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La Contrarreforma y la política cultural de Felipe II

Felipe II La Contrarreforma y la política de defensa y aislamiento practicada por Felipe II dan lugar a que la cultura renacentista española adquiera en la segunda mitad del siglo XVI un matiz acentuadamente religioso y nacional. Florece una abundante literatura mística, se vigorizan las doctrinas escolásticas, gracias al esfuerzo de dominicos­ (Melchor Cano, Soto, Báñez) y jesuitas (Molina, Suárez), y la filología clásica y hebrea se aplican con gran rigor científico a los estudios de exégesis bíblica. Por otra parte desaparecen algunas influencias europeas que habían dominado en la época de Carlos I, como sucede con el erasmismo, o son asimiladas por completo, como ocurre con la lírica petrarquista. El tono grave de esta segunda etapa del Renacimiento se manifiesta en la literatura, en las artes (pintura del Greco, arquitectura de Herrera, música de Victoria) y hasta en la misma vida social y cortesana.

España pierde contacto con Europa (desde 1559 se había prohibido cursar estudios en la mayor parte de las universidades extranjeras), pero consigue crear una cultura en la que se funden armoniosamente las tradiciones nacionales con las aportaciones renacentistas.

Desde el punto de vista estético, la época se caracteriza también por su equilibrado y severo clasicismo. Cobran ahora gran impulso dos géneros de abolengo grecolatino (la tragedia y el poema épico) y la novela tiende a hacerse nacional, ofreciendo ideales figuras arquetípicas (el pastor, el moro, el amante). Todo ello se debe en parte al nuevo predicamento de la Poética de Aristóteles, que al proponer al arte la expresión de lo ejemplar y verosímil, había de arrinconar lo fantástico (libros de caballerías) y la realidad concreta (novela picaresca). No obstante, la serenidad de este intento clasicista se vio perturbada, como siempre, por notas muy españolas (elementos novelescos en la tragedia, históricos en la épica, arrebato en la lírica.

El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial

Obra tan santa, tan pía, tan llena de cristiandad

y de tantos provechos para todo… Donde

se conserva tanta hermosura de pinturas

e imágenes” (Fray José de Sigüenza)

Monasterio San Lorenzo de El EscorialEl Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, que concibió y ordenó construir Felipe II como panteón imperial, templo funerario, monasterio y palacio, alberga una biblioteca, un colegio y un lugar para exponer la colección de pinturas de la casa real. Este conjunto, situado en las estribaciones de la Sierra de Guadarrama, al noroeste de Madrid, fue construido entre 1563 y 1583. Con su absoluta simetría y regularidad, parece inspirarse en la tradición de hospitales cruciformes, con elementos del Renacimiento italiano y siguiendo como referente la idea que se tenía del templo de Salomón. La iglesia se inspira en la de Carignano, cerca de Génova, obra de Galeazzo Alessi (1512-1572). Aunque el proyecto inicial se debe al arquitecto Juan Bautista de Toledo, El Escorial se ejecutó a las órdenes de Juan de Herrera. Austero y severo, el exterior es una clara manifestación del catolicismo español; su estilo se conoce como “herreriano”. La fachada de granito, que presenta filas uniformes de pequeñas ventanas, se asienta sobre un podio y esconde un interior de gran riqueza decorativa.

Biblioteca El Escorial

La Biblioteca. Construida para albergar los 40.000 volúmenes reunidos por el bibliotecario de Felipe II, la biblioteca contiene una de las mayores colecciones de Europa de obras filosóficas y místicas griegas, hebreas e islámicas. Los frescos que decoran las bóvedas son una alegoría de las Siete Artes Liberales, obra de Pellegrino Tibaldi.

Cúpula de la Iglesia. La gran cúpula, que flota sobre todo el conjunto, es el foco religioso y arquitectónico del mismo. La planta de cruz griega, parte del modelo establecido por San Pedro de Roma.

Panteón Real. Esta cámara cubierta con cúpula octogonal alberta los restos de once reyes y la mayoría de reinas de España desde Carlos I. La decoración y los dorados los añadió en 1617 el arquitecto Crescenzi.

Cupula Monasterio El Escorial

Panteón Real

Imagenes.

Biblioteca (Wikipedia)

Cúpula (www.flickr.com )

Panteón (www.urbanity.es)

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Sofonisba Anguissola

Tradicionalmente, los monarcas españoles han sido protectores de las Bellas Artes en todas sus formas expresivas. La pintura no es ajena a este fenómeno, y en todas las épocas los reyes y reinas han tenido a su servicio a los conocidos “pintores de Corte”. El Greco, Velázquez o Goya son buenos ejemplos de ello. Sin embargo, pocos conocen la figura de Sofonisba Anguissola, una joven pintora italiana, nacida en Cremona hacia 1532.

Cuando empieza a ser conocida, se desplazó a Milán, hacia 1558, en donde pintó al Duque de Alba, quien a su vez la recomendó al rey Felipe II de España. Al año siguiente, es invitada a visitar la corte española, lo que representó un momento crucial en su carrera. Entonces tenía 27 años. En el invierno de 1559-1560 llega a Madrid para convertirse en pintora de la corte además de dama de compañía de la nueva reina Isabel de Valois, tercera esposa del rey. Enseguida se ganó la estima y confianza de la joven reina. Durante este tiempo, trabajó estrechamente con Alonso Sánchez Coello. Tan estrechamente, que inicialmente el retrato del Felipe II, en edad mediana, fue atribuido a Coello. Ha sido recientemente cuando se ha reconocido a Anguissola como la autora del mismo. Anguissola pasó los años siguientes retratando sobre todo retratos de corte oficiales, incluyendo los de la reina y otros miembros de la familia real, la hermana de Felipe II Juana, y su hijo, Don Carlos. Sus pinturas de Isabel de Vaolis y de Ana de Austria, la cuarta esposa de Felipe II,  son vibrantes y llenos de vida.

Autorretrato Sofonisba Anguissola