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El cautiverio de Argel

A principios de septiembre del año 1575, Cervantes embarca en Nápoles en una flotilla de cuatro galeras que se dirige a Barcelona. Nuestro autor llevaba consigo cartas de recomendación en las cuales don Juan de Austria y el duque de Sessa encomiaban sus servicios. Una tempestad las dispersa y “El Sol”, en la que viajaban Cervantes y su hermano, es apresada frente a las costas catalanas, por unos corsarios berberiscos al mando de Arnaut Mamí.

Selim I

[Imagen: el emperador otomano Selim I. Fuente: Wikipedia]

Los cautivos son llevados a Argel, donde Cervantes fue adjudicado, en calidad de esclavo, a Dalí Mamí, corsario de origen griego. Se conocen algunos detalles de los cinco años de cautividad que pasó Cervantes en Argel gracias a varias informaciones hechas más adelante en España, en las que declararon varios testigos, y por noticias contenidas en el libro de fray Diego de Haedo Topografía e historia de Argel (1612). Al encontrar en su poder, cuando fue hecho prisionero, las cartas de recomendación de don Juan de Austria y del Duque de Sessa, los turcos creyeron que Cervantes era una persona influyente pudiendo obtener un cuantioso rescate por él. Sus padres se endeudaron y vendieron parte de sus bienes con la finalidad de reunir la suma que los turcos pedían, pero sólo lograron reunir lo suficiente para rescatar a uno de ellos. El escritor prefirió que fuera su hermano el que recuperara la libertad. Se inicia así el período más calamitoso de su vida: cinco años de cautiverio en los baños argelinos, jalonados por numerosos intentos de fuga siempre fallidos.

España tampoco vivía buenos tiempos. La mala gestión económica del gobierno de Felipe II había llevado al país a la segunda bancarrota en 1575. Además, a pesar de la severa derrota en la Batalla de Lepanto, el poder de la Media Luna no había desaparecido del todo. Selim prometió recuperar la fuerza de sus naves y ya en 1573 se mostraba fuerte y poderoso, mientras los aliados de la Santa Liga deshacían, entre disputas internas, su coalición. Venecia firmaba por separado la paz con Turquía, con el consiguiente enfado del rey español, que se vio obligado a recordar a Su Serenísima que entre los objetivos de la Liga también estaban las plazas fuertes de Túnez y Trípoli, objetivos principales para los intereses españoles.

Efectivamente, en 1573 Juan de Austria se apoderó de Túnez, pero un año después una escuadra turca, todavía más importante que la hundida en Lepanto, reconquistó la ciudad. Aquella victoria fue magnificada por el sultán, haciendo de ella la demostración palpable del triunfo definitivo de la Sublime Puerta (el Imperio Otomano). Con esta victoria, los turcos manifestaban que el Mediterráneo occidental era todavía, mal que le pesara al rey de España, un mar turco.

La Sublime Puerta en tiempos del Imperio Otomano[Imagen: La Sublime Puerta en tiempos del Imperio Otomano. Fuente: Wikipedia]

Ese mismo año, Selim desafió nuevamente a todas las naves hispanas, arrasando los presidios españoles que vigilaban los estrechos de Sicilia. Nadie pudo oponerse. El sultán, como prometió, había vuelto a recuperar el prestigio perdido en Lepanto y demostraba que no había otro señor, sino él, en todo el Mediterráneo.

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Carta de Rodrigo de Cervantes a su hermana Magdalena

7 de enero de 1575

Mi buena hermana Magdalena:

He recibido vuestra carta y ahora me dirijo a ustedes para relataros la suerte que hemos estado viviendo en estas tierras italianas. Muchas aventuras y desventuras nos han acontecido, querida hermana Magdalena, desde nuestra partida de Madrid. Cómo ya os conté en epístolas anteriores nos embarcamos en la galera Marquesa para prestar apoyo a las tropas venecianas y acometer contra los trucos en el golfo de Lepanto. Nuestro hermano Miguel, a pesar de enfermar de malaria y padecer altas fiebres, insistió en acompañarnos durante la contienda.

Querida familia, os he de comunicar que durante su convalecencia en Mesina, Miguel se ha recuperado bien de sus heridas. Me ruega que les envíe recuerdos y que les diga a ustedes que se encuentra bien.

Con todo, nuestro hermano es fuerte y valeroso, y debéis saber que el propio Don Juan acudió a visitarlo cuando estaba recuperándose por su gran acción heroica en la ofensiva. Este acto de gratitud que mostró el Infante sirvió para que Miguel, pese a haber perdido movimiento en su mano izquierda, decidiera incorporarse a la compañía de don Manuel Ponce de León, del tercio de don Lope de Figueroa, y participar en calidad de “soldado aventajado” en la campañas de Navarino y la Goleta, y otras más que no es preciso nombrar, para que no os aburra mi misiva.

Ya en cartas anteriores os he ido contando las excelencias y curiosidades de esta hermosa ciudad napolitana. Es una villa curiosa esta, pues frente a la frivolidad y bullicio de sus tumultuosas noches, Nápoles es una ciudad más bien devota: Se va a misa, se reza, se siguen las procesiones. Sin embargo, cada acto tiene un cierto rasgo pagano. La gente en la iglesia hace la señal de la cruz, pero, si de da el caso, también fa le corna (pone los cuernos). Los devotos tienen en casa imágenes sagradas, pero también amuletos, herraduras, cuernos de buey y el llamado corneto, que es un cuerno rojo similar al de un unicornio. Y unido a esta religiosidad y paganismo, de fe y fetichismo, se encuentra el milagro de san Genaro.

San Genaro [www.fluvium.org]

Magdalena, en esta villa se tiene mucha tradición a este beato. Cuenta la tradición que la nodriza del santo recogió la sangre del mártir en dos ampollas, y la piedra en la que fue decapitado enrojeció. Al poco tiempo, cerca de ese lugar se construyó una pequeña capilla, ampliada posteriormente hasta convertirse en la iglesia de San Genaro. Estando allí aconteció el milagro, y todo sucedió ante nuestros mismísimos ojos,  pues la sangre del santo experimentó, como todos los años, la licuación.

Me preguntabas en tu anterior carta si comíamos bien por estas tierras. Hablar de la cocina napolitana es hablar de mestizaje, pues conserva intactas sus raíces greco-romanas, sus sabores orientales, la influencia francesa y, como no, un poquito de española. Aquí tienen la soprassata, muy parecida a la sobrada mallorquina; pero todo ello marcado por el particular y original carácter napolitano.

En el golfo de Nápoles la comida es una parte esencial de la vida social. No se trata de un mero trámite sino de algo que se disfruta, una manifestación de la propia cultura celebrada en numerosas canciones, como en ´na pizza c´a pummarola ´ncoppa, una melodía típica en la que se habla de una chica a la que su pareja le ofrecía grandes lujos pero ella prefería “una pizza con tomate”.

Como curiosidad contarte que el primer libro de cocina italiano nació en esta ciudad. Es un recetario en latín del siglo XIV, Liber de Coquina, escrito por un cortesano de Carlos II de Anjou, donde intentó adaptar las costumbres culinarias del lugar a la corte francesa, introduciendo ingredientes fundamentales en esa cocina, como el perejil o la albahaca.

Me contaba un lugareño que no hace mucho han comenzado a entrar en la ciudad productos traídos de las Américas: el tomate, las habas, la patata. También comen el broccolo, muy parecido al brócoli español pero algo amargo. No en vano a los napolitanos se les llamaba mangiafoglie (come-hojas).

Pero sin duda alguna, la gran pasión culinaria de este pueblo es la pasta y la lagana o pizza, que es un disco de masa sobre el que se colocan diversos ingredientes.

Sólo me queda comunicarles que pronto partiremos hacia España. Hasta entonces, que Dios les proteja, y hasta pronto mi querida hermana Magdalena.

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Lepanto

Todavía recuerdo cuando Miguel de Cervantes se alistó en los tercios de Nápoles al servicio de mi compañía. Era un joven inquieto y valiente, que le atraía poderosamente la vida militar. Muchas correrías soldadescas vivimos por las calles napolitanas, y buenos vinos tomamos en aquellas tabernas mugrientas. Ya se sabe que “el vino cría sangre”. Pero, permítanme que me presente antes de continuar relatándoles esta historia, me llamó Diego de Urbina, y Cervantes formaba parte del tercio que yo capitaneaba.

Puerto de Nápoles en el siglo XV (Imagen: www.valdeperrillos.com)

napoles

No eran tiempos buenos para España. Nuestro soberano, Felipe II, actuaba como emperador pero sin la corona dorada del Imperio. Los vastos territorios que le tocó gobernar eran variados y diversos. Y si nuestro Señor pudo disfrutar de su triunfo fue en gran parte resultado del eclipse temporal de Francia, que desgarrada por guerras internas, no actuaba en conflictos allende sus fronteras. Y también en Italia aprovecho la ausencia francesa para imponer su autoridad, pues era dueño de Lombardía, Nápoles, Sicilia y Cerdeña. Por intereses, que en este relato no vienen al caso, la mayoría de los estados italianos aceptaron el poderío español y buscaron unir su suerte a la del Imperio de Felipe II. También los Papas mantuvieron buenas relaciones con nuestro monarca, aunque procuraban en todo momento moderar el poder que éste ejercía en Italia. Si bien nuestro soberano, piadoso y conservador, tuvo un papel preponderante para la terminación y ejecución de los decretos del Concilio de Trento. Sin embargo, los Países Bajos, lejanos y rodeados de territorios enemigos, serían una enorme fuente de conflictos y preocupaciones de nuestro regio Felipe II. Además, tenía otros problemas que les seguiré detallando más adelante.

tercios españoles

La  hegemonía española se basaba en gran parte en su poderío militar. Su médula eran los tercios españoles -formaciones de piqueros y mosqueteros, en los que alternaban soldados veteranos con otros de mediana edad y novatos- que ya durante la primera mitad del siglo XVI habían adquirido fama de invencibles. En este cuerpo militar formaba parte yo, con el cargo de Capitán.

Sargento, arcabucero y piquero de los Tercios durante el reinado del emperador Carlos V (Imagen: www.elgrancapitan.org)

Si les estoy contando todo esto lectores de este blog, es para que se pongan en la situación  en que se encontraba España cuando el Papa Pío V, convencido de que el gran peligro para la Cristiandad era el Turco , decidiera unir a los cristianos en una cruzada contra el Islam, reconquistando los Santos Lugares. Tras algunos tanteos con los monarcas cristianos, la idea del Papa se concretó en la organización de una Santa Liga formada por España, Francia, Venecia y la Santa Sede. Pero las dificultades eran grandes.

La tenacidad de este Papa conseguiría superar las adversidades a pesar de Francia. En marzo de 1570 se llegó al acuerdo. Sin embargo, Felipe II ponía la condición, ciertamente razonable, de que España debía nombrar al jefe principal de la Liga por su aportación más generosa, ya que debía contribuir con la mitad de los barcos y tropas, mientras que Venecia y la Santa Sede participaban con un sexto solamente cada una. Al final el papa accedió y fue elegido comandante general de la flota don Juan de Austria, el hermanastro de Felipe II. La Santa liga fue presentada como salvadora de la cristiandad.


El encuentro entre turcos y cristianos tuvo lugar el 7 de octubre de 1571, en el golfo de Lepanto. Antes de entrar en batalla don Juan arengó a las fuerzas cristianas y en cada barco se izó un Crucifijo ante el que la tripulación oró de rodillas. Lepanto fue un triunfo importante para Felipe II; pero también para Venecia y el papado.

lepanto

Y fue en este día cuando valerosamente combatió Miguel de Cervantes en la galera llamada Marquesa. Tenía entonces veinticuatro años, y continuó luchando después de ser herido en el pecho y en el brazo izquierdo, que le quedaría inútil.

Nos cuenta en sus crónicas sobre este día el Marques de Lozoya: Durante dos horas se peleó con ardor por ambas partes, y por dos veces fueron rechazados los españoles del puente de la galera real turca; pero en una tercera embestida aniquilaron a los jenízaros que la defendían y, herido el almirante de un arcabuzazo, un remero cristiano le cortó la cabeza. Al izarse un pabellón cristiano en la galera turca arreciaron el ataque las naves cristianas contra las capitanas turcas que no se rendían; pero al fin la flota central turca fue aniquilada”.

Pintura de la Batalla de Lepanto (1571) de la escuela holandesa (Imagen: www.wikipedia.org)

Sin embargo, tras Lepanto, no desapareció para siempre el poder de la Media Luna; ni tampoco el éxito de las armas cristianas fue tan rotundo como parecía. El sultán Selim prometió recuperar la fuerza de sus naves y ya en 1573 se mostraba fuerte y poderoso mientas los aliados deshacían, entre disputas internas la coalición.

Pero volvamos a la vida de nuestro ilustre escritor, que fue herido en el pecho y en la mano izquierda que le quedó inútil. Fue este el día más glorioso de la vida de Miguel de Cervantes, quien lo recordó en muchas de sus obras y compuso acerca de aquel tema una comedia titulada «La batalla naval», actualmente perdida. Nuestro ilustre don Juan de Austria, no solo aportó numerosas sumas para que  se atendiese a su curación, sino que premió su valeroso comportamiento.

A pesar de tener la mano inutilizada, en 1572 tomó parte en la expedición naval de Ambarino, y en 1573 en la ocupación de Bizerta y Túnez. En todas estas batallas siempre iba acompañado de su hermano Rodrigo. Por estas fechas residió el joven Miguel en Italia, país cuya vida le resultó grata, elogiando con entusiasmo sus ciudades.

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Biografia literatura

El Licenciado Vidriera (el periplo italiano)

La novela ejemplar El licenciado vidriera cuenta las aventuras y vicisitudes de Tomás Rodaja, que después de estudiar leyes en Salamanca y recorrer Europa como soldado, regresa a la ciudad del Tormes. Al beber un filtro amoroso se trastorna su razón hasta tal punto de hacerle creer que se ha convertido en un ser de vidrio, y que puede romperse al más leve contacto. A partir de este momento dirá la verdad a todo aquel que se le acerque, pero su locura aviva de tal suerte su ingenio que se hace famoso por su agudeza. Cuando consigue curar su enfermedad, nadie le presta atención, y decide alistarse en los Tercios de Flandes donde dejó fama en su muerte de prudente y valentísimo soldado.

La primera parte de la novela es muy interesante por la descripción del viaje de Tomás Rodaja por Italia, páginas en las que Cervantes recogió muchos de los recuerdos de su vida de soldado. Así lo relata nuestro autor:

Despidióse Tomás del capitán de allí a dos días, y en cinco llegó a Florencia, habiendo visto primero a Luca, ciudad pequeña, pero muy bien hecha, y en la que, mejor que en otras partes de Italia, son bien vistos y agasajados los españoles. Contentóle Florencia en estremo, así por su agradable asiento como por su limpieza, sumptuosos edificios, fresco río y apacibles calles. Estuvo en ella cuatro días, y luego se partió a Roma, reina de las ciudades y señora del mundo. Visitó sus templos, adoró sus reliquias y admiró su grandeza; y, así como por las uñas del león se viene en conocimiento de su grandeza y ferocidad, así él sacó la de Roma por sus despedazados mármoles, medias y enteras estatuas, por sus rotos arcos y derribadas termas, por sus magníficos pórticos y anfiteatros grandes; por su famoso y santo río, que siempre llena sus márgenes de agua y las beatifica con las infinitas reliquias de cuerpos de mártires que en ellas tuvieron sepultura; por sus puentes, que parece que se están mirando unas a otras, que con sólo el nombre cobran autoridad sobre todas las de las otras ciudades del mundo: la vía Apia, la Flaminia, la Julia, con otras deste jaez. Pues no le admiraba menos la división de sus montes dentro de sí misma: el Celio, el Quirinal y el Vaticano, con los otros cuatro, cuyos nombres manifiestan la grandeza y majestad romana. Notó también la autoridad del Colegio de los Cardenales, la majestad del Sumo Pontífice, el concurso y variedad de gentes y naciones. Todo lo miró, y notó y puso en su punto. Y, habiendo andado la estación de las siete iglesias, y confesádose con un penitenciario, y besado el pie a Su Santidad, lleno de agnusdeis y cuentas, determinó irse a Nápoles; y, por ser tiempo de mutación, malo y dañoso para todos los que en él entran o salen de Roma, como hayan caminado por tierra, se fue por mar a Nápoles, donde a la admiración que traía de haber visto a Roma añadió la que le causó ver a Nápoles, ciudad, a su parecer y al de todos cuantos la han visto, la mejor de Europa y aun de todo el mundo.(Novelas Ejemplares, “El Licenciado Vidriera”)

Mi nombre es Tomás, Tomás Rodaja, para servir a vuestras mercedes, seguidores de este blog. Muchas aventuras viví por tierras castellanas y andaluzas antes de partir junto al Capitán D. Diego de Valdivia hacia Italia. Gran curiosidad tenía yo, antes de tomar el bebedizo que me causó la locura, por ver esta península que con forma de bota escondía grandes tesoros. Y allí fue, concretamente en la ciudad de Roma en el invierno de 1569, cuando coincidí con un tal Miguel de Cervantes que huía de su tierra por haber sido mandado prender al herir en duelo a un tal Antonio Sigura.

Desconozco los verdaderos motivos por los que Miguel viajó a Roma, pero lo que sí parece cierto es que quizás llegara recomendado por uno de sus parientes lejanos, tal vez el cardenal Gaspar de Cervantes y Gaete, para entrar al servicio del joven cardenal Giulio Acquaviva en 1570. Formando parte del séquito de Su Ilustrísima, recorrió las ciudades de Palermo, Milán, Florencia, Venecia, Parma y Ferrara.

Imagen Medieval del Coliseo y alrededores [www.tripatlas.com]

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Biografia literatura

Nuestro caro y amado discípulo

Permítanme que me presente, lectores de este blog. Yo, Juan López de Hoyos, ejercía de Catedrático de Gramática en esta recién estrenada capital del reino cuando el joven Cervantes acudió a mi escuela para recibir lecciones de Gramática, Retórica y Oratoria. Era Miguel un discípulo sagaz  y hambriento de saber, pero con un carácter marcado por la tristeza del despertar de su niñez. Las experiencias míseras vividas junto a su familia habían impreso profundas  huellas de dolor en mi muy estimado alumno, cuando apenas estaba adquiriendo conciencia de realidad.

Por aquel año de 1567, era Madrid una ciudad de animada actividad. Funcionarios, comerciantes, pícaros y artistas discurrían por esta “Corte de las Españas”, que era así mismo avenida principal de la cultura occidental. En esta ciudad bulliciosa y de engrosada demografía, se vieron agigantados algunos de los defectos de la sociedad española de este siglo. El gusto por la ostentación, el desprecio al trabajo como ocupación vil, los delirios de nobleza, la abundancia de mendigos, vagabundos y desocupados eran parte del paisaje urbano de la Villa y Corte. El tratadista Sancho de Moncada, definió Madrid comoun mar sin suelo de vicios y viciosos, no echándose de ver tanto pecado en tan gran ruido“.

Las vidas de estos personajes callejeros, los pícaros, se verán reflejadas en la literatura hispana del Siglo de Oro, en un subgénero literario de nueva creación, la novela picaresca, que se iniciará con El Lazarillo de Tormes y extenderá su influencia hasta mediados del siglo XVII con la aparición de la llamada novela picaresca femenina, con títulos tan sugerentes como «La pícara Justina», «La hija de la Celestina» o «La garduña de Sevilla».

www.de-leon.com)

De mi formación humanista recibió mi alumno lecciones, y como premio a su dedicación decidí incluir en la publicación del año 1569 sobre las exequias de Isabel de Valois cuatro composiciones de mi caro y amado discípulo. Pero la desventura y el dolor perseguían a Miguel, pues el 15 de septiembre del mismo año se hizo público un mandamiento judicial por el que se procedía contra “Miguel de Cervantes, ausente y en rebeldía, acusado de haber producido heridas a un tal Antonio de Sigura, por lo que se le condenará con vergüenza pública a que se le corte la mano derecha, a destierro por diez años y otras penas“.

(Imagen: La pícara Justina – Biblioteca Sopena (Fuente: www.de-leon.com)

Quiero yo pensar que ese tal Miguel de Cervantes, perseguido por la justicia, era individuo distinto al autor del Quijote, aunque con mismo nombre y apellido. Sin embargo, hay que advertir, amados lectores, que tres meses más tarde Miguel se marchó a Roma, acaso por miedo, tal vez por ahorrarse la vergüenza de ser injustamente castigado, o quizás porque su espíritu aventurero lo desplazó hacia la Ciudad Eterna.

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Biografia literatura

El coloquio de los perros

La Novela Ejemplar El coloquio de los perros tiene como protagonistas a dos canes vagabundos que poseen la capacidad de hablar y razonar. De estas facultades se sirven para criticar la sociedad de la época en que vivió Cervantes. Estos personajes nos hablarán de primera mano acerca de la infancia de nuestro insigne escritor…

Wikipedia]

Cipión: Amigo Berganza, difícil es la tarea encomendada por estos truhanes que están elaborando este blog sobre nuestro insigne creador don Miguel, y que no es sino la ardua misión de referir la infancia y juventud de nuestro mentor.

Berganza: Cipión, hermano, ya que se nos ha dado el don de la palabra, pasemos pues a realizar el discurso, como si fuéramos capaces de razón, sobre lo que hemos oído referir acerca de su infancia. Cómo bien sabes, toda la vida de Cervantes es muy similar a una novela o, por mejor decir, una sucesión de novelas, todas tan desafortunadas y dolientes como la de su propio personaje más ilustre e inmortal: Don Quijote.

Cipión: Es conocido que Miguel nació en Alcalá de Henares por aquellos años de 1547. Eran sus padres el cirujano D. Rodrigo de Cervantes y Dª Leonor de Cortinas, matrimonio que ya había tenido tres hijos, llamados Andrés, Andrea y Luisa. Después de Miguel conocieron el mundo Rodrigo y Magdalena. Mucho tuvo que peregrinar esta familia por numerosas villas andaluzas y castellanas para buscar el sustento.

Se comenta amigo Berganza que la familia tuvo que abandonar con prisas la ciudad de Alcalá, pues el padre de nuestro creador acosado por las deudas se dirigió a la próspera Corte que por aquel entonces se encontraba asentada en Valladolid. Pero la suerte de don Rodrigo era poca y holgazana, y por sus débitos impagados fue encarcelado durante seis meses del año 1552, quedando todos sus bienes embargados y la familia muy mal trecha de esta desventura. Sólo al ser atendidas por las autoridades las alegaciones de hidalguía fue don Rodrigo puesto en libertad.

Nota aclaratoria: La infancia de Miguel de Cervantes es una etapa muy poco conocida de su vida, pues apenas existe documentación significativa a ella referida. Ya desde el siglo XVIII los cervantistas han querido completar estas lagunas con hipótesis derivadas de determinados pasajes de sus obras e incluso matices de su prosa, no siempre bien interpretados. Sin embargo, todavía quedan muchos misterios sin desvelar, que afectan no sólo a la infancia del escritor, sino a varios momentos decisivos de su existencia. Así pues, atendiendo a lo más probable, parece ser que Miguel de Cervantes no cursó estudios en ninguna Universidad pero si que asistiría a algún Colegio de la Compañía de Jesús (en Valladolid, en Córdoba o tal vez en Sevilla)

Berganza: Continuemos ahora la plática Cipión después de esta breve interrupción que es poco tiempo el que tenemos para contar esta vida y los trances que en ella acaecieron.

Cipión: Después de los seis meses de cárcel que soportó Don Rodrigo por sus infaltables deudas, la familia se trasladó a Córdoba en 1553. Dos años más tarde, en esta ciudad, Miguel ingresó en el Colegio de los Jesuitas. El padre de nuestro escritor, aunque poco afortunado, siempre se preocupó por la educación de sus hijos. El joven Miguel, ávido lector, fue siempre un estudiante aventajado e ingenioso. Sus hermanas también sabían leer, cosa poco habitual para las mujeres de la época.

Berganza: Si bien recuerdas, Cipión, en la Novela Ejemplar El Coloquio de los Perros donde nosotros somos los personajes principales, nuestro creador realiza una breve descripción de las costumbres al acudir a estudiar a un Colegio de Jesuitas, y cito literalmente: “Este mercader, pues, tenía dos hijos: el uno de doce y el otro de hasta catorce años, los cuales estudiaban gramática en el estudio de la Compañía de Jesús, iban con autoridad, con ayo y con pajes, que les llevaban los libros y aquel que llaman vademécum. El verlos ir con tanto aparato en sillas, si hacía sol, en coche, si llovía, me hizo considerar y reparar en la mucha llaneza con que su padre iba a la lonja a negociar sus negocios, porque no llevaba otro criado que un perro…

Cipión: Así es en verdad Berganza, pero continuemos con la narración para que no se haga muy pesada a nuestros lectores. En 1556 la familia partió hacia Sevilla, ciudad que era la puerta de España a las riquezas de las Indias y la tercera en importancia de Europa en estos años del siglo XVI.

La familia Cervantes no se instaló definitivamente en la ciudad hispalense, sino que en el año 1566 se sintió atraída por la villa de Madrid, que había sido convertida en capital por Felipe II y que era en una de las ciudades más prósperas de España. Como ves, Miguel aún no había cumplido los veinte años y ya había vivido en cinco de las más importes y florecientes ciudades de España, había visto a su padre en prisión por sus deudas, había estudiado en diversos centros, sobre todo con jesuitas y, aunque no se sabe con certeza que tuviera una formación universitaria, es evidente que tenía una sólida base humanística. Si además le sumas el hecho de que dos de sus hermanas se ganaran la vida de forma no muy acorde con la moral, ya tienes las raíces de una familia novelescamente apaleada por su propia existencia.

Imagen: Grabado de la edición de las Novelas Ejemplares de Antonio Sancha de 1783 [Fuente: Wikipedia]

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Yo bauticé a Miguel

Mi nombre es Bartolomé Serrano, y como bien pueden leer vuestras mercedes en el título que precede, yo bauticé a Miguel de Cervantes. Poco imaginaba mi persona por aquel entonces cual iba a ser el destino de aquel mozalbete, que de haberlo sabido lo hubiera bautizado con tinta en lugar de con agua bendita.

Sus padres, Rodrigo Cervantes y Leonor de Cortinas, lo trajeron para cristianarlo en la parroquia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares, en la que yo administraba los servicios religiosos. Así lo hice constar en su partida bautismal: Domingo nueve días del mes de otubre, año del Señor de mil e quinientos e cuarenta e siete años fue baptizado Miguel, hijo de Rodrigo de Cervantes e su muger Doña Leonor; fueron sus compadres Juan Pardo, baptizole el reverendo Sr. Br. Serrano, cura de nuestra Señora: testigos Baltasar Vázquez Sacristán, e yo que le bapticé e firmé de mi nombre.=El Br. Serrano“. Aunque no recuerdo el día exacto de su nacimiento, tuvo que ser el veintinueve de septiembre, por la tradicional costumbre de nombrar a los hijos según el santo del día de su llegada a este mundo.

Poco queda de aquella iglesia parroquial, pues un incendio en 1936 la redujo a ruinas, conservándose como testimonio de aquel edificio la Capilla del Oidor y la aislada torre campanario que puede verse en uno de los extremos de la Plaza Cervantes.

Imagen: Capilla del Oidor en Alcalá de Henares. [Fuente: espanolsinfronteras.com]

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