Hace ocho años, no recuerdo si a finales de enero o a principios de febrero de 2002, vi un cartel en la Universidad de Alicante anunciando clases de Aikido los sábados en el pabellón. Llamé al teléfono que figuraba en el póster y tuve mi primera conversación con Charly Sensei. El día del estreno, allí estaba yo, como un clavo, con mi keykogi nuevo, porque desde que descubrí las artes marciales (de pequeño en la tele, sobre todo a partir de Bruce Lee) sabía lo que quería. No empecé a practicar antes por las circunstancias de la vida, no me lo pude permitir hasta estabilizarme en Alicante.
Desde entonces he entrenado regularmente con dos maestros (Charly Sensei y Fidel Sensei), asistido a cursos nacionales e internacionales y alcanzando metas; también ha habido momentos malos, rachas sin entrenar (al nacer mi hija y tras la marcha de Charly Sensei a Vietnam) y alguna que otra lesión. He hecho grandes amigos, me he reencontrado con otros, y me siento parte de una gran familia.
Tras ocho años entrenando Aikido en Alicante, hay cuatro cosas que he aprendido, y que me gustaría compartir con vosotros:
- El Aikido no es un deporte, es un arte; marcial, pero arte al fin y al cabo. No podemos reducirlo a la parte física.
- No existe el verdadero Aikido, éste murió el 26 de abril de 1969. Lo que nos llega son ecos, fragmentos e interpretaciones de los alumnos de Morihei Ueshiba. Lo que estos grandes maestros y escuelas tienen en común, eso es el Aikido. Discutir por qué escuela practica el verdadero Aikido no tiene nada de Ai (unión), no transmite buen Ki (energía) y no es un buen Do (camino).
- El Aikido no tiene por qué ser pasivo, puede tomar la iniciativa y liderar el movimiento del adversario.
- El Aikido ayuda a diluir el ego más que cualquier otra arte marcial, porque es la más difícil de todas; te hace darte cuenta de lo burro que eres y de lo poco que sabes.
- Hay que centrarse en uno mismo, como si el adversario no existiese; mirarle a los ojos es lo primero que debemos evitar, para que su energía (Ki) no nos domine.
- La respiración canaliza la energía, hay que aprender a respirar correctamente durante la ejecución de las técnicas.
- En la guerra —como en el amor— no hay normas; por eso hay que ser flexible, adaptarse, ser uno con el adversario y trabajar con energía.
- El Aikido no debe dejar aberturas, de lo contrario se corre el riesgo de convertirse en una coreografía.
- El valor del examen es obligarte a poner los seis sentidos en la práctica marcial, no aprobarlo.
- La competición saca lo peor de uno mismo, genera energía negativa; la gran dificultad del Aikido es aprender a enfrentarse a ataques reales entrenando con ataques ficticios.
De ese aprendizaje pueden salir varios consejos:
- El cinturón sólo sirve para sujetar los pantalones, no elijas a un maestro en función del número de danes que posee.
- Se puede aprender algo de cualquiera, desde el octavo Dan al principiante (aunque es mas probable que aprendas más del octavo Dan); nunca pienses que lo sabes todo.
- No hables mientras practicas, no trates de corregir a tu compañero —eso es trabajo de tu Sensei— ayúdale atacando con convicción, con la velocidad adecuada a su nivel y marcándole las aberturas.
- El Aikido tiene muchas caras: hay un Aikido de ciudad y otro de montaña, uno antiguo y otro moderno; sea cual sea el que practicas, debes ponerlo en su contexto y respetar a los demás. Si tienes tiempo, apréndelos todos.
- Antes de empezar a entrenar, pregúntate para qué quieres aprender Aikido.
- Es tu cuerpo el que sabe Aikido, no tu cabeza; deja de pensar de una vez.
- Intenta cambiar tu manera de enfrentarte a cualquier situación adversa igual que en el tatami.
- Cuida la etiqueta, respeta a todo el que entrena contigo, haz caso a tu maestro, aunque no entiendas lo que te dice. Todo llega con el tiempo.
- No pares de entrenar, la constancia lo es todo en la vida. Si estás lesionado, mira vídeos, entrena mentalmente.
- Recuerda que lo importante es tu actitud ante un enfrentamiento, no si los ataques que entrenas son reales.
Estos decálogos no están ordenados por importancia, más bien están escritos de un tirón y conforme me venían a la cabeza. Espero vuestros comentarios y consejos, seguro que se os ocurren algunos más.