedad hablar de Los enanos en este blog. Sin embargo, en este interludio entre las reediciones de Las hogueras, Rey de gatos, Los enanos y El caballo rojo −según el orden cronológico de aparición− y las novedades que se avecinan y de las que hablaré en su justo momento, resulta vital volver a la novela que le valió a Concha Alós la salida al mundo editorial, el reconocimiento como autora y la profesionalización de su oficio. Como ya hablamos aquí hace un tiempo −y bastante porque hay que retrotraerse a las primeras entradas del blog−, la novela Los enanos fue recuperada por La Navaja Suiza en 2021.
La publicación de Los enanos, casi sesenta años después de su acalorada polémica y lanzamiento al mercado por la puerta grande, sin detenernos demasiado en su adaptación como serie para Televisión Española emitida en 1974 disponible en RTVE Play, conllevó cierto impacto mediático con reseñas en cabeceras digitales como la que citamos anteriormente de José Ovejero en La Marea o las de Luisa Martínez en El Imparcial, Alfons Cervera en InfoLibre y Rubén Soriano Soriano en Literatura MML. Pero hoy vamos a hablar de reseñas sonoras: los podcasts que promocionaron Los enanos con la reedición de La Navaja Suiza.
La línea cronológica nos lleva hasta el 27 de octubre de 2021 cuando el programa mañanero Hoy empieza todo de Radio 3 (RTVE) dedicó su sección «Barra libre» a Los enanos de Concha Alós. La escritora y periodista Aloma Rodríguez se encarga de analizar la novela. La aproximación de Aloma Rodríguez a Los enanos podría etiquetarse como sublime solamente con un pero (o dos, aunque este segundo es una lacra que se viene arrastrando desde hace muchísimo tiempo con la fecha de su nacimiento, así que mejor lo omito). Aloma Rodríguez habla del asunto de la polémica del premio Planeta, a la que también dediqué una entrada en este blog, y llega a afirmar que Concha Alós ganó previamente el premio de Selecciones de la editorial Plaza & Janés para luego ser desechada y es en ese momento cuando Concha Alós decide presentarse al Planeta. Como ya dijimos: no fue hasta que Tomás Salvador reclamó los derechos de la novela en la noche de la gala del Planeta cuando compensaron a la escritora con el Selecciones para que declinase el Planeta sin aspavientos. Recordemos que Tomás Salvador le devolvió dos de las tres copias que Concha Alós entregó a la editorial, los manuscritos no se devuelven si la novela ha sido seleccionada para un premio, ¿verdad? No obstante, salvo este pequeño impás, el podcast es impecable y Aloma Rodríguez está maravillosa porque se nota en sus palabras una lectura muy atenta y audaz de la novela que ha sabido extraer los detalles más significativos.
Os recomiendo muchísimo su escucha. Desde aquí me limitaré a subrayar algunos de sus comentarios que considero más destacables como, por ejemplo, cuando remarca la «elegancia» de la escritura de Concha Alós ante el equilibrio demostrado entre las descripciones de lo bello y lo sórdido. Aloma Rodríguez observa con atino cómo esta novela se sitúa lejos del tremendismo como algunos en su día quisieron catalogar. Al contrario, se trata de un, por así decir, neonaturalismo que resalta la parte más cruda de la realidad, pero sin cebarse en ella como podría hacer el tremendismo. En uno de mis capítulos de tesis precisamente desarrollo esta idea y me parece muy relevante que Aloma Rodríguez lo destaque en este punto, comparándolo con el cine berlanguiano. Por otro lado, observa su «don» para reproducir el habla oral, la intimidad de los diarios a partir del personaje de María, su capacidad de retratar a multitud de personajes en una voz coral bien dosificada y con la suficiente fuerza individualmente en la que ninguno sobresale y, a la vez, ninguno queda ensombrecido. Colectivamente, los personajes de la pensión Eloísa funcionan como uno sólo. De hecho, señala que no hay un conflicto marcado en la novela, sino que es la suma de muchos conflictos que podrían dilatarse eternamente. Se trata de un conflicto sostenido en el tiempo. Universal. Aloma Rodríguez admira la escritura de Concha Alós, así lo dice ella misma, por la cantidad de recursos que emplea en la novela. Estos recursos simbólicos van tejiendo un espacio narrativo que fotografía una época concreta de la sociedad española. La locutora, por ejemplo, señala cómo Concha Alós introduce hitos históricos como el juicio del nazi Adolf Eichmann en Jerusalén, ejecutado finalmente el 31 de mayo de aquel 1962. Pero, sin duda, me quedo con la frase de Aloma Rodríguez que resume todo: «Concha Alós no cae en simplismos ni brochazos», desarrollando una literatura «sutil» y muy efectiva, añado yo.
Un poquito más adelante, el 22 de noviembre de ese 2021, Edurne Portela dedicó unos minutos a resaltar estos mismos aspectos de manera similar en Hoy por hoy de Cadena Ser. En la sección «Cosas que merecen la pena», la escritora Edurne Portela se maravilla ante la pluma de Concha Alós, interrogándose cómo pudo pasar el filtro de la censura, que diría Constantino Bértolo. Ya lo dijimos: Los enanos sobrevivieron al boli rojo censor, entre otros motivos mercantiles por el asunto del Planeta, porque fue leída con suma indiferencia ante los problemas sociales que planteaba la novela. Esos temas, contra lo que pudiera parecer, no apuraban al régimen. Manuel L. Abellán ya nos cuenta en su libro Censura y creación literaria en España (1939-1976) publicado en 1980 que los temas verdaderamente candentes para el franquismo eran: el honor de la Iglesia y a sus personalidades, en la misma línea, los miembros del Gobierno y del Ejército y, por supuesto, la moral sexual bajo raya. A partir de ahí y si encima es una mujer quien escribe…
Tanto Edurne Portela como Aloma Rodríguez rescatan fragmentos de la novela realmente impactantes. De los seleccionados por ambas, me quedo con el que lee Edurne Portela que corresponde a la escena en la que Sabina mantiene relaciones con un desconocido en la playa:
La arena araña la piel. Sabina siente en los muslos un frío penetrante. El hombre que respira tan cerca de ella le recuerda un perro. Un perro negro y sin forma. Se sintió aplastada contra la arena. Era fría. Olía a sandía pasada. En la cara y en el cuello sintió las babas del hombre. De los chalets venían risas y un perro ladraba insistente, incisivo. De pronto, le entró una gran rabia por estar allí. Hubiera empujado al hombre, se hubiera levantado, le hubiera arañado hasta cansarse… Consiguió serenarse y pensó que si aquello duraba mucho cogería una pulmonía. Pero fue rápido (1962: 198).
Creo, francamente, que es muy representativo de la sutileza y la elegancia de la que hablaba Aloma Rodríguez.
Por último, Tamara Crespo dedicó su sección «Club de Lectura» en el programa de RNE Entre dos luces, presentado por Carlos Santos, a Los enanos el 18 de marzo de 2022. Este espacio resulta diferente porque, además de reseñar los hitos más importantes de la novela y de la autora, Tamara Crespo añade Las hogueras a la palestra. Pero no sólo por eso es distinto a los anteriores. Tamara Crespo realiza un recorrido musical por las canciones que los personajes cantan o escuchan en la radio. De esta manera, Los enanos suenan y se entierran más en esa época gris que buscaba aliento y un rayo de color en la música. Así, aparecen coplas, zarzuelas como La roca fría del Calvario que canta el hermano del Señor Peña en su entierro… También los niños cantan canciones populares como Quisiera ser tan alta como la Luna o el Que llueva que llueva. La aproximación de Tamara Crespo resulta imprescindible por el testigo sonoro que rescata, prueba, además, de la cantidad de recursos y referencias utilizados por Concha Alós, tal y como bien afirmaba Aloma Rodríguez. La locutora de RNE observa en Los enanos un poquito de neorrealismo italiano, no es de extrañar, el escritor Cesare Pavese era predilecto de Concha Alós como ella misma admitió a Fermín Rodríguez cuando aseguró que admiraba del italiano su modo de adjetivar.
Las tres coinciden en que Los enanos destacan por sus retratos de los personajes femeninos que con la representación de sus vidas denuncian la supervivencia de aquellas mujeres en condiciones de miseria extremas que, además, debían lidiar con las limitadas opciones que la cultura patriarcal les ofrecía. Tamara Crespo sostiene que Concha Alós dio voz a los vencidos, a los pobres, a los miserables… la sensibilidad de María con su historia de amor mutilada por aquellos duros convencionalismos sociales la dejaron congelada dentro de sí, sin ganas de vivir o, como la propia María escribe en su diario: «Vivo sin fe ni esperanza, solo porque hay que vivir como un perro o una rosa. Vivir cobardemente, arrastrando los pies». Tamara Crespo cierra su sección con la canción de Jorge Sepúlveda Mirando al mar. Se trata de un tema que no aparece en la novela, pero que ella selecciona como broche final porque, a su juicio, es una canción de aquella misma época que retrata la vida estancada de María y razón no le falta.