La existencia de Kepler estuvo inspirada en la búsqueda de una ley matemática sencilla y los movimientos de los miembros del Sistema Solar. Tras numerosos ensayos y estudios, sus postulados fueron publicados en su obra Mysterium Cosmographicus en el año 1569. En esta obra habla de las relaciones que guardaban las distancias entre los planetas y que los espacios entre las órbitas planetarias correspondían cada uno, de Saturno a Mercurio, a uno de los cinco sólidos regulares o cuerpos platónicos: cubo, tetraedro, dodecaedro, icosaedro y octaedro.
Por ejemplo:si inscribimos un cubo en la esfera que contiene la órbita de Saturno, la esfera de Júpiter encajará exactamente en el cubo; si inscribimos un tetraedro en la esfera de Júpiter, la esfera de Marte encajará dentro del tetraedro, y así sucesivamente en todos los seis planetas y en los cinco sólidos regulares correspondientes. Puesto que para él, y para Platón, Dios siempre geometriza.