Categories
literatura

Viaje al corazón de la poesía

Cervantes mostró siempre una gran afición a escribir versos, pero los que compuso no se hallan, ni con mucho, a la altura de la prosa. Él mismo tenía conciencia de ello y exclamaba:

Yo que siempre trabajo y me desvelo

Por parecer que tengo de poeta

La gracia que no quiso darme el cielo…

Portada del Viaje al Parnaso

Esta confesión de humildad ha marcado la pauta a los críticos, que han visto facilitado su trabajo por la modestia cervantina; desde su época se le sigue considerando como vate menor, en gran parte por culpa de su fama como prosista. Así, Lope, en su desdén resentido, irá hablando de poetas:ninguno hay tan malo como Cervantes ni tan necio que alabe a Don Quijote“. No es, desde luego, una figura comparable a Góngora, ni a Lope, ni a Quevedo. En este sentido, en sus versos se perfila un esfuerzo por conseguir los ritmos, sus luchas con la rima y con el lenguaje, que carece de soltura.

El valor de su producción poética deriva, más que de la habilidad técnica del autor, del reflejo que en ella alcanza su rica personalidad y su aguda visión de las cosas. No constituye un conjunto esencialmente lírico, pero abunda en matices de ironía, de gracia o de emoción autobiográfica.

Pieza interesante dentro de la producción poética es el «Viaje al Parnaso», que cuenta el periplo al monte Parnaso de Cervantes y de los mejores autores poéticos españoles para librar una batalla alegórica contra los malos poetas.

Como el Canto de Caliope, se trata de un poema laudatorio a la poesía, en el que el autor hace una crítica literaria de los vates conocidos. Su interés estriba especialmente en la introducción de la persona física y moral de Cervantes, quien, exponiendo su situación de mísero, hace una crítica de sus contemporáneos a nivel personal: se presenta a sí mismo en tono irónico, algo amargado, pobre de gloria,cisne en las canas y en la voz no ronco y negro cuervo“. En el capítulo IV resumirá con turbada lengua y para la posteridad los servicios prestados a la literatura y la poesía.

(Imagen: Portada del «Viage del Parnaso» con retrato de Cervantes – Grabado de Bartolomé Vázquez de 1784. Fuente: www.cvc.cervantes.es)

El Viaje al Parnaso: un viaje literario

El poema cuenta un viaje literario, por geografías reales y míticas, en el que Miguel de Cervantes, montado en una mula, emprende la misión de reclutar a los mejores rapsodas españoles con el fin de librar una batalla contra los poetas mediocres de la época.

Para llevar a cabo su empresa viajará de Madrid a Valencia, donde con ayuda de Mercurio reúne un contingente de buenos poetas y se hacen a la mar en un barco alegórico, hecho de versos, con destino al Parnaso, donde librarán una batalla contra los poetastros que pretenden tomarlo.

En el viaje marítimo avistan Génova, Roma y Nápoles y consiguen pasar el peligroso Estrecho de Mesina, entre Escila y Caribdis, deidades a quienes tienen que aplacar ofreciéndoles el sacrificio de Antonio de Lofraso, al que finalmente no se llega arrojar al mar.

El primer encuentro entre ambos bandos se produce en el piélago, donde Apolo furioso decide castigar a los enemigos de la buena poesía. El dios olímpico hace naufragar el bajel de los malos rapsodas, pero gracias a la intervención de las artes amatorias de Venus la furia de Apolo es aplacada.

Después de la batalla, el ejercicio liderado por Cervantes llega a la falda del monte Parnaso, donde sus hombres beben de la fuente de Castalia y son laureados por el propio Apolo, dios de la poesía.

Los defensores del buen arte de escribir, tras un merecido descanso, en el que sueñan con la doble cara de la poesía (la elegante y la vulgar), entablan el combate final con el ejército de poetastros. Ambos bandos utilizan como munición los libros y los poemas, venciendo finalmente la buena poesía.

El Parnaso de Poussin

(Imagen: El Parnaso, de Poussin. Fuente: www.bunburyymas.com)

Considerado por los griegos como morada de las Musas y de Apolo, el Monte Parnaso (o Parnassus) es la patria simbólica de los artistas, la tierra de los poetas. En la mitología griega, Parnaso fue hijo de Poseidón y de una ninfa, responsable de la fundación del oráculo de Delfos, que luego fue ocupado Apolo, quien provenía del monte Helicón.

Del Monte Parnaso brotaban manantiales que formaban varias fuentes y la más famosa en la antigüedad era la fuente Castalia, rodeada de un pequeño bosque de laureles consagrados a Apolo. Cerca de esta fuente se reunían las musas y las ninfas, quienes bailaban y cantaban acompañadas de Apolo y su lira.

Con 2.457 m de altura, el Monte Parnaso es una de las montañas más altas de Grecia y a sus pies se alzaban la ciudad y el templo de Delfos. El monte se yergue al este del sitio arqueológico y una parte del conjunto montañoso forma el Parque Nacional, fundado en 1938. De gran valor natural por sus bosques, valles y roquedos, así como las especies florales y faunísticas que allí viven, el monte regala una de las vistas panorámicas más bellas del país (…).

Categories
historia literatura

Un viaje al Parnaso con escala en Nápoles

Durante los cinco años y medio de estancia en Italia, Miguel de Cervantes permaneció largos periodos de tiempo en la capital de la Campania. Según la mitología griega, Nápoles se levantó allí donde el mar arrojó a la sirena Parténope, desdeñada por Ulises. Los colonos griegos, quizás de Rodas, pudieron haber fundado una colonia en el lugar ya a comienzos del siglo X a.C.; pero esto no pasa de ser pura leyenda. Lo que sí es cierto es que algunos helenos de Cumas construyeron cerca una ciudad a la que llamaron Neápolis (ciudad nueva), mientras que el asentamiento primitivo se denominó Paleópolis (ciudad antigua). Neápolis fue un centro comercial de primer orden, y la lengua y costumbres griegas pervivieron incluso durante la época romana, en que fue destino predilecto de los patricios.

Dársena de Nápoles

Después de la caída del Imperio Romano y de la oleada de invasiones bárbaras, la ciudad, aunque conservó cierta independencia, quedó bajo influencia bizantina viviendo un nuevo período de esplendor. En el siglo X, los normandos conquistaron todo el sur de Italia, un reino entonces gobernado desde Palermo por Roger II. El dominio normando tocó su fin en 1189.

(Imagen: Dársena de Nápoles. Fuente: www.bne.es)

Con las dinastías angevina y aragonesa, Nápoles se convirtió en capital y la Corte atrajo a renombrados artistas.

El siglo XV fue para Nápoles una época dorada a la que siguieron dos siglos de dominio español: un periodo de opresión virreinal que será recordado por los impuestos injustos, la Inquisición, la peste, la superpoblación y la rebelión de Masariello. Sin embargo, pese a la pobreza reinante, la creatividad nunca dejo de florecer.

Con Carlos III comenzó en 1734 la hegemonía borbónica. Salvado el efímero periodo republicano de 1799 y el posterior decenio de dominio francés, Nápoles estuvo gobernada por los Borbones hasta 1860.

Desde la unificación italiana, los problemas de la ciudad -algunos de ellos consecuencia evidente de las grandes diferencias que existen entre el norte y el sur del país- han sido objeto permanente de interés nacional.

Lo cierto es que esta ciudad, nacida donde el mar arrojó a Parténope, estuvo en su pasado fuertemente unida a la historia de España y, también, a la vida de Cervantes. De su estancia en Nápoles, el ilustre escritor relata sus vivencias en numerosas obras, siendo “El viaje al Parnaso” un buen ejemplo autobiográfico. Y es el propio Cervantes quién invita al lector a iniciar un viaje al pasado napolitano y hacia un monte, el Parnaso, la cuna y morada de los poetas:

Si por ventura, lector curioso, eres poeta y llegare a tus manos (aunque pecadoras) este VIAJE; si te hallares en él escrito y notado entre los buenos poetas, da gracias a Apolo por la merced que te hizo; y si no te hallares, también se las puedes dar. Y Dios te guarde.”

Vista de Nápoles y su Golfo de 1727 con detalles de sus castillos, de la vista desde el mar y de la península de Gaeta. (Imagen:www.viviplanet.com.ar)

Mapa de Nápoles de 1727

Categories
Biografia historia

Lepanto

Todavía recuerdo cuando Miguel de Cervantes se alistó en los tercios de Nápoles al servicio de mi compañía. Era un joven inquieto y valiente, que le atraía poderosamente la vida militar. Muchas correrías soldadescas vivimos por las calles napolitanas, y buenos vinos tomamos en aquellas tabernas mugrientas. Ya se sabe que “el vino cría sangre”. Pero, permítanme que me presente antes de continuar relatándoles esta historia, me llamó Diego de Urbina, y Cervantes formaba parte del tercio que yo capitaneaba.

Puerto de Nápoles en el siglo XV (Imagen: www.valdeperrillos.com)

napoles

No eran tiempos buenos para España. Nuestro soberano, Felipe II, actuaba como emperador pero sin la corona dorada del Imperio. Los vastos territorios que le tocó gobernar eran variados y diversos. Y si nuestro Señor pudo disfrutar de su triunfo fue en gran parte resultado del eclipse temporal de Francia, que desgarrada por guerras internas, no actuaba en conflictos allende sus fronteras. Y también en Italia aprovecho la ausencia francesa para imponer su autoridad, pues era dueño de Lombardía, Nápoles, Sicilia y Cerdeña. Por intereses, que en este relato no vienen al caso, la mayoría de los estados italianos aceptaron el poderío español y buscaron unir su suerte a la del Imperio de Felipe II. También los Papas mantuvieron buenas relaciones con nuestro monarca, aunque procuraban en todo momento moderar el poder que éste ejercía en Italia. Si bien nuestro soberano, piadoso y conservador, tuvo un papel preponderante para la terminación y ejecución de los decretos del Concilio de Trento. Sin embargo, los Países Bajos, lejanos y rodeados de territorios enemigos, serían una enorme fuente de conflictos y preocupaciones de nuestro regio Felipe II. Además, tenía otros problemas que les seguiré detallando más adelante.

tercios españoles

La  hegemonía española se basaba en gran parte en su poderío militar. Su médula eran los tercios españoles -formaciones de piqueros y mosqueteros, en los que alternaban soldados veteranos con otros de mediana edad y novatos- que ya durante la primera mitad del siglo XVI habían adquirido fama de invencibles. En este cuerpo militar formaba parte yo, con el cargo de Capitán.

Sargento, arcabucero y piquero de los Tercios durante el reinado del emperador Carlos V (Imagen: www.elgrancapitan.org)

Si les estoy contando todo esto lectores de este blog, es para que se pongan en la situación  en que se encontraba España cuando el Papa Pío V, convencido de que el gran peligro para la Cristiandad era el Turco , decidiera unir a los cristianos en una cruzada contra el Islam, reconquistando los Santos Lugares. Tras algunos tanteos con los monarcas cristianos, la idea del Papa se concretó en la organización de una Santa Liga formada por España, Francia, Venecia y la Santa Sede. Pero las dificultades eran grandes.

La tenacidad de este Papa conseguiría superar las adversidades a pesar de Francia. En marzo de 1570 se llegó al acuerdo. Sin embargo, Felipe II ponía la condición, ciertamente razonable, de que España debía nombrar al jefe principal de la Liga por su aportación más generosa, ya que debía contribuir con la mitad de los barcos y tropas, mientras que Venecia y la Santa Sede participaban con un sexto solamente cada una. Al final el papa accedió y fue elegido comandante general de la flota don Juan de Austria, el hermanastro de Felipe II. La Santa liga fue presentada como salvadora de la cristiandad.


El encuentro entre turcos y cristianos tuvo lugar el 7 de octubre de 1571, en el golfo de Lepanto. Antes de entrar en batalla don Juan arengó a las fuerzas cristianas y en cada barco se izó un Crucifijo ante el que la tripulación oró de rodillas. Lepanto fue un triunfo importante para Felipe II; pero también para Venecia y el papado.

lepanto

Y fue en este día cuando valerosamente combatió Miguel de Cervantes en la galera llamada Marquesa. Tenía entonces veinticuatro años, y continuó luchando después de ser herido en el pecho y en el brazo izquierdo, que le quedaría inútil.

Nos cuenta en sus crónicas sobre este día el Marques de Lozoya: Durante dos horas se peleó con ardor por ambas partes, y por dos veces fueron rechazados los españoles del puente de la galera real turca; pero en una tercera embestida aniquilaron a los jenízaros que la defendían y, herido el almirante de un arcabuzazo, un remero cristiano le cortó la cabeza. Al izarse un pabellón cristiano en la galera turca arreciaron el ataque las naves cristianas contra las capitanas turcas que no se rendían; pero al fin la flota central turca fue aniquilada”.

Pintura de la Batalla de Lepanto (1571) de la escuela holandesa (Imagen: www.wikipedia.org)

Sin embargo, tras Lepanto, no desapareció para siempre el poder de la Media Luna; ni tampoco el éxito de las armas cristianas fue tan rotundo como parecía. El sultán Selim prometió recuperar la fuerza de sus naves y ya en 1573 se mostraba fuerte y poderoso mientas los aliados deshacían, entre disputas internas la coalición.

Pero volvamos a la vida de nuestro ilustre escritor, que fue herido en el pecho y en la mano izquierda que le quedó inútil. Fue este el día más glorioso de la vida de Miguel de Cervantes, quien lo recordó en muchas de sus obras y compuso acerca de aquel tema una comedia titulada «La batalla naval», actualmente perdida. Nuestro ilustre don Juan de Austria, no solo aportó numerosas sumas para que  se atendiese a su curación, sino que premió su valeroso comportamiento.

A pesar de tener la mano inutilizada, en 1572 tomó parte en la expedición naval de Ambarino, y en 1573 en la ocupación de Bizerta y Túnez. En todas estas batallas siempre iba acompañado de su hermano Rodrigo. Por estas fechas residió el joven Miguel en Italia, país cuya vida le resultó grata, elogiando con entusiasmo sus ciudades.

[kml_flashembed movie="http://es.youtube.com/v/yIFLpBC16mM" width="425" height="350" wmode="transparent" /]

Categories
cine historia

Cinecittà: la fábrica de los sueños

vacacionesCualquier aficionado al cine, al evocar la palabra Roma la asocia a imágenes cinematográficas de los films rodados en esta ciudad. Quién no recuerda a Peter Ustinov, en el papel de Nerón, en “Quo Vadis”; o a la joven Audrey Hepburn y a Gregory Peck recorriendo en Vespa la ciudad en “Vacaciones en Roma”; o a Charltón Heston ganando la carrera de cuadrigas en el Circo Máximo en “Ben Hur”; o a la bella Elizabeth Taylor interpretando su papel de Cleopatra. Todas estas películas fueron posibles gracias a una idea surgida en los años treinta, durante el régimen fascista de Mussolini, por un intento de competir con los estudios de Hollywood.

El 26 de enero se coloca la primera piedra y, tras quince meses de obras, los estudios son inaugurados el 28 de abril de 1937.  En este mismo año se rodarían 19 películas, y en los siguientes varios cientos de filmes más. Durante estos primeros años los estudios vieron pasar a muchos de los grandes nombres del cine italiano: Luchino Visconti, Roberto Rossellini y Vittorio de Sica. En 1943 fue bombardeada por los nazis.

Sin embargo la guerra sólo afecta de refilón a Cinecittà. El cine sirve para hacer olvidar las tragedias y la miseria, y en los estudios se sigue trabajando sin descanso. Sin embargo, la filmación no es fácil en la posguerra, pues lo daños y los robos han sido muchos; el Neorrealismo de Roberto Rossellini, Luchino Visconti y Victorio De Sica prefiere rodar en exteriores antes que en estudio.

Para encontrar una película importante rodada en Cinecittà habrá que esperar a 1948, cuando Blasetti dirige Fabiola, pequeña producción casera sobre la Roma antigua. Es la señal de un nuevo amanecer; Cinecittà vuelve a ser una garantía de éxito. De los estudios salen películas como Humberto D de De Sica, Bellísima de Visconti, o la conocida La Dolce vita de Federico Fellini.

[kml_flashembed movie="http://es.youtube.com/v/_99e25pmd5c" width="425" height="350" wmode="transparent" /]

Cuenta la voz popular que la historia de esta escena de la película sucedió así: en el verano de 1957, Anita Ekberg, acompañada de un fotógrafo, paseaba descalza junto a la Fontana di Trevi. Al lastimarse un pie, lo metió dentro del agua de la fuente para lavárselo y el fotógrafo inmortalizó la escena. Un año después, esta foto terminó en la mesa de Federico Fellini. Desde este momento nació la escena-mito de la película italiana más famosa de los 60: La dolce vita.

quo vadis

.

.

.

Durante las décadas de los años 50 y 60 se rodaron en los estudios de Cinecittá los grandes clásicos del cine ambientados en el Imperio Romano, como Quo VadisBen Hur (1959) y Cleopatra (1963) , siendo este período la edad de oro de los estudios. (1949).

En el verano de 1999, Cincecittà abrió al público sus puertas creando Cinecittá Village. Se trata de una gran instalación compuesta por fragmentos de la historia del cine, con escenografías de Escipión el Africano, Vacaciones en Roma, El Padrino, Medea, combinadas con cafés y restaurantes, donde se cena a la luz de las velas, se oye música en directo y se baila. Y, además, un mesón inspirado en la Roma de S.P.Q.R., maquetas y reproducciones, y un cine que proyecta los films rodados en Cinecittá.

.

.

Arrivedercci Roma

Dicen que lanza una moneda a la Fontana di Trevi regresará a Roma en algún otro momento de su vida. La verdad es que la ciudad lo merece. Por mucho que se recorran sus calles y plazas, se visiten sus museos, o se disfrute de su cocina, sus gentes y ambientes populares, siempre quedará algo que saborear de la capital de Italia.

Por si acaso, nosotros hemos lanzando nuestra moneda. Hasta pronto, Roma

Categories
arte historia monumentos

La Ciudad de la Fe

El Vaticano es el estado soberano más pequeño del mundo. Abarca 44 hectáreas dentro de los límites de la ciudad de Roma, a la derecha del río Tíber. Comprende la plaza y la basílica de San Pedro, los museos, los jardines y el palacio (residencia del Papa y de la Curia desde 1337). Fue construido sobre la falda de la colina del mismo nombre.

El Estado de la Ciudad del Vaticano se constituyó tras la desaparición de los Estados Pontificios, que suscitó la prolongada “cuestión romana”, con la firma de los acuerdos de Letrán, para garantizar a la Santa Sede la absoluta independencia a través de una personalidad jurídica propia, ratificados en 1947 y concluidos en el acuerdo-concordato con Italia en 1987.

Esta ciudad Estado a pesar de ser pequeña es autosuficiente. Dispone de numerosas instituciones culturales; entre ellas destacan los museos, la importante biblioteca y los archivos del Vaticano. Además cuenta con distintos órganos de información como la Oficina de prensa, creada después del Concilio Vaticano II; el periódico de la Santa Sede “L´osservatore romano”, la agencia internacional de prensa Fides; Radio Vaticano, que emite en 33 lenguas y el centro de televisión que produce y distribuye programas religiosos. Igualmente podemos encontrar una oficina postal, talleres de restauración,  un helipuerto y una estación de tren para el transporte de mercancías.

Una de las mayores curiosidades es un pequeño cuerpo militar conocido como la  Guardia Suiza. Los soldados, que provienen de varios cantones suizos, deben ser católicos y medir al menos 174 centímetros de alto. Deben permanecer, al menos, dos años al servicio del Vaticano. El cuerpo se creó el 21 de enero de 1506, cuando Julio II bendijo a la tropa de 150 soldados helvéticos pasados a su servicio. Los guardias visten todavía el uniforme con los colores de los Médici: azul, amarillo y rojo, que según la tradición fue diseñado por Miguel Ángel.

Una visita al Vaticano

El viajero que quiera visitar la basílica de San Pedro y no forme parte de un tour organizado puede tomar el autobús que, en un cuarto de hora, le llevará desde la Estación Termini a Via della Conciliazione. El medio es rápido y barato, y el encuentro con el mayor templo de la cristiandad tiene lugar en un escenario que, por mucho que se haya visto en televisión, conserva toda su solemnidad.

basilica san pedro

La basílica de San Pedro

La suntuosa basílica de San Pedro es la más importante del mundo católico y atrae a peregrinos y turistas de todo el mundo. Esta basílica es el testimonio del paso de los siglos. Comenzó siendo un monumento conmemorativo cuando el emperador Constantino construyó un santuario en honor a San Pedro sobre el lugar en el que fue crucificado. Durante varios siglos, la basílica originaria paleocristiana estuvo sometida a la fluctuante riqueza cristiana y a los saqueos. A mediados del siglo XV el Papa Nicolás V ordenó su restauración. Pero los trabajos no comenzaron hasta 1503, cuando el Papa Julio II eligió al arquitecto Bramante para la construcción de una nueva basílica. Antes de consagrar la basílica pasaron otros 123 años durante los cuales intervinieron numerosos arquitectos y artistas: Bramante, Miguel Ángel, Carlo Maderno y Bernini, que diseñó la impresionante plaza ovalada, flanqueada por columnas, que se abre delante de la iglesia. ( Imagen: wikipedia)

En el interior, a la derecha, está la famosísima Pietà de Miguel Angel (1499). Destacan también una estatua de bronce de San Pedro, el impresionante baldacchino de Bernini, con 20 metros de altura -también conocido como altar mayor-, los monumentos a Urbano VIII y Alejandro VII, y el sagrario en forma de templo.

Capilla Sixtina y Museos Vaticanos

adan

Como es imposible verlo todo en una visita, recomendamos escoger alguno de los recorridos sugeridos, que recogen una selección de lo más sobresaliente: la Colección Egipcia del Museo Gregoriano; la Colección de Escultura Romana del Museo Chiaromonti; la Escultura Clásica del Museo Pio Clementito, en la que destaca el Apollo de Belvedere y el grupo de Laocoonte y sus hijos estrangulados por culebras; la Colección de Arte Griego, Romano y Etrusco del Museo Gregoriano-Etrucos.

Hay cuatro salas pintadas por Rafael entre 1508 y 1525, de la que destacaremos la  primera, cuya  inspiración es la metafísica y de la que sobresale la famosa Escuela de Atenas, en la que los filósofos y poetas griegos son retratos de la mayoría de sus contemporáneos. Desde aquí se pasa a la Capilla Sixtina.

Miguel Ángel pintó el techo de la Capilla Sixtina entre 1508 y 1512. Fueron miles de horas en cuclillas,  trabajando en los andamios, mientras Julio II lo seguía desde abajo. El techo cuenta la historia de La Creación, en la que un Dios vestido de rosa separa la luz de las tinieblas, las tierras de los mares, y a continuación crea el sol, la luna y a Adán y Eva. Los últimos cuatro frescos representan el nacimiento de pecado original y la historia de Noé. En la última pared de la capilla está el Juicio final de Miguel Angel; lo empezó en 1534, cuando ya estaba algo enfermo y se mostraba bastante pesimista respecto a su muerte. (Imagen: wikipedia)

Castel Sant `Angelo

El Castel Sant`Angelo fue fundamental en la historia del papado y de la defensa de la ciudad hasta 1886, año en que se convirtió en museo. Literal e históricamente es un laberinto. Este magnífico monumento situado a la orilla del Tiber en frente del Pons Aelius (actual puente de Sant’Angelo) se encuentra a muy poca de la Ciudad del Vaticano. [Imagen: Reme y Santi]

Fue construido entre 117-138 dC por orden del emperador Adriano para que fuese su mausoleo. En la actualidad se entra por el pasillo original, por el que discurrió la procesión funeraria, que enlaza con una de las rampas medievales añadidas cuando la tumba se convirtió en fortaleza. A través de la rampa se accede al patio en el que está la estatua de Montelupo que representa al arcángel Miguel envainando una espada. Tanto la estatua como el nombre del monumento conmemoran la leyenda según la cual, al final de la epidemia de peste del 590, se vio un ángel sobre Roma.

Desde el patio, cuya fachada diseñó Miguel Ángel en 1514, se pasa a la Sala di Apollo, exquisitamente adornada con frescos; en el suelo hay ventanas iluminadas por las que se ven los corredores subterráneos que conducen a lo que fue la prisión papal. El papa Clemente VII estuvo siete meses en el Castello en 1527 como consecuencia del saqueo de Roma, y decidió tras el asedio que los papas necesitaban estancias más suntuosas. De la biblioteca se pasa al tesoro papal, estancia revestida de madera que se cree que fue donde estuvo la tumba de Adriano.

Hoy día, el castillo es el Museo Nacional del Castel Sant’Angelo y es realmente interesante realizar la visita nocturna de este monumento. Podrás adentrarte unos metros por un pasadizo voladizo que llevaba directamente a la ciudad del Vaticano y realizar fotografías de la Basílica de San Pedro iluminada. [Imagen: Reme y Santi]