Ya han pasado seis años desde que conocí a DIego Sensei en Mallorca, durante el fabuloso curso de Anno Sensei en mayo de 2009. Sin duda soy un tipo con suerte: cada vez que lo pienso resulta extraño el cúmulo de casualidades que me han traído hasta aquí, como si todo fuera un plan trazado por alguien o algo, como una corriente que te va llevando hasta tu destino.
Este pasado fin de semana celebramos con Diego el cuarto curso en Alicante y es una alegría inmensa ver a tanta gente y de tantos sitios diferentes en el tatami. El grupo crece, avanza y madura —de hecho estamos preparando exámenes para shodan, nidan y sandan para octubre de 2016—. El núcleo duro del grupo nos conocemos desde hace casi catorce años y aún seguimos juntos y pasándolo bien mientras mejoramos como personas.
Voy a apuntar a vuela pluma los conceptos y conclusiones que recuerdo antes de que mi memoria los distorsione, mezcle o confunda:
- O Sensei debe ser nuestra brújula, nuestra referencia y nuestra guía; ésta es, tristemente (pocos son los que hablan de O Sensei y menos aún los que le estudian, le leen o le escuchan), una de las características de nuestra escuela.
- El Aikido no es un deporte: reducirlo a su parte física, a un método de defensa personal, a una competición con vencedores y vencidos, es como comprar un libro y sólo leer la portada.
- El Aikido es un Budo: es, por tanto, un arte marcial, un camino físico y espiritual para guerreros, donde se debe practicar como si la vida te fuera en ello.
- Pero después de la II Guerra Mundial el mundo cambió para siempre y el concepto de Budo y de lo que significa ser un guerrero cambió en la mente del Fundador. Ya no se trataba de algo destructivo sino constructivo, un camino (DO) de armonía (AI), amor al prójimo (al que hay que cuidar y defender), de unión (todos somos una gran familia), que sólo se puede alcanzar trabajando y cultivando energía (KI), sinceridad y rectitud. El Budo debía evolucionar hasta convertirse en Shin Budo (Budo divino, sagrado).
- El trabajo de todo aikidoka, y para O Sensei lo ideal es que todo el planeta practicara Aikido, es luchar sólo contra el demonio interior, el ego, el destructor de la armonía natural de todo ser humano. Si todos hiciéramos lo mismo obviamente el mundo sería muy distinto.
- Aikido es misogi (un rito de purificación): las técnicas nos enseñan cómo enfrentarnos a una agresión y controlarla sin que nadie salga herido, nos entrenan para recuperar la armonía perdida cuando dejamos de ser niños, nos ayuda a crear un movimiento para atraer, guiar y reconciliar al adversario, a restablecer el equilibrio.
- El objetivo, en mi opinión, no es ir por la calle peleando y derribando a gente sino actuar en nuestra vida cotidiana como si se tratara de un conflicto físico entrenado en el tatami. De hecho la mayoría de las técnicas no sirven en situaciones reales de lucha y de ahí que el Aikido sea considerado por tanta gente “un baile” y un arte marcial “poco efectiva”.
Pero ¿Cómo conseguimos todo esto? ¿Cuáles son las herramientas que nos dejó el Fundador para recorrer el camino?
- Trabajar en el instante antes de que se produzca el ataque
- Desarrollar la fuerza atractiva
- Guiar al adversario hacia una situación de armonía donde no pueda hacerte ni hacerse daño
- Confiar en que capte la energía correctamente y entienda su error, para que vuelva a un estado de paz y se levante un amigo (reconciliación)
Muy fácil, ¿verdad? Hikitsuchi Sensei desarrolló una metodología para ayudarnos a conseguir estas metas que podemos resumir en cuatro principios técnicos básicos de la escuela de Kumano:
- Estar siempre relajados pero alerta, en una guardia (kamae) muy especial llamada Shizentai (postura natural) que permite crear el movimiento en cualquier dirección no importa por dónde venga el ataque. Al mismo tiempo, este kamae transmite que no aceptamos el conflicto pero al mismo tiempo que no huiremos de él.
- No mirar a los ojos: en la misma línea, si no queremos mostrar agresividad ni aceptar el conflicto no podemos mirar fijamente a los ojos. Además cabe la posibilidad de ser aspirados o atrapados por la energía del adversario y perder la posibilidad de tomar la iniciativa y resolver el problema de manera positiva.
- Empezar primero: para poder llegar a sentir el ataque antes de que se produzca hemos de trabajar comenzando a movernos primero siempre y no actuar de forma pasiva o defensiva. Poco a poco, con el paso de los años, empezaremos a desarrollar esa capacidad de anticipación que nos permitirá llevar siempre la iniciativa en un conflicto (y no para pegar primero).
- Trabajar sin aberturas: recuerda que el Aikido es un Budo y que debemos trabajar como si la vida nos fuera en ello; es inadmisible dejar que nos hagan daño y que el adversario consiga que el conflicto prevalezca y no se pueda recuperar la armonía rota por su agresión.
Para desarrollar la fuerza atractiva, además de empezar primero, O Sensei modificó las técnicas de Daito Ryu Aiki Jujutsu, basadas en el principio de no resistencia, creando movimientos espirales más o menos amplios donde debemos meter al adversario, atrayéndolo hasta nuestro centro para poder guiarle a partir de ahí. La atracción se hace a través de las manos y los brazos, siempre desde la zona del mar de la calma (el pecho) hacia la zona del fuego interior (hara, centro), siempre sin perder la estabilidad de la madre tierra (piernas bien estables, semiflexionadas, el centro de gravedad bajo, partiendo de shizentai).
Para guiar al adversario, siempre desde nuestro centro, hemos de cuidar que la postura se mantenga recta (entiéndase que postura no es algo sólo físico sino mental) y desarrollar la espiral en la que conectaremos la fuerza del adversario. En ningún momento debemos mirarle ni enfocarnos en lo que pasa en el exterior. La mirada amplia nos permitirá unificarnos y al mismo tiempo controlar la situación en caso de existir otras posibles agresiones alrededor.
“Entra profundamente en el ataque y neutralízalo mientras atraes esa fuerza mal dirigida hacia tu propia esfera”
—Moriheu Ueshiba, Fundador del Aikido
El final de la técnica ocurre siempre en la cuarta zona, el cielo protector, que va desde la cabeza al infinito. Incluso si la técnica acaba en una inmobilización debemos poner nuestra energía en el cielo (como mínimo hacia adelante de los ojos) y nunca en la tierra, cuya función es otra (estabilidad, base). En las proyecciones (nage) es habitual en nuestra escuela acabar con las palmas hacia arriba, ofreciendo/dando/regalando la técnica, nuestro corazón, lo mejor de nosotros, y extendiendo la energía (KI) hacia el infinito.
En cuanto reciba las fotos las iré publicando bajo estas líneas…
2 replies on “Crónica del cuarto curso de Diego Espinosa Sensei en Alicante”
Muy buen resumen. Un fantastico curso.
Gracias Diego Sensei. Gracias Xisco Sensei y gracias a todos los asistentes.
En Marzo 2016 volveremos a contar con otro curso de Diego Sensei en Elche.
Muy buen texto para entender hacia dónde va el Aikido de O’Sensei. Los cursos de Diego sensei siempre son muy interesantes e instructivos. Gracias a todos por vuestra cordialidad y hospitalidad. Abrazos.