Puede que exista eso de la envidia sana, como puede que el IVA vuelva alguna vez al 16%. El caso es que estos últimos días estoy siguiendo las andanzas de Diego Sensei y su grupo en Shingu, donde van una vez al año a pasar varias semanas entrenando y respirando el espíritu japonés. Cada vez que leo algo, veo un vídeo o una foto de las que comparten, los dientes se me alargan y tengo que limarlos para no parecer un vampiro. Y si no, mirad esto:
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Algún día tendré tiempo y dinero para ir con ellos. Después ya me podré morir tranquilo.