Acontinuación aqui daremos nuestra valoración crítica sobre este grandísmo actor.
“Tengo la enfermedad que mató a David Niven: me estoy quedando chiquito, chiquitito…”: ésta era una de las últimas bromas de Ismael Merlo sobre sí mismo. Era un trabajador. Ismael Merlo acudió el domingo al teatro Infanta Isabel sintiéndose mal, hizo su trabajo . Murió solo, en la bañera de su casa . Su papel en Diálogo secreto, de Buero Vallejo, había recibido los elogios unánimes . Era una persona llena de sinceridad, de espontaneidad, de juego escénico lleno de sentidos, que ahora es difícil de que haya otro como él. Ismael Merlo era uno de esos raros actores que tienen el secreto de ser al mismo tiempo ellos, mismos y el personaje que interpretan. Tan él mismo era siempre, que sus compañeros recuerdan docenas de anécdotas de sus bromas en escena, dichas muchas veces en tono brillante, colocadas las frases de tal modo que nunca destrozaron una escena, ni una composición (en La hija del capitán, de Valle-Inclán, que terminaba con una ristra de vivas patrióticos, añadió un día un “íViva Adolfo Marsillach!”, que estaba en el patio de butacas).
Esta personalidad anecdótica perfila apenas unos rasgos humanos, una línea de carácter; pero es indudable que su talento escénico, tenía toda la seriedad necesaria. Una de las mejores interpretaciones que se recuerdan de Ismael Merlo fue en un papel insólito: la Bernarda Alba de García Lorca, en la dirección de Ángel Facio. Sin un solo movimiento equívoco, supo componer la figura rígida y dura de la madre implacable con unos toques esperpénticos que no pensó nunca el poeta, pero que, si permitieron toda clase de discusiones sobre la innovación, no, dejaron nunca lugar a dudas sobre la capacidad de actuación dramática del actor y su manera de transmitir la tragedia. Otro papel insólito fue mudo: en El grito, de Fernando Quiñones, donde todo el texto lo decía Vicky Lagos, mientras él, en el papel de un abuelo que yace, convaleciente y enmudecido, llevaba un brillante contrapunto de mímica, de gesto, de pequeñas acciones tragicómicas. Son dos pruebas excepcionales para la raza de un actor que estaba en el escenario como pocas habían sabido estar.
Podía ser una figura secundaria, como en Petra Regalada, de Antonio Gala, o el motor trepidante de una acción de vodevil negro, como en Lo que vio el mayordomo, de, Joe Orton. Podía hacer teatro menor, comedias que pasan sin pena ni gloria, o textos de grandes escritores; llevar compañía propia o estar contratado; en todos los casos, nunca dejó que su papel se hiciera rígido o dejara inseguridad: la vida la ponía él mismo hasta cuando no estaba en el texto. Siempre alegraba el texto.
Cuesta mucho trabajo pensar que este gran representante de lo que fue el teatro de actor ya no va a estar en un escenario. Fue un gran actor admirado por muchos compañeros suyos.En sus trabajos que hizo se muestra lo gran profesional que era pero a la vez lo buen compañero que era. Como Ya se ha mencionado antes ,era bromista ,sincero y cariñoso,nunca teniía un mal gesto para nadie.
Para finalizar queremos agradecer las molestias que se hayan tomado en ver nuestro blog y esperemos que dejen su crítica sobre algunas de las obras,series o películas que hemos expuesto.
Un saludo de Jonnatan y Daniel.