Tras comenzar sus estudios universitarios con la carrera de humanidades y después, derecho y medicina; finalmente Copérnico se doctoró en astronomía en Roma en el año 1500.
Sus trabajos de observación astronómica fueron practicados en su mayoría como ayudante en Bolonia del profesor Novara, un importante platónico que le enseñó a concebir la constitución del universo en términos de relaciones sencillas matemáticas.
Fue un gran estudioso de los autores clásicos y además se confesó como admirador de Ptolomeo, cuyo Almagesto estudió concienzudamente. Sus investigaciones también se basaron en el estudio del Epitome in Almagestum (editado en 1496) de Regiomontano y Peurbach, y de la traducción latina del Almagesto de Gerardo de Cremona.
A partir de todos estos datos, Nicolás Copérnico comprendió que debía haber algún error en los anteriores postulados, como se puede ver en el siguiente fragmento del Prefacio de su obra De Revolutionibus:
“Entonces cuando sopesé esta incertidumbre de los matemáticos tradicionales al ordenar los movimientos de las esferas del orbe, me defraudó el ver que una explicación más fiable del mecanismo del universo, fundado en nuestra exposición por el mejor y más regular Artífice de todos, no era establecida por los filósofos que habían investigado tan exquisitamente otros detalles respecto del orbe. Por este motivo emprendí la tarea de releer los libros de todos los filósofos que pude conseguir, investigando si alguno había supuesto que el movimiento de las esferas del mundo era diferente al adoptado por los matemáticos universitarios”.