Categories
Biografia historia

Lepanto

Todavía recuerdo cuando Miguel de Cervantes se alistó en los tercios de Nápoles al servicio de mi compañía. Era un joven inquieto y valiente, que le atraía poderosamente la vida militar. Muchas correrías soldadescas vivimos por las calles napolitanas, y buenos vinos tomamos en aquellas tabernas mugrientas. Ya se sabe que “el vino cría sangre”. Pero, permítanme que me presente antes de continuar relatándoles esta historia, me llamó Diego de Urbina, y Cervantes formaba parte del tercio que yo capitaneaba.

Puerto de Nápoles en el siglo XV (Imagen: www.valdeperrillos.com)

napoles

No eran tiempos buenos para España. Nuestro soberano, Felipe II, actuaba como emperador pero sin la corona dorada del Imperio. Los vastos territorios que le tocó gobernar eran variados y diversos. Y si nuestro Señor pudo disfrutar de su triunfo fue en gran parte resultado del eclipse temporal de Francia, que desgarrada por guerras internas, no actuaba en conflictos allende sus fronteras. Y también en Italia aprovecho la ausencia francesa para imponer su autoridad, pues era dueño de Lombardía, Nápoles, Sicilia y Cerdeña. Por intereses, que en este relato no vienen al caso, la mayoría de los estados italianos aceptaron el poderío español y buscaron unir su suerte a la del Imperio de Felipe II. También los Papas mantuvieron buenas relaciones con nuestro monarca, aunque procuraban en todo momento moderar el poder que éste ejercía en Italia. Si bien nuestro soberano, piadoso y conservador, tuvo un papel preponderante para la terminación y ejecución de los decretos del Concilio de Trento. Sin embargo, los Países Bajos, lejanos y rodeados de territorios enemigos, serían una enorme fuente de conflictos y preocupaciones de nuestro regio Felipe II. Además, tenía otros problemas que les seguiré detallando más adelante.

tercios españoles

La  hegemonía española se basaba en gran parte en su poderío militar. Su médula eran los tercios españoles -formaciones de piqueros y mosqueteros, en los que alternaban soldados veteranos con otros de mediana edad y novatos- que ya durante la primera mitad del siglo XVI habían adquirido fama de invencibles. En este cuerpo militar formaba parte yo, con el cargo de Capitán.

Sargento, arcabucero y piquero de los Tercios durante el reinado del emperador Carlos V (Imagen: www.elgrancapitan.org)

Si les estoy contando todo esto lectores de este blog, es para que se pongan en la situación  en que se encontraba España cuando el Papa Pío V, convencido de que el gran peligro para la Cristiandad era el Turco , decidiera unir a los cristianos en una cruzada contra el Islam, reconquistando los Santos Lugares. Tras algunos tanteos con los monarcas cristianos, la idea del Papa se concretó en la organización de una Santa Liga formada por España, Francia, Venecia y la Santa Sede. Pero las dificultades eran grandes.

La tenacidad de este Papa conseguiría superar las adversidades a pesar de Francia. En marzo de 1570 se llegó al acuerdo. Sin embargo, Felipe II ponía la condición, ciertamente razonable, de que España debía nombrar al jefe principal de la Liga por su aportación más generosa, ya que debía contribuir con la mitad de los barcos y tropas, mientras que Venecia y la Santa Sede participaban con un sexto solamente cada una. Al final el papa accedió y fue elegido comandante general de la flota don Juan de Austria, el hermanastro de Felipe II. La Santa liga fue presentada como salvadora de la cristiandad.


El encuentro entre turcos y cristianos tuvo lugar el 7 de octubre de 1571, en el golfo de Lepanto. Antes de entrar en batalla don Juan arengó a las fuerzas cristianas y en cada barco se izó un Crucifijo ante el que la tripulación oró de rodillas. Lepanto fue un triunfo importante para Felipe II; pero también para Venecia y el papado.

lepanto

Y fue en este día cuando valerosamente combatió Miguel de Cervantes en la galera llamada Marquesa. Tenía entonces veinticuatro años, y continuó luchando después de ser herido en el pecho y en el brazo izquierdo, que le quedaría inútil.

Nos cuenta en sus crónicas sobre este día el Marques de Lozoya: Durante dos horas se peleó con ardor por ambas partes, y por dos veces fueron rechazados los españoles del puente de la galera real turca; pero en una tercera embestida aniquilaron a los jenízaros que la defendían y, herido el almirante de un arcabuzazo, un remero cristiano le cortó la cabeza. Al izarse un pabellón cristiano en la galera turca arreciaron el ataque las naves cristianas contra las capitanas turcas que no se rendían; pero al fin la flota central turca fue aniquilada”.

Pintura de la Batalla de Lepanto (1571) de la escuela holandesa (Imagen: www.wikipedia.org)

Sin embargo, tras Lepanto, no desapareció para siempre el poder de la Media Luna; ni tampoco el éxito de las armas cristianas fue tan rotundo como parecía. El sultán Selim prometió recuperar la fuerza de sus naves y ya en 1573 se mostraba fuerte y poderoso mientas los aliados deshacían, entre disputas internas la coalición.

Pero volvamos a la vida de nuestro ilustre escritor, que fue herido en el pecho y en la mano izquierda que le quedó inútil. Fue este el día más glorioso de la vida de Miguel de Cervantes, quien lo recordó en muchas de sus obras y compuso acerca de aquel tema una comedia titulada «La batalla naval», actualmente perdida. Nuestro ilustre don Juan de Austria, no solo aportó numerosas sumas para que  se atendiese a su curación, sino que premió su valeroso comportamiento.

A pesar de tener la mano inutilizada, en 1572 tomó parte en la expedición naval de Ambarino, y en 1573 en la ocupación de Bizerta y Túnez. En todas estas batallas siempre iba acompañado de su hermano Rodrigo. Por estas fechas residió el joven Miguel en Italia, país cuya vida le resultó grata, elogiando con entusiasmo sus ciudades.

[kml_flashembed movie="http://es.youtube.com/v/yIFLpBC16mM" width="425" height="350" wmode="transparent" /]