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Artes marciales tradicionales vs artes marciales mixtas

A raíz de un comentario de Juan Pedro en una entrada reciente, me he dado cuenta de lo frecuente que es el comentario sobre el Aikido como un arte marcial poco efectivo, que si debería practicar con golpes más reales, etc. Bien, vamos a dedicarle unas cuantas líneas al tema, empezando por un interesante artículo sobre el tema:

Fuente: http://artesmarcialesinternas.blogspot.com/2010/05/artes-marciales-mixtas-por-euclides.html

Una nueva moda se instaura en los gimnasios y en los “dojos” multidisciplinares, aunque es cierto que como toda moda es pasajera. Ésta tiene unos componentes de ideología detrás que aunque desaparezca puede suponer que en el futuro las artes marciales con un mayor grado de estructuración en sus contenidos y sobre todo con federaciones “fuertes” padezcan un altibajo en la vertiente pedagógica de las artes marciales que desde un inicio las federaciones y los clubs con categorías infantiles (en sentido amplio) han intentado enseñar y transmitir a la sociedad.

Las AMM han surgido de la comercialización de los deportes, es decir, hoy en día el deporte es un producto más en la sociedad de consumo, dentro de lo que se denomina el ocio. Aunque la práctica del deporte es un elemento básico para tener una buena calidad de vida, el mercado ha hecho de este discurso una disfunción, y por tanto, vende la necesidad de hacer un deporte, pero bajo los presupuestos del sistema capitalista, es decir, gastando dinero. Y para justificar este gasto el mercado necesita mas incorporar a sus productos (en este caso los diversos deportes o practicas deportivas) una añadido de moda, que cree una imagen de estar haciendo algo socialmente no solo aceptable sino además que supone un añadido a tu propio currículum de cara a los demás.

Aun esto es discutible a la hora de analizar el origen de esta práctica. Oficialmente las AMM nacen de las artes de combate extremo o total, donde luchadores se enfrentaban sin más normas que las mínimas para asegurar que no morían en el intento, o evitar lesiones muy graves. Con la necesidad de reconducir estos combates y alejarse de las opiniones que empezaban a sonar en contra de estas prácticas, tachándolas de violentas, salvajes y sangrientas, nació esta nueva manera de denominarlas. Aunque también es cierto que no sólo han cambiado el nombre si no que han reconducido sus competiciones a esferas mucho más controladas y aceptables para otros practicantes.

Otro factor esta el hecho de convertirlo también no solo en un producto de venta, sino en un espectáculo. Donde lo que se busca para atraer el público esta en el extra de violencia y sangre que no se da en otros deportes de lucha mas institucionalizados o clásicos.

Aunque las críticas a las AMM en mi caso no se basan o centran en los argumentos antes descritos, esto solo es el contexto para hablar de los problemas que veo en las AMM.

Las artes marciales que hasta hoy nos han llegado, y las que han conseguido con el tiempo y el esfuerzo establecer federaciones internacionales y nacionales “fuertes”, representación olímpica, entrar en los programas educativos de deportes de varios países. Tienen en común que no solo son un sistema de técnicas de combate, sino que son una metodología, una estructura de conocimientos y de ideas. Además de tener un poso de dogma, en el buen sentido, ya que no establecen valores absolutos, sino valores que más bien indican un método o un guía para construir un mundo propio ético y moral.

Las AMM al ser un conjunto ecléctico de varias artes, extrayendo de éstas aquello que permite ser eficiente en un combate donde casi todo vale, han provocado la perdida no del misticismo que algunos arguyen sino del tope moral y ético para su práctica y su extrapolación a la vida cotidiana.

Hay que hacer hincapié en este hecho, en la metodología que tienen detrás todas las artes marciales que en cierta manera en una mezcla de batiburrillo han formado las AMM. Esta metodología supone no solo enseñar el que, sino también el como, el porquè y el con quien.

Con todo esto no quiero decir que esté en contra de la práctica mixta de artes marciales, pero a mi entender el enfoque de las AMM es el incorrecto, cierto es que es mucho más funcional y más fácil de vender y enseñar. Pero el resultado no es el adecuado por los elementos que antes he especificado. Las auténticas AMM tendrían que ser el resultado de cada uno al aprender por separado dos o mas artes marciales, en el proceso de interiorización y exteriorización a través de la metodología a la que antes hacia referencia.

Cada uno en su aprendizaje consigue adaptar su cuerpo y su movimiento a las técnicas “Standard” y a la vez adapta las técnicas a sus propios límites corporales. Haciendo que la mezcla resultante no pierda ni un ápice de las virtudes dogmáticas de cada una de las artes marciales, y a la vez se enriquece de lo que en principio parece muy correcto como es el empaparse de varias artes marciales para aprender varios puntos de vista de los principios fundamentales que tienen en común la mayoría de artes marciales clásicas.

En mi modesta opinión el camino idóneo para desarrollar verdaderamente un estilo de AMM, es empezar con una base sólida en un arte marcial. Una vez aprendidos las fundamentos, es decir, al haver conseguido el cinturón negro (o equivalente), vale la pena ir probando otras artes marciales. Que refuercen las carencias de la arte marcial que ha supuesto la base, o que permitan añadir una perspectiva diferente a un aspecto que ya trabaje la arte marcial base.

Además este hecho de aprender de cero o desde el principio otras marciales, lo que supondría volver a ponerse el cinturón blanco, también permite al luchador adquirir un sentido de la humildad y la relatividad que nunca ha de perderse. Sin olvidar que sentirse torpe de vez en cuando siempre es bueno para sentar la cabeza o poner los pies sobre la tierra.

Un ideal de AMM ha de controlar todas las distancias que se puedan producir durante un enfrentamiento directo o no. Y apostar por el sometimiento y el control como objetivo en la lucha. A la vez que practicar artes marciales que permitan en sus entrenamientos desarrollar hasta las últimas consecuencias aquello que pretenden enseñar. Para así desarrollar un sentido de la realidad tanto del propio cuerpo como del oponente.

La base preferiblemente a mi entender ha de ser una lucha de cuerpo a cuerpo a distancia corta, es decir, que contemple el presupuesto del agarre en todas sus facetas. Luego una arte marcial que trabaje el golpeo con manos, piernas, codos y rodillas. También es necesario una arte marcial trabaje de forma amplia el control y el sometimiento a medio y corta distancia, es decir sin agarres previos. Y no olvidemos un arte que sepa trabajar en el suelo, cuestión que por desgracia muchas artes marciales dejan de lado.

Traducido a sistemas concretos mi elección personal pasaría por:
Judo (base, control y sometimiento través de estrangulaciones y luxaciones extremidades superiores)
Aikido (control y sometimiento a través de luxaciones a corta y media distancia sin agarre previo)
Muay thai o karate (golpeo)
brazilian jiu jitsu (control y sometimiento en el suelo)

Quiero hacer hincapié en la mentalidad abierta que todo esto requiere, no quiero revelarme contrario de los combates AMM o similares, pero mi experiencia en la enseñanza de categorías infantiles me ha permitido ver con los años lo influyente que son este tipo de prácticas para las mentes jóvenes y la formación de su carácter. De la misma manera que podemos hacer aflorar lo mejor del sujeto podemos hacer que las “partes oscuras” tomen un protagonismo nada positivo para el entorno mas inmediato.